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Los glaciares derretidos podrían mover continentes y activar volcanes
viernes, abril 25, 2025

Los glaciares derretidos podrían mover continentes y activar volcanes

Vista aérea de un glaciar derritiéndose y vertiendo grandes volúmenes de agua en el océano durante el verano en el Ártico.

Hace unos 10 000 años, el planeta experimentó un fenómeno geológico de consecuencias insospechadas: el derretimiento masivo de glaciares no solo elevó los océanos, sino que también aceleró la deriva continental y desencadenó un aumento de la actividad volcánica en regiones como Islandia.

Un nuevo estudio publicado en Nature y realizado por los geofísicos Tao Yuan y Shijie Zhong, de la Universidad de Colorado en Boulder, sugiere que el retroceso de la enorme capa de hielo Laurentide, que cubría gran parte de América del Norte durante la última Edad de Hielo, tuvo efectos sorprendentes en la tectónica de placas. Según sus modelos computacionales, a medida que esta gigantesca masa de hielo se derretía y su agua se vertía en los océanos, el continente norteamericano comenzó a desplazarse más rápidamente. Pero no solo eso: la separación entre América del Norte y Europa también se aceleró, y los volcanes islandeses podrían haber entrado en erupción con mayor intensidad debido a este fenómeno.

Una historia enterrada bajo el hielo

El retroceso de la capa Laurentide comenzó hace aproximadamente 26 000 años, cuando el planeta emergía lentamente de la última glaciación. Este coloso helado, que se extendía desde el Ártico hasta Pennsylvania, comenzó a derretirse y verter miles de kilómetros cúbicos de agua dulce al océano. Esto provocó una subida del nivel del mar de alrededor de un centímetro por año en promedio, un ritmo considerable en términos geológicos.

Hasta ahora, los científicos sabían que este deshielo tenía consecuencias verticales: al eliminar el peso del hielo, la corteza terrestre se elevaba lentamente, un proceso conocido como rebote isostático. Sin embargo, Yuan y Zhong han ido más allá. Según explica Yuan, doctorando en CU Boulder, “los científicos sabían que el hielo derretido hacía que las placas se elevaran, pero nosotros mostramos que también se movían horizontalmente”.

Los investigadores utilizaron modelos informáticos avanzados para simular cómo el planeta habría reaccionado al colapso de los casquetes polares hace miles de años. Su objetivo era entender no solo cómo se elevaban las masas terrestres, sino también si cambiaban de posición lateral. La respuesta fue afirmativa.

Una deriva continental acelerada

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio fue el cambio en la velocidad de la placa tectónica de América del Norte. Durante el período de máximo deshielo, entre hace unos 12 000 y 6000 años, la placa continental norteamericana se desplazó un 25 % más rápido de lo habitual. Y aún más sorprendente: la expansión en la dorsal mesoatlántica (la gigantesca cordillera submarina que separa América del Norte de Eurasia) pudo haber aumentado hasta un 40 %.

“La retirada de una cantidad tan masiva de hielo provocó un gran movimiento en la corteza terrestre”, explicó Yuan. Esa cordillera, también conocida como dorsal Mesoatlántica, se extiende a lo largo del fondo del océano Atlántico y representa una grieta continua por la que emerge magma desde el manto terrestre. A medida que el magma se solidifica, crea nueva corteza oceánica y separa lentamente los continentes situados a ambos lados. Se estima que este proceso ha separado América del Norte y Europa aproximadamente dos centímetros al año durante millones de años.

“Ese es un dato bastante conocido de los libros de texto”, señaló Zhong, profesor de física. Sin embargo, los nuevos modelos ponen en duda la estabilidad de esa cifra. El deshielo acelerado pudo haber aumentado temporalmente la velocidad de separación entre los continentes, impulsado por el alivio de presión sobre la corteza terrestre.

Un colchón de memoria geológica

Para ilustrar el fenómeno, Zhong comparó la Tierra con un colchón de espuma viscoelástica. “Si te recuestas y luego te levantas, el colchón tarda un poco en volver a su forma original”, explicó. Lo mismo ocurre con la litosfera terrestre. Cuando la enorme masa del hielo desaparece, la corteza no solo se eleva, sino que también reacciona lateralmente. En otras palabras, los continentes se mueven más fácilmente cuando se alivia la presión que los mantenía “anclados”.

