Un equipo de científicos ha logrado lo que hasta hace poco se consideraba imposible: permitir a un grupo de personas ver un color nunca antes percibido por el ojo humano. Este logro marca un hito en la ciencia de la percepción visual y podría abrir la puerta a tratamientos innovadores para la ceguera cromática.
La visión humana ha sido, durante milenios, uno de los sentidos más complejos y enigmáticos. A pesar de los avances en óptica, neurología y percepción, los límites del color siempre parecieron claramente definidos: un espectro continuo delimitado por la física de la luz y la biología de nuestros ojos. Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de California, liderados por el científico informático Ren Ng, ha demostrado que es posible ir más allá de ese espectro. Gracias a una sofisticada combinación de tecnología láser y algoritmos computacionales, cinco voluntarios pudieron experimentar lo que describieron como una tonalidad jamás vista: un color completamente nuevo al que los científicos han bautizado como “olo”.
El espectro visual humano: ¿un límite inquebrantable?
En condiciones normales, el ojo humano puede distinguir millones de colores. Esta capacidad se debe a tres tipos de células fotorreceptoras en la retina, conocidas como conos, que detectan distintas longitudes de onda de luz: una para el rojo, otra para el verde y una tercera para el azul. A partir de la combinación de estas señales, el cerebro interpreta un vasto mosaico cromático.
Pero incluso con esa riqueza visual, existen límites físicos. En ciertas regiones del espectro visible (como en la zona azul-verde o amarillo-verde) el ojo puede diferenciar cambios de apenas 1 nanómetro en longitud de onda. En cambio, en el rango de rojos o azules, esta sensibilidad baja, y se requieren diferencias de 10 nanómetros o más para notar una variación.
Esta barrera ha llevado a los científicos a creer durante décadas que cualquier “nuevo” color sería, en el mejor de los casos, una variación más o menos intensa de los existentes. La posibilidad de que el cerebro percibiera una tonalidad completamente nueva, fuera del espacio tridimensional RGB convencional, era considerada improbable o incluso inalcanzable.
El nacimiento de ‘olo’: un color sin precedentes
En el experimento realizado, cinco personas reportaron ver un color completamente ajeno a su experiencia previa. No se trataba de una ilusión óptica ni de una mezcla inusual de colores conocidos. La percepción fue descrita como algo que no podía ubicarse dentro de la paleta tradicional del espectro visible.
Los investigadores denominaron a este nuevo color “olo”, una palabra sin significado previo, precisamente para no contaminar la experiencia con asociaciones lingüísticas o culturales. Según Ren Ng, este color recuerda superficialmente al azul verdoso o al azul pavo real, pero su nivel de saturación o “veracidad visual” va mucho más allá de lo natural: “Es una intensidad que no existe en nuestro mundo perceptual habitual”, explicó.
Este fenómeno fue posible gracias a la estimulación precisa de grupos específicos de conos en la retina. Para ello, los científicos utilizaron una combinación de tecnología láser de alta precisión y sistemas de seguimiento ocular, que les permitió dirigir luz a regiones muy concretas del ojo con una exactitud sin precedentes.
Una proeza técnica: manipular la percepción del color
El núcleo del experimento fue una tecnología conocida como Wizard, un sistema informático que modifica la manera en que los conos captan la luz, alterando así las señales que se envían al cerebro. Este “hackeo” visual, como algunos lo han descrito, permite alterar las reglas básicas con las que el cerebro construye su mapa cromático.
“La técnica permite enviar a las células oculares exactamente la cantidad de luz adecuada para inducir una experiencia visual nueva”, explicó Sérgio Nascimento, físico de la Universidad de Minho, especializado en percepción visual. Según él, lo verdaderamente innovador de este estudio es que por primera vez hay evidencia directa de que estas nuevas experiencias de color pueden ser inducidas y verificadas.
