Una nueva investigación demuestra que un área mayor que México puede restaurarse a sí misma como selva tropical sin intervención humana. Así lo afirma un nuevo estudio publicado en la revista Nature. El potencial es enorme: estas zonas reforestadas podrían almacenar hasta 23,4 gigatoneladas de CO₂ en 30 años.
Mientras muchos países ponen en marcha costosos programas para plantar árboles, este estudio apunta a una alternativa sorprendentemente sencilla: dejar que la naturaleza siga su curso. El equipo de investigadores del estudio analizó imágenes por satélite del crecimiento natural de los bosques entre 2000 y 2015. Mediante aprendizaje automático, pudieron distinguir entre bosques plantados y regeneración natural. Combinaron estos datos con factores como la calidad del suelo, la densidad de población y la distancia a los bosques existentes. Los investigadores incorporaron sus hallazgos a un mapa digital detallado, que puede ayudar a las comunidades locales y a los gobiernos a tomar decisiones informadas sobre la restauración de la naturaleza.
Ya se utiliza en Colombia
¿Qué muestra ese mapa? La selva es perfectamente capaz de restaurarse de forma natural. “Utilizando la regeneración natural, los países pueden alcanzar sus objetivos de reforestación de forma mucho más rentable”, explica la autora principal, Brooke Williams. “El potencial conjunto de datos sobre regeneración natural de los bosques que hemos creado puede ayudar a los responsables políticos y a los ejecutores de proyectos de restauración en regiones donde las técnicas de regeneración activa son inasequibles para alcanzar sus objetivos. Por ejemplo, ya hemos utilizado el conjunto de datos para identificar soluciones de restauración rentables en Colombia”, afirma la investigadora.
Las mejores oportunidades para la restauración de bosques naturales se encuentran en cinco países: Brasil, México, Indonesia, China y Colombia. La proximidad a bosques sanos desempeña un papel crucial en este sentido. Eso tiene sentido, dice el coautor Matthew Fagan, de la Universidad de Maryland, porque los bosques existentes proporcionan un suministro natural de semillas diferentes, lo que es esencial para una reforestación diversa. La superficie total que podría convertirse en bosque tropical abarca 215 millones de hectáreas.
No toda la tierra puede reforestarse
Sin embargo, no toda esta tierra es apta para la reforestación: algunas zonas se utilizan como pastizales o están demasiado cerca de las ciudades. Las zonas ganaderas abandonadas y las zonas forestales agotadas, en particular, ofrecen excelentes oportunidades. “Un alto potencial de regeneración natural no significa necesariamente que una zona deba volver a ser bosque. Estas decisiones corresponden a los responsables políticos a escala local, tras sopesar los costes y beneficios de las distintas acciones. Nuestro conjunto de datos puede contribuir a este proceso”, afirma Williams. Por ejemplo, si una zona ya es utilizada por una comunidad local para obtener alimentos, puede que no sea necesario restaurarla para convertirla en bosque, afirma. “Si, tras un proceso de toma de decisiones, se considera importante restaurar una zona de todos modos, los agricultores y las comunidades pueden ser compensados por su participación en la regeneración natural”.
Por último, Williams señala que los beneficios económicos de la regeneración natural pueden impulsar aún más la restauración de la naturaleza, sobre todo en regiones anteriormente dedicadas a la ganadería o la explotación forestal. “En la actualidad, los bosques a menudo no pueden superar económicamente a la agricultura intensiva”, afirma, pero con la aparición de los mercados del carbono y la biodiversidad, esto puede cambiar en el futuro. Sin embargo, los paisajes muy degradados requieren técnicas más intensivas para permitir su restauración, lo que conlleva costes más elevados.
Gran impacto potencial
El hecho de que grandes extensiones de terreno puedan reforestarse de forma poco costosa podría suponer una gran diferencia. “Si se restauraran estas zonas, los beneficios para la calidad del agua, el suministro de agua, la biodiversidad local y la calidad del suelo serían enormes”, afirma Fagan. “También sería muy beneficioso eliminar carbono de la atmósfera, así que la cuestión es saber dónde podemos hacerlo de la forma más eficaz. De eso trata este estudio”.
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