Según el Servicio de Salud Pública, entre el 10 % y el 15 % de las madres jóvenes sufren depresión posparto. Según una nueva investigación, el ejercicio puede evitar muchos disgustos.
Para ello, basta con 80 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana, según han calculado investigadores canadienses. Por ejemplo, caminar a paso ligero, hacer aeróbic, montar en bicicleta a paso ligero, clases de zumba, footing o entrenamiento de fuerza. Se trata de elevar ligeramente el ritmo cardíaco.
Problemas psicológicos tras el parto
La depresión y la ansiedad son relativamente frecuentes en los primeros meses después del parto. Esto hace que las madres se cuiden menos. El vínculo con su bebé también puede resentirse, con todas las consecuencias.
El tratamiento habitual de la depresión posparto consiste en fármacos y terapia. Pero los fármacos tienen efectos secundarios y las listas de espera para la terapia son largas. Investigaciones anteriores sobre depresión y ansiedad demuestran que la actividad física es una opción eficaz y asequible para reducir los síntomas. Sin embargo, aún no estaba claro si el ejercicio reduce realmente el riesgo de depresión posparto en los meses posteriores al parto, ni cómo debería ser este régimen de ejercicio.
El impacto del ejercicio
Para responder a esta pregunta, los investigadores de la Universidad canadiense de Alberta buscaron estudios relevantes publicados sobre el tema hasta enero de 2024. Para los científicos era crucial poder comparar los efectos del ejercicio con distintos tipos de intervenciones médicas o la ausencia de ellas. Hicieron una lista minuciosa de todo ello mediante un metaanálisis exhaustivo, con el objetivo de identificar las experiencias de las madres en las primeras 12 semanas y en los primeros 12 meses después del parto.
Al final, 35 estudios únicos (de una colección de 1152 estudios) superaron el riguroso proceso de selección, con un total de 4072 participantes de 14 países diferentes. Los programas deportivos estudiados oscilaban entre una y cinco sesiones de ejercicio a la semana, con sesiones de entre 15 y 90 minutos, y consistían en diferentes tipos de ejercicio, como cardio, entrenamiento de fuerza, estiramientos y yoga.
El ejercicio reduce los síntomas
Qué se descubrió: las mujeres que hacían ejercicio de intensidad moderada después del parto sufrían menos síntomas de depresión y ansiedad que las que dejaban su ropa deportiva en el armario. El riesgo de depresión posparto grave se redujo casi a la mitad.
Se comprobó que empezar un programa de ejercicio temprano, en las 12 semanas siguientes al parto, tenía un efecto aún mayor en la reducción de los síntomas depresivos que si las flamantes madres no empezaban a hacer ejercicio hasta más tarde. Y también interesante: cuanto más a menudo hacían ejercicio las madres, mayor era la reducción de los síntomas depresivos, aunque se descubrió que las mujeres necesitaban hacer ejercicio moderadamente intenso durante al menos 80 minutos a la semana, y en cuatro días diferentes a la semana, para conseguir una reducción notable de los síntomas.
Limitaciones y conclusiones
Los investigadores admiten en su estudio que las herramientas de medición utilizadas para la depresión y la ansiedad variaban bastante en los estudios y que la mayoría de estos se realizaron en países occidentales ricos. También señalan que la ansiedad y la depresión suelen presentarse juntas y que el impacto del ejercicio sobre esta combinación de síntomas aún no está del todo claro. No obstante, los investigadores concluyen que “el ejercicio tras el parto reduce la gravedad de los síntomas depresivos y de ansiedad, así como el riesgo de depresión posparto”. Este efecto es especialmente fuerte si las madres empiezan a hacer ejercicio regularmente en los tres primeros meses tras el parto.
El equipo canadiense también insiste en que “estos hallazgos pueden servir para crear opciones de tratamiento seguras, accesibles y asequibles para mejorar la salud mental posparto”. Además, esperan que, como resultado de su investigación, las pautas de ejercicio adquieran mayor protagonismo en las directrices basadas en pruebas para la salud posnatal.
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