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Descubren por primera vez huellas de un dinosaurio acorazado con cola en forma de maza
miércoles, abril 16, 2025

Descubren por primera vez huellas de un dinosaurio acorazado con cola en forma de maza

¿Una huella en el barro, una pista en el tiempo? Aparecen por primera vez rastros de dinosaurios con cola en forma de maza

Un hallazgo sin precedentes reescribe parte de la historia evolutiva de los dinosaurios blindados. Por primera vez, paleontólogos han identificado huellas fosilizadas que pertenecen inequívocamente a Ankylosáuridos, los conocidos “tanques vivientes” del Cretácico. La nueva especie de huella, denominada Ruopodosaurus clava, representa un paso clave en la comprensión de cómo estos animales se desplazaban, vivían en grupo y evolucionaron durante un período del que no se conocían fósiles óseos de este linaje en América del Norte.

Un descubrimiento excepcional en el corazón de Canadá

El hallazgo se produjo en la región de Tumbler Ridge, en la Columbia Británica (Canadá), una zona rica en fósiles que hoy es reconocida como Geoparque Global por la UNESCO. Allí, un equipo internacional de paleontólogos descubrió un conjunto de huellas perfectamente conservadas que datan de hace entre 100 y 94 millones de años. Este intervalo pertenece al Cretácico medio, una época de profundos cambios ambientales y biológicos, pero también un período en el que el registro fósil de Ankylosáuridos en América del Norte había permanecido en completo silencio.

Las huellas, registradas en varias capas sedimentarias, fueron preservadas en un antiguo entorno deltaico repleto de canales fluviales, lagunas someras, bancos de arena y una vegetación densa y pantanosa. Según explican los investigadores, esta geografía permitió que las pisadas quedaran grabadas en el barro húmedo y cubiertas rápidamente por sedimentos, lo que favoreció su conservación por millones de años.

Las huellas recién descritas fueron bautizadas como Ruopodosaurus clava. El nombre tiene una carga simbólica notable. “Ruopodosaurus” se traduce como “pie de lagarto tambaleante”, en alusión a la localidad de Tumbler Ridge (tumbler en inglés significa “tambaleante” o “que cae”). “Clava”, por su parte, proviene del latín y significa “maza”, en referencia a la característica cola de estos animales, endurecida y reforzada como un verdadero garrote de combate.

Huellas distintas, anatomía distintiva

A diferencia de las huellas fósiles tradicionalmente atribuidas a Ankylosaurus (como las del tipo Tetrapodosaurus, que presentan cuatro dedos en las patas traseras), Ruopodosaurus clava se caracteriza por mostrar solo tres dedos bien definidos en sus extremidades posteriores. Aunque parezca una diferencia menor, este detalle anatómico es crucial para los paleontólogos.

“Las huellas de Ruopodosaurus representan la primera vez que se puede asignar con certeza una icnoespecie (especie basada en huellas fósiles) a un Ankylosáurido”, señalan los autores de este estudio. Hasta ahora, las huellas de dinosaurios acorazados solían asignarse a un grupo más amplio llamado thyreóforos, sin distinción clara entre Ankylosáuridos (que tenían cola en forma de maza) y nodosáuridos (sin dicha estructura). El descubrimiento permite diferenciar, por primera vez, el andar de un “portador de maza” respecto al de sus primos desarmados.

La morfología de las huellas refuerza esta interpretación. Las extremidades anteriores muestran cinco dedos con forma de media luna, mientras que las posteriores presentan tres dedos cortos, romos y redondeados o ligeramente triangulares. Las huellas más grandes alcanzan los 30 centímetros de largo, considerablemente más pequeñas que las huellas Tetrapodosaurus, que llegan a medir hasta 50 centímetros. Esto sugiere que los individuos que dejaron estas marcas eran más compactos que otros Ankylosaurios coetáneos.

¿Cómo eran estos dinosaurios?

Aunque no se ha encontrado ningún esqueleto asociado directamente a estas huellas, los paleontólogos han podido deducir varias características del animal que las produjo. Según explica Victoria Arbour, paleontóloga especializada en dinosaurios acorazados y coautora del estudio, “aunque no sabemos con certeza cómo lucía esta especie, estimamos que medía entre cinco y seis metros de largo, con un cuerpo recubierto de placas óseas y espinas, y una cola rígida o con una maza ósea completa”.

También estiman que el animal tenía una altura de aproximadamente 1,2 metros a la altura de la cadera, lo que coincide con las dimensiones de otros Ankylosáuridos conocidos como Euoplocephalus. Estos rasgos físicos, sumados al tipo de huellas identificadas, permiten suponer que se trataba de una forma temprana y algo más pequeña de los grandes Ankylosáuridos del Cretácico tardío.