Aunque en el pasado ya se había logrado activar conos individuales con precisión, esta es la primera vez que se consigue estimular un número suficiente de conos de forma coordinada como para generar una transformación perceptual tangible en la visión humana. Tal nivel de coordinación y especificidad técnica no había sido alcanzado antes.
Kimberly Jameson, experta en visión del color de la Universidad de California, celebró el hallazgo como un hito extraordinario: “Es técnicamente asombroso y una hazaña fuera de lo común”, afirmó.
Implicaciones para la ciencia y la medicina
Más allá de la curiosidad científica que implica el descubrimiento de un color “imposible”, este experimento podría tener aplicaciones reales y profundas. Uno de los campos que más podría beneficiarse es el tratamiento del daltonismo o ceguera al color.
La forma más común de daltonismo se debe a un mal funcionamiento de uno de los tres tipos de conos. Esto hace que las personas no puedan distinguir ciertos tonos, especialmente entre rojos y verdes. Según Ren Ng, el sistema Wizard podría servir para compensar esa deficiencia. La idea sería engañar a los conos existentes para que se comporten como los que faltan, corrigiendo así la percepción cromática.
“Esperamos poder convertir artificialmente algunos conos defectuosos en el tipo que falta, mediante un control láser preciso de la luz que reciben”, comentó Ng. Si esta técnica se perfecciona, podría abrir la puerta a terapias no invasivas para millones de personas en todo el mundo.
Además, se plantea la posibilidad de usar este método como una herramienta educativa para enseñar sobre percepción, o incluso para aplicaciones en arte digital, diseño y realidad virtual, donde los límites del color son una frontera creativa.
¿Existe un límite real para la percepción visual?
El experimento de Ng y su equipo reabre una vieja pregunta en neurociencia y filosofía: ¿vemos el mundo tal como es, o simplemente lo interpretamos de acuerdo con las capacidades limitadas de nuestros sentidos?
Desde un punto de vista físico, la luz es solo una parte del espectro electromagnético. La franja que nuestros ojos pueden detectar es apenas una fracción diminuta. Sin embargo, esta investigación sugiere que incluso dentro de esa franja limitada, hay margen para expandir la percepción.
Si el cerebro puede ser “engañado” para crear nuevas experiencias sensoriales, ¿podríamos llegar a experimentar colores de otras dimensiones? ¿Sería posible extender nuestra percepción más allá de los límites biológicos, quizás mediante interfaces neuronales u ópticas avanzadas?
Estas preguntas ya no suenan tan descabelladas, y gracias a investigaciones como esta, la ciencia se acerca a redefinir la forma en que entendemos la realidad visual.
¿Y si todos pudiéramos ver ‘olo’?
Por ahora, solo cinco personas han tenido el privilegio de ver ‘olo’. Pero este número podría ampliarse conforme se optimice la tecnología y se establezcan protocolos seguros para su implementación.
El equipo de la Universidad de California ha publicado sus resultados en la revista Science Advances, uno de los medios más prestigiosos en la divulgación de avances científicos. Allí detallan los aspectos técnicos del procedimiento, así como las características psicofísicas de la percepción de olo.
Aunque todavía queda camino por recorrer, el experimento ya ha capturado la atención de neurocientíficos, psicólogos, ópticos y tecnólogos de todo el mundo. Todos coinciden en que la posibilidad de expandir la percepción sensorial humana representa una nueva frontera en la ciencia cognitiva y neurovisual.
Fuente: Gibney, E. (2025, April 11). People can now see a never-before-seen colour, thanks to lasers. Nature. https://doi.org/10.1038/d41586-025-01252-3
Fuente: Fong, J., Doyle, H. K., Wang, C., Boehm, A. E., Herbeck, S. R., Pandiyan, V. P., Schmidt, B. P., Tiruveedhula, P., Vanston, J. E., Tuten, W. S., Sabesan, R., Roorda, A., & Ng, R. (2025). Novel color via stimulation of individual photoreceptors at population scale. Science Advances, 11(16), eadu1052. https://doi.org/10.1126/sciadv.adu1052
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