El conocido fenómeno meteorológico de El Niño, que cada pocos años provoca fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo, resulta ser mucho más antiguo de lo que se pensaba. De hecho, incluso cuando los dinosaurios aún vagaban por la Tierra, esta fluctuación natural del clima ya provocaba periodos húmedos y secos. Así se desprende de los nuevos modelos informáticos elaborados por investigadores estadounidenses de la Universidad de Duke.
Para el estudio, el equipo utilizó los mismos modelos climáticos avanzados que también emplea el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para las predicciones climáticas futuras. Solo que esta vez, los científicos hicieron retroceder el reloj en lugar de adelantarlo. De este modo, los investigadores no solo descubrieron que El Niño y su homólogo La Niña existen desde hace mucho tiempo, sino también que el fenómeno solía ser mucho más extremo que en la actualidad.
Debido a la enorme potencia de cálculo necesaria, los investigadores no pudieron simular cada año por separado. En su lugar, tomaron muestras de distintos periodos de tiempo, cada uno con 10 millones de años de diferencia. En total, analizaron 26 de estos “cortes temporales”. Para cada “porción” se simuló un periodo de miles de años, de modo que los resultados fueran lo más precisos posible. “En cada experimento, observamos una Oscilación Meridional de El Niño activa, y casi todas ellas son más fuertes que la actual, algunas mucho más fuertes, otras ligeramente más fuertes”, afirma el investigador principal, Shineng Hu. El equipo publicó un estudio sobre la investigación en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El supercontinente Pangea
Un aspecto especial del estudio es que El Niño existía cuando los continentes tenían un aspecto muy diferente al actual. Hace unos 250 millones de años, durante la Era Mesozoica, todos los continentes formaban aún parte del supercontinente Pangea. Donde ahora se encuentra el océano Pacífico, se extendía entonces el inmenso océano Panthalásico. Este océano primordial tenía un patrón de temperaturas muy diferente al de los océanos actuales. La atmósfera contenía mucho más CO₂ que hoy, lo que creó un efecto invernadero que calentó considerablemente el planeta. A pesar de que el sol irradiaba entonces un 2 % menos de energía, los océanos y la atmósfera eran considerablemente más cálidos que hoy. Las altas concentraciones de CO₂ crearon un efecto amplificador. En este cálido océano primordial se produjeron fluctuaciones de temperatura aún más potentes que El Niño actual.
Los estudios anteriores se centraban principalmente en las temperaturas oceánicas. Durante este estudio, Hu y su equipo decidieron fijarse también en los patrones de viento sobre la superficie del agua, ya que desempeñan un papel crucial. Hu compara el sistema con un péndulo: “El ruido atmosférico (los vientos) actúan como empujes aleatorios contra este péndulo. Descubrimos que ambos factores son importantes para entender por qué El Niño solía ser mucho más fuerte que ahora”. Este conocimiento histórico no solo es interesante para los amantes de la geología. Hu y su equipo insisten en que comprender el pasado es esencial para hacer predicciones fiables sobre el futuro.
¿Qué son El Niño y La Niña?
El Niño y La Niña son dos fenómenos meteorológicos opuestos que se producen debido a las fluctuaciones de las temperaturas de la superficie del océano Pacífico. Estos fenómenos tienen un gran impacto en los patrones meteorológicos de todo el mundo y pueden causar tanto inundaciones como sequías, dependiendo del lugar.
El Niño se produce cuando la superficie del océano se calienta de forma inusual en ciertas partes del Océano Pacífico. Esto provoca perturbaciones en la circulación atmosférica, que a su vez pueden causar condiciones meteorológicas extremas. En Sudamérica, por ejemplo, El Niño puede provocar lluvias torrenciales e inundaciones, mientras que otras partes del mundo, como Australia y el Sudeste Asiático, pueden sufrir sequías e incendios forestales. También puede provocar un invierno más suave en algunas partes de Norteamérica.
La Niña es el fenómeno opuesto y se caracteriza por temperaturas oceánicas más frías. Este fenómeno hace que las precipitaciones y las tormentas se desplacen a zonas que normalmente son más secas. Mientras tanto, la costa oeste de Sudamérica y algunas partes de Estados Unidos pueden sufrir sequías. Aunque La Niña suele tener efectos menos extremos que El Niño, el fenómeno puede provocar cambios notables en los patrones climáticos globales.
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