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¿Es inútil el arte? Ver una pintura puede darte sentido y propósito, según este estudio
martes, abril 22, 2025

¿Es inútil el arte? Ver una pintura puede darte sentido y propósito, según este estudio

Persona contemplando una pintura en una galería de arte, concentrada y en calma, disfrutando del momento.

¿Es el arte una simple afición elitista? ¿Una distracción innecesaria frente a los retos reales del mundo? Una nueva investigación acaba de desmontar esta visión limitada. Mirar obras de arte no solo es placentero: puede hacernos significativamente más felices. Y lo mejor es que no hace falta visitar museos de renombre para beneficiarse. Basta con detenerse a observar.

Durante décadas, múltiples estudios han intentado analizar la relación entre el arte y el bienestar humano. La idea de que una pintura pueda tener efectos positivos sobre la mente y el cuerpo no es nueva. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de esas investigaciones eran de alcance limitado o poco sistemático. Esto cambió gracias a una revisión reciente de 38 estudios previos, que incluyó los datos de más de 6800 participantes. Los resultados son claros: contemplar arte mejora la salud mental, y sus efectos pueden sentirse tanto en un museo como en la sala de espera de un hospital.

Una revisión pionera sobre arte y salud mental

El trabajo fue realizado por un equipo multidisciplinar de la Universidad de Viena, el Trinity College de Dublín y la Universidad Humboldt de Berlín. La revisión, publicada en el Journal of Positive Psychology, se centró exclusivamente en los efectos de observar arte visual, excluyendo otras formas de participación artística como pintar o esculpir. Según los autores, este enfoque específico permitía analizar con precisión el impacto que tiene la simple contemplación artística en el bienestar psicológico de las personas.

La principal conclusión del estudio es que mirar arte potencia lo que los investigadores llaman “bienestar eudaimónico”. Este concepto, a diferencia del bienestar hedónico (centrado en el placer inmediato), se relaciona con el sentido de la vida, el crecimiento personal, la autorrealización y la construcción de una identidad positiva. “Nuestro análisis muestra que el arte visual puede generar cambios significativos en cómo las personas perciben su vida, su propósito y sus valores”, explica MacKenzie Trupp, investigadora principal de la Universidad de Viena y afiliada también al Radboud UMC. “Y lo más sorprendente es que estos beneficios pueden obtenerse sin necesidad de ser un experto o de pagar una entrada a una gran galería”.

Más allá del museo: arte en hospitales, casas y realidad virtual

Uno de los hallazgos más destacados de la revisión es que los efectos positivos del arte no se limitan al entorno tradicional de un museo. También se observaron beneficios en contextos como hospitales, hogares y hasta entornos de realidad virtual. En todos los casos, los participantes mostraron mejoras en indicadores de bienestar emocional, satisfacción vital y sentido de propósito.

Esto es especialmente relevante para el diseño de espacios públicos. “Las instituciones sanitarias y gubernamentales deberían considerar seriamente el valor del arte como una herramienta accesible y económica para promover la salud mental”, señala Trupp. “Incorporar obras visuales en hospitales, escuelas o transportes públicos podría marcar una diferencia real en la vida de las personas”.

Claire Howlin, coautora del estudio y profesora en el Trinity College de Dublín, subraya el potencial transformador de esta perspectiva: “Sabemos mucho sobre los beneficios de crear arte, pero mirar arte es algo que casi todos hacemos a diario, y hasta ahora hemos subestimado su impacto. Esta revisión revela que incluso una breve exposición a imágenes artísticas puede ser emocionalmente significativa”.

No importa el tipo de arte: todos pueden ser beneficiosos

Otro de los mitos que derriba esta investigación es que ciertos estilos artísticos son más “saludables” que otros. Las obras analizadas en los estudios iban desde piezas clásicas mundialmente conocidas (como El grito de Edvard Munch o La noche estrellada de Vincent van Gogh) hasta creaciones contemporáneas, abstractas, esculturas y fotografías.

