¿Pensaba que era impresionante que los humanos cultivaran desde hace más de 12 000 años? Los investigadores han descubierto que las hormigas llevan unos 66 millones de años de ventaja.
La historia comienza con un acontecimiento catastrófico: el impacto del enorme asteroide que marcó el fin de la era de los dinosaurios. Aunque esta colisión cósmica fue fatal para muchas especies, incluidos todos los dinosaurios no voladores, creó involuntariamente las condiciones perfectas para que florecieran los hongos. En medio del caos y la devastación, algunas colonias de hormigas emprendedoras vieron su oportunidad. “La ola de extinción de finales del Cretácico fue un desastre para la mayoría de los organismos, pero los hongos vivieron su apogeo”, afirma Ted Schultz, investigador principal de un nuevo estudio publicado en la revista Science. “Las hormigas domesticaron estos hongos del mismo modo que los humanos domestican los cultivos. Lo extraordinario es que ahora podemos datar cuándo las hormigas cultivaron originalmente los hongos”.
¿Cómo lo saben?
Durante el estudio, los investigadores analizaron una gran cantidad de datos genéticos de cientos de especies de hongos y hormigas. Combinando esta información, pudieron crear un pedigrí evolutivo detallado. Este árbol genealógico reveló no solo que las hormigas empezaron a criar hongos poco después del impacto, sino también cómo evolucionó esta relación a lo largo del tiempo. Hace unos 27 millones de años se produjo un segundo acontecimiento crucial. Durante un periodo de enfriamiento global y cambio de paisajes en Sudamérica, las hormigas llevaron sus cultivos de hongos a zonas más secas. Esto aisló a los hongos de sus ancestros, haciéndolos completamente dependientes de las hormigas para sobrevivir.
La mayor base de datos del mundo
La base de estos descubrimientos reside en una impresionante cantidad de datos genéticos. Schultz y su equipo han recorrido literalmente medio mundo para recopilar su material de investigación. En más de 30 expediciones a Centroamérica y Sudamérica, han acumulado miles de muestras genéticas de hormigas y hongos. “Para detectar realmente patrones y reconstruir cómo ha evolucionado esta asociación a lo largo del tiempo, se necesitan muchas muestras de hormigas y sus cultivos de hongos”, explica Schultz. Este esfuerzo de un año ha dado como resultado la mayor base de datos genéticos de hormigas dedicadas a la agricultura del mundo. En total, se cartografiaron los datos genéticos de 475 especies de hongos, 288 de las cuales son cultivadas por hormigas. De las 276 especies de hormigas analizadas, 208 se dedican al cultivo de hongos.
Esta riqueza de datos permitió a los científicos establecer pedigríes evolutivos detallados tanto para las hormigas como para los hongos. Después, comparando las especies de hongos silvestres con sus parientes cultivados, pudieron poner fecha a la revolución agrícola de las hormigas. Esta, como ya se ha dicho, coincide exactamente con el impacto que marcó el final de la era de los dinosaurios.
250 especies se dedican a la agricultura
Aunque la base de datos de Schultz y su equipo es impresionante, aún no han podido examinar todas las especies de hormigas. En la actualidad, unas 250 especies diferentes de hormigas de Sudamérica y Centroamérica se dedican a la agricultura. Los científicos clasifican cuatro sistemas diferentes según su complejidad. La forma más avanzada de agricultura de hormigas hoy en día se encuentra entre las hormigas cortadoras de hojas. Estos insectos cosechan hojas frescas y las utilizan para alimentar sus jardines de hongos. Los hongos, a su vez, producen estructuras alimenticias especiales que las hormigas consumen.
Lecciones de la naturaleza
La investigación no solo ofrece un vistazo a la historia evolutiva, sino que también podría aportar valiosas ideas para nuestras propias prácticas agrícolas, afirma Schultz. “Las hormigas llevan practicando la agricultura y el cultivo de hongos mucho más tiempo que los humanos. Probablemente, podamos aprender algo del éxito agrícola de estas hormigas durante los últimos 66 millones de años”.
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