Incluso hoy, miles de años después, la región alrededor de la bahía de Hudson en Canadá sigue elevándose a un ritmo de aproximadamente un centímetro por año, como consecuencia del derretimiento de la Laurentide. Pero este movimiento vertical, bien documentado, podría haber ido acompañado de una expansión horizontal poco considerada hasta ahora.

Y no se trató solo de América del Norte. Según las simulaciones de Yuan y Zhong, el efecto del deshielo también se sintió en la dorsal Mesoatlántica y sus alrededores, incluida Islandia.

Magma en movimiento: el caso de Islandia

Islandia es una de las pocas partes de la dorsal Mesoatlántica que emergen por encima del nivel del mar. Es una tierra volcánica, constantemente remodelada por la interacción entre el magma y la corteza terrestre. El estudio sugiere que la aceleración en la separación de placas causada por el derretimiento de los glaciares podría haber intensificado la actividad volcánica en la región.

Según Yuan, “las pruebas geológicas muestran que Islandia experimentó un periodo de intensa actividad volcánica al final de la última Edad de Hielo, que ha disminuido desde entonces”. La rápida expansión de la corteza en esta región, impulsada por el alivio de presión, podría haber permitido que más magma llegara a la superficie, provocando más erupciones y una mayor actividad geotérmica.

Zhong añadió: “Este patrón de vulcanismo puede deberse en parte al derretimiento glaciar que investigamos”. El estudio plantea la posibilidad de que estos procesos geológicos, que tradicionalmente se pensaban como extremadamente lentos y estables, puedan acelerarse en tiempos relativamente cortos (de apenas unos miles de años) cuando se introducen factores como el cambio climático.

¿Un vistazo al futuro?

Aunque el deshielo actual de Groenlandia no es tan masivo ni tan rápido como lo fue al final de la última glaciación, la tendencia es preocupante. Las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida Occidental están disminuyendo de forma continua, y algunos científicos creen que podríamos acercarnos a un punto de inflexión. Según Yuan, “las capas de hielo en Groenlandia y en la Antártida Occidental todavía se están derritiendo. Creemos que esto puede acelerar la expansión del fondo oceánico y el vulcanismo en el futuro”.

Por ahora, no se espera que la deriva continental actual se vea afectada de forma significativa por el deshielo moderno. Pero Islandia podría ser nuevamente el escenario de consecuencias sísmicas y volcánicas si las tasas de deshielo continúan aumentando. Las investigaciones futuras podrían determinar si los efectos observados al final de la última Edad de Hielo pueden repetirse en el contexto del cambio climático actual.

El motor oculto de la tectónica

El estudio de Yuan y Zhong no solo aporta nuevos datos sobre el pasado geológico del planeta, sino que también plantea preguntas sobre el futuro. La idea de que las capas de hielo puedan actuar como un “freno” o un “acelerador” del movimiento de los continentes desafía la visión tradicional de la tectónica como un proceso lento e inmutable.

La expansión del fondo oceánico (también conocida como expansión oceánica o seafloor spreading) es el proceso mediante el cual nuevas cortezas oceánicas se forman a lo largo de dorsales submarinas. El magma emerge desde el interior de la Tierra, se enfría al entrar en contacto con el agua y forma nuevas rocas, que empujan las placas tectónicas hacia los lados. Es uno de los motores principales de la deriva continental, la actividad volcánica, la formación de montañas y terremotos. Pero ahora, sabemos que también puede verse influido por algo tan aparentemente distante como el hielo derretido de un continente.

Este hallazgo sugiere que el sistema tectónico de la Tierra es más dinámico y sensible de lo que se creía. Las placas tectónicas no se mueven únicamente por procesos internos profundos, sino también por cambios en la superficie. Incluso una masa helada puede dejar una huella sísmica.

Como concluye Zhong: “La historia que hemos contado durante mucho tiempo, de que procesos como la expansión del fondo oceánico y la deriva continental suceden a lo largo de millones de años, sigue siendo válida. Pero nosotros demostramos que los glaciares derretidos también pueden provocar movimientos importantes en escalas de tiempo mucho más cortas, de apenas 10 000 años”.

Fuente: Yuan, T., Zhong, S. Effects of glacial forcing on lithospheric motion and ridge spreading. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-08846-x

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