Los resultados fueron consistentes: independientemente del estilo, la técnica o la época, todas las formas de arte visual parecían generar algún nivel de beneficio psicológico. “Esto sugiere que no hay una fórmula mágica”, indica Trupp. “La clave está en la conexión emocional o intelectual que la persona establece con la obra. Puede ser una pintura en una galería o una ilustración digital en una pantalla. Lo importante es que despierte algo dentro de quien la observa”.

La OMS y la búsqueda de nuevas terapias creativas

Desde 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve el uso de métodos creativos como complemento a la atención clínica tradicional. El objetivo es abordar la salud mental de manera más holística, reconociendo la importancia de factores como el significado vital, la autoestima o la resiliencia emocional.

“Las personas necesitan construir una narrativa positiva sobre su vida, sentirse valoradas y encontrar sentido en lo cotidiano. El arte puede facilitar estos procesos de forma profunda”, apuntan los autores. En este contexto, la revisión podría ser una herramienta clave para que los ministerios de Salud de Europa (y potencialmente de otras regiones) diseñen políticas públicas basadas en evidencia científica sólida.

“El siguiente paso es realizar estudios a gran escala que nos permitan determinar qué tipo de arte funciona mejor para cada necesidad clínica específica”, indica el equipo. Esto abriría la puerta a intervenciones personalizadas, en las que el arte no sea un lujo decorativo, sino un componente activo del cuidado médico.

La ciencia del arte y el bienestar: una tendencia en crecimiento

Este nuevo estudio se suma a una creciente corriente de investigaciones que vinculan la creatividad con la salud mental. Ya en años recientes, otras publicaciones habían mostrado que participar en actividades como pintar, escribir o tejer puede mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés y aumentar la satisfacción con la vida.

Un ejemplo destacado es un estudio británico realizado con casi 7200 personas, que reveló como actividades creativas cotidianas impactaban el bienestar más que tener un empleo. “Las personas que hacían manualidades o actividades artísticas reportaron mayor felicidad y un sentido más fuerte de que su vida valía la pena”, explica la investigadora Helen Keyes, de la Universidad Anglia Ruskin. “Esto se debe a que estas actividades permiten la autoexpresión y la percepción de progreso personal, lo cual no siempre ocurre en el trabajo”.

Si bien los efectos observados eran de tamaño moderado, los autores señalaron que eran comparables a los de otros factores importantes como la salud física o el nivel de ingresos, pero con la ventaja de ser más fáciles de modificar mediante intervenciones accesibles.

Arte para todos: una nueva mirada hacia la salud pública

Lo que estas investigaciones ponen sobre la mesa es una propuesta transformadora: repensar el rol del arte en la sociedad. Dejar de verlo como un lujo elitista o una simple expresión estética, y empezar a considerarlo como un recurso valioso para la salud mental colectiva.

En lugar de preguntarnos si el arte es útil, tal vez deberíamos preguntarnos por qué lo hemos relegado tanto tiempo. Las obras de arte no solo enriquecen nuestro entorno visual; también pueden enriquecer nuestra mente. Y ahora, la ciencia respalda esa intuición que muchos sienten al quedarse absortos frente a una pintura.

Como señala Howlin: “El arte visual está presente en casi todos los aspectos de nuestra vida: en museos, hospitales, espacios públicos, e incluso en nuestros hogares. Comprender mejor sus efectos podría abrir nuevas formas de promover el bienestar emocional a través de encuentros cotidianos con la belleza, la creatividad y el significado”.

Fuente: Trupp, M. D., Howlin, C., Fekete, A., Kutsche, J., Fingerhut, J., & Pelowski, M. (2025). The impact of viewing art on well-being—a systematic review of the evidence base and suggested mechanisms. The Journal of Positive Psychology, 1–25. https://doi.org/10.1080/17439760.2025.2481041

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