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El uso de pantallas daña el desarrollo del lenguaje en niños pequeños
sábado, septiembre 14, 2024

El uso de pantallas daña el desarrollo del lenguaje en niños pequeños

Más tiempo frente a la pantalla afecta negativamente al desarrollo del lenguaje infantil

En un mundo en el que las pantallas son impensables, surge la pregunta: ¿qué efecto tiene en el desarrollo del lenguaje de los niños tanto mirar a las pantallas? Científicos de Estonia han descubierto que los niños imitan el comportamiento de sus padres ante las pantallas y que esto tiene un efecto negativo en el desarrollo del lenguaje. 

El equipo de investigadores analizó el uso de las pantallas de más de 400 niños de entre dos años y medio y cuatro años. También encuestaron a los padres sobre el uso de las pantallas por parte de toda la familia y las habilidades lingüísticas de los pequeños. Los resultados fueron aleccionadores. “Nuestra investigación demuestra que los patrones de uso de pantallas de los niños son similares a los de sus padres”, afirma Tiia Tulviste, una de las autoras del estudio publicado en la revista Frontiers in Developmental Psychology. Puede que esto no suene como un trueno, pero las consecuencias no son erróneas. Los niños que pasan mucho tiempo con tabletas, teléfonos inteligentes y televisores parecen tener menos fluidez en el lenguaje. Tanto su vocabulario como sus habilidades gramaticales hacen mella.

Los videojuegos tienen el mayor impacto

Pero no todo el tiempo de pantalla puede meterse en el mismo saco. Los investigadores descubrieron que los videojuegos, en particular, hacen mella en el desarrollo del lenguaje. Tanto si son los padres como los hijos los que juegan, el efecto es el mismo. Tulviste apunta a un posible aspecto cultural: “Para los niños estonios, hay muy pocos juegos de ordenador apropiados para el desarrollo de este grupo de edad. Es poco probable que los juegos en una lengua extranjera con una interactividad limitada o con un contenido únicamente visual ofrezcan oportunidades enriquecedoras para el aprendizaje del lenguaje oral y las habilidades comunicativas”.

El contenido educativo tampoco es bueno

Ahora surge la pregunta: ¿qué pasa con las aplicaciones educativas y los libros electrónicos? Aunque a primera vista parecen prometedores, la investigación demuestra que ninguno de ellos tiene un efecto positivo en el desarrollo del lenguaje de los niños pequeños. Tulviste subraya: “Aunque leer libros electrónicos y jugar a algunos juegos educativos puede ofrecer oportunidades de aprendizaje del lenguaje, especialmente a los niños mayores, las investigaciones demuestran que durante los primeros años de vida, la interacción verbal cotidiana cara a cara entre padres e hijos es el factor más influyente”.

Instantánea antes de la pandemia del COVID-19

El estudio también arroja luz sobre un problema mayor: la competencia entre el tiempo frente a la pantalla y el contacto “real”. El tiempo es simplemente finito, y cada minuto que se pasa frente a una pantalla es uno menos para el contacto humano directo. Son precisamente estas interacciones cotidianas, en las que los niños participan activamente, las que resultan ser de oro para el desarrollo del lenguaje.

Pero no todo es pesimismo. Los investigadores subrayan que su estudio es una instantánea anterior a la pandemia de la COVID-19. Es muy posible que las proporciones hayan cambiado desde entonces. Además, el estudio no hace un seguimiento de los niños durante un periodo más largo, por lo que no sabemos cómo se desarrollan los efectos a largo plazo.

Todo con moderación

¿Qué podemos aprender de todo esto? Parece que el viejo dicho de “todo con moderación” también se aplica en este caso. Aunque las pantallas no son necesariamente malas, está claro que no pueden sustituir al contacto humano real, especialmente en los cruciales primeros años de vida. Así que para los padres que ahora quieren tirar sus tabletas con pánico: no se preocupen. Se trata de ser consciente del tiempo que se pasa frente a la pantalla y dejar suficiente espacio para hablar, jugar y leer en voz alta “a la antigua usanza”. Porque, en última instancia, son esos momentos de interacción real los que ayudan a nuestros hijos a convertirse en adultos elocuentes. Y si no puede resistirse, vea con su hijo contenidos apropiados para su edad.

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