Imagínese: pide su cerveza favorita en el bar y de repente ve cuántas calorías contiene. ¿Le haría dudar? Según un nuevo estudio, a muchos “grandes bebedores” del Reino Unido esta sencilla técnica les funciona.
Investigadores del University College de Londres (UCL) descubrieron que más de la mitad de este grupo cambiaría su forma de beber si las etiquetas de calorías fueran obligatorias. El estudio, publicado en la revista científica BMJ Open, incluyó una encuesta a casi 5000 adultos de Inglaterra. El resultado fue que el 54 % de los bebedores empedernidos afirmaron que cambiarían sus hábitos de consumo de alcohol si las etiquetas calóricas fueran obligatorias. También se descubrió que los grandes bebedores estaban mejor informados sobre el valor calórico de las bebidas alcohólicas que los no bebedores o los bebedores moderados.
Andrew Steptoe, autor principal del estudio, explica: “Nuestro estudio reveló que una proporción significativa de los bebedores empedernidos indicaron que estarían dispuestos a cambiar sus hábitos de consumo si se introdujeran etiquetas con las calorías”. Según Steptoe, el etiquetado puede ayudar a reducir el consumo de calorías procedentes del alcohol, especialmente entre las personas que obtienen una gran proporción de sus calorías diarias del alcohol, lo que aumenta su riesgo de obesidad. “Alrededor del 9 por ciento de las calorías que consumen los hombres y el 5 por ciento de las que ingieren las mujeres proceden de bebidas alcohólicas”, explica. “Así que añadir etiquetas con las calorías en el alcohol podría contribuir modestamente a mantener un peso saludable”.
Los bebedores empedernidos son defensores
Entonces, ¿cómo modificarían exactamente su comportamiento estos bebedores empedernidos? Aproximadamente una cuarta parte afirmó que elegiría bebidas con menos calorías. Otros encuestados beberían alcohol con menos frecuencia (18 %) o consumirían menos vasos por ocasión (17 %). Curiosamente, el deseo de etiquetas con calorías no se limita al supermercado: el 64 % de los encuestados opinaba que estas etiquetas deberían aparecer en tiendas y supermercados, mientras que al 52 % también le gustaría verlas en el sector de la hostelería. Los bebedores empedernidos son más partidarios de las etiquetas calóricas que los bebedores ocasionales.
Una caloría no es la otra
Lo que mucha gente no sabe es que las calorías del alcohol son “calorías vacías”. Esto significa que no aportan ningún valor nutritivo, como vitaminas, minerales u otros nutrientes esenciales. Por ejemplo, mientras que con la comida también se obtienen nutrientes valiosos, las calorías del alcohol solo aportan energía sin ningún beneficio para la salud. Esto facilita la ingesta involuntaria de calorías extra, que contribuyen al aumento de peso sin nutrir el organismo. Un vaso de vino normal puede contener fácilmente unas 150 calorías, mientras que una cerveza ronda las 200 calorías. Para los que beben varias copas por noche, esto se acumula rápidamente sin ningún valor nutricional añadido.
Las etiquetas calóricas por sí solas no van a resolver el problema
Los investigadores advierten de que es poco probable que las etiquetas calóricas basten por sí solas para reducir drásticamente el consumo de alcohol. Jamie Brown, coautor del estudio, subraya: “Aunque estos resultados son alentadores, es poco probable que el etiquetado calórico del alcohol contribuya por sí solo de forma sustancial a reducir los daños relacionados con el alcohol y la obesidad. Puede desempeñar un papel positivo como parte de un planteamiento más amplio, que incluya la regulación de la publicidad, la disponibilidad, los impuestos y el precio”.
Algunos bebedores empedernidos podrían incluso beber más
Un posible escollo de la táctica es que muchos bebedores empedernidos sobrestiman el valor calórico del alcohol. Si se colocaran etiquetas con las calorías en las botellas, algunas personas de este grupo podrían incluso beber más, especulan los investigadores. Por tanto, afirman, también sería útil aumentar la disponibilidad de bebidas alcohólicas bajas en calorías. Además, las campañas de concienciación sobre el consumo de alcohol podrían desempeñar un papel importante.
Aún no está claro si en el futuro veremos etiquetas con las calorías en las botellas de cerveza y vino. Pero una cosa es cierta: la concienciación sobre el valor calórico del alcohol es cada vez mayor. Y quién sabe, tal vez en el futuro no solo pidamos una cerveza, sino una dosis de concienciación para acompañarla. Salud.
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