En una compleja operación que duró la friolera de 21 horas, Aaron James, un hombre de 46 años del estado norteamericano de Arkansas, se convirtió el año pasado en la primera persona del mundo en someterse a un trasplante ocular completo. Un año después, resulta que la operación fue un éxito mayor de lo esperado.
James, que entonces trabajaba como mecánico de alta tensión, sufrió graves lesiones en junio de 2021 al entrar en contacto con una corriente eléctrica de 7200 voltios. Su rostro quedó gravemente desfigurado y perdió el brazo izquierdo, la nariz, los labios, los dientes y el ojo izquierdo, entre otras cosas. James pronto se convirtió en candidato para una cirugía experimental, en la que se le trasplantó un ojo completo y parte de la cara de un donante. La operación tuvo lugar en mayo del año pasado.
La cirugía supera todas las expectativas
Los médicos que realizaron la operación esperaban que el ojo trasplantado sobreviviera al menos 90 días. Eso ya se consideraría un éxito. Ahora, más de un año después, el ojo sigue funcionando. Incluso parece haberse adaptado bien al cuerpo. “Aunque el receptor no ha recuperado la visión, el ojo trasplantado tiene una presión normal, un buen flujo sanguíneo y ha conservado partes de la retina, con algunas funciones remanentes. Muchos expertos pensaban que no llegaríamos a este punto, pero hemos logrado trasplantar y conservar un ojo sin rechazo inmunológico”, afirma Eduardo D. Rodríguez, uno de los médicos que dirigió la operación.
La cosa no queda ahí. Rodríguez dice ahora que el equipo seguirá investigando si es posible restaurar la visión en el ojo. Hay indicios prometedores de que esto es posible. De hecho, la retina del ojo trasplantado responde a la luz, según el último estudio, publicado en la revista JAMA. Sin embargo, el propio James aún no lo nota, y no hay garantías de que funcione eficazmente. A pesar de las incertidumbres sobre la recuperación de su visión, la operación ya ha devuelto a James muchas cosas. Puede volver a comer, saborear y oler alimentos sólidos, algo que no había sido posible desde su accidente.
Cirugía innovadora
El trasplante ocular fue muy complejo. Más de 140 profesionales sanitarios, entre cirujanos, enfermeras y especialistas, trabajaron durante unas 21 horas para trasplantar el tejido. El equipo utilizó tecnología 3D avanzada para planificar y llevar a cabo el trasplante con todo detalle. Unas guías de corte e implantes especiales hechos a medida garantizaron que los huesos y tejidos de la cara se colocaran con precisión en su sitio. Esta precisión era crucial para restaurar mejor la estructura facial y el ojo.
Otro aspecto importante de la operación fue el uso de terapia con células madre para aumentar las posibilidades de reparación del nervio. En el trasplante, la zona del nervio óptico se inyectó con células madre, que tienen la capacidad de sustituir a las células dañadas. Era la primera vez en la historia que se inyectaban células madre adultas en el nervio óptico durante un trasplante.
Mucho más difícil que el trasplante de córnea
El trasplante de todo el ojo es algo que antes se consideraba muy difícil, debido a los inmensos retos en términos de regeneración nerviosa y suministro de sangre a la retina. En un trasplante de córnea estándar, que se realiza miles de veces al año en todo el mundo, la conexión con el nervio óptico permanece intacta. Pero un trasplante ocular completo requiere volver a conectar este nervio, que es uno de los mayores obstáculos para recuperar la visión. Esta nueva técnica abre ahora nuevas puertas en la cirugía de trasplante y ofrece un rayo de esperanza a los pacientes con graves daños oculares y de visión.
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