Tecnología de vanguardia al servicio de la paleontología

Uno de los aspectos más impresionantes del estudio es el uso de herramientas tecnológicas avanzadas para analizar las huellas. El equipo utilizó fotogrametría en 3D de alta resolución para capturar digitalmente cada detalle de las pisadas. Esta técnica permite crear modelos tridimensionales extremadamente precisos, lo que resulta crucial para identificar características anatómicas finas, como la forma de los dedos o incluso las marcas de la piel.

En algunos casos, las huellas estaban tan bien conservadas que era posible observar impresiones de la piel del dinosaurio, lo que abre una ventana directa al pasado de estos animales. “Estas huellas no solo nos muestran cómo caminaban estos dinosaurios, sino que incluso nos permiten asomarnos a la textura de su piel”, señalan los investigadores.

Además, en uno de los yacimientos más destacados, Bullmoose Creek, se descubrieron múltiples series de huellas que avanzaban en la misma dirección. Esta evidencia sugiere que Ruopodosaurus clava no caminaba solo, sino que podría haber vivido y viajado en grupos, un comportamiento social que hasta ahora no había sido documentado de forma tan clara en Ankylosaurios.

Una pieza clave del rompecabezas evolutivo

Pero más allá de su impacto paleobiológico, este hallazgo resuelve una de las lagunas más persistentes en el registro fósil de los Ankylosáuridos en América del Norte. Hasta ahora, no se habían encontrado restos óseos ni huellas de estos animales en el intervalo temporal entre 100 y 84 millones de años atrás. Algunos científicos incluso habían propuesto que los Ankylosáuridos pudieron haber desaparecido temporalmente del continente, tal vez debido a cambios en el nivel del mar durante el Cretácico medio.

Sin embargo, las huellas de Ruopodosaurus clava, que se sitúan precisamente entre los 100 y 94 millones de años, contradicen esta hipótesis. Demuestran que los Ankylosáuridos no solo sobrevivieron durante ese período, sino que también coexistieron con otras formas de dinosaurios acorazados como los nodosáuridos, representados por las huellas tipo Tetrapodosaurus. Esto significa que la biodiversidad de estos herbívoros blindados era mucho mayor de lo que se pensaba, y que sus estrategias evolutivas incluyeron coexistencia y quizá competencia directa.

Comparaciones internacionales: Europa y Asia quedan atrás

El estudio también destaca la singularidad de Ruopodosaurus respecto a otras huellas de dinosaurios acorazados encontradas en otras partes del mundo. Por ejemplo, en Europa se conocen las icnoespecies Deltapodus, y en China Shenmuichnus. No obstante, ninguna de estas puede atribuirse con certeza a Ankylosáuridos con cola en forma de maza.

Esto convierte a Ruopodosaurus clava en la primera huella fósil del mundo que puede vincularse sin ambigüedades a un verdadero Ankylosáurido. “Esta evidencia nos proporciona una pieza esencial para comprender cómo evolucionaron los dinosaurios acorazados en distintos continentes durante el Mesozoico”, afirman los autores del trabajo.

Además, la coexistencia en el mismo estrato geológico de huellas Ruopodosaurus y Tetrapodosaurus revela que distintos tipos de Ankylosaurios compartieron hábitats al mismo tiempo, lo que abre interrogantes sobre sus nichos ecológicos, su dieta, su comportamiento social y su distribución territorial.

Tumbler Ridge: un tesoro paleontológico aún por explorar

La región de Tumbler Ridge, donde se realizó este descubrimiento, continúa ganando prestigio como una de las zonas más prometedoras del mundo para la investigación paleontológica. El Geoparque Global de la UNESCO que abarca esta área ya ha ofrecido numerosos hallazgos importantes, y los científicos creen que solo se ha explorado una pequeña fracción de su potencial.

“La importancia de esta región para entender la evolución de los dinosaurios en América del Norte es enorme”, enfatiza Victoria Arbour. “Cada nuevo descubrimiento aquí nos proporciona una visión más detallada y precisa de cómo eran los ecosistemas del Cretácico y cómo interactuaban las diferentes especies. Hay mucho más por descubrir”.

Fuente: Arbour, V. M., Lockley, M. G., Drysdale, E., Rule, R., & Helm, C. W. (2025). A new thyreophoran ichnotaxon from British Columbia, Canada confirms the presence of Ankylosaurid dinosaurs in the mid Cretaceous of North America. Journal of Vertebrate Paleontology. https://doi.org/10.1080/02724634.2025.2451319

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