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¿Hacer ejercicio o comer algo? Así decide nuestro cerebro lo que haremos
jueves, agosto 08, 2024

¿Hacer ejercicio o comer algo? Así decide nuestro cerebro lo que haremos

La sustancia desconocida que controla nuestras elecciones entre actividad física y tentaciones (comida)

¿Haces ejercicio o prefieres ir corriendo a la cafetería a por un batido? Lo que ocurre exactamente en nuestro cerebro cuando hacemos este tipo de concesiones ha sido un misterio durante mucho tiempo. Pero unos investigadores suizos lo han descubierto: se trata del neurotransmisor orexina, relativamente desconocido.

Todos conocemos la dicotomía que a veces nos viene a la cabeza: ¿vamos valientemente al gimnasio o nos saltamos la sesión de gimnasia y cedemos a las tentaciones dulces y grasas? Según la Organización Mundial de la Salud, el 80 % de los jóvenes y el 27 % de los adultos no hacen suficiente ejercicio. La incidencia de la obesidad, por su parte, aumenta rápidamente tanto en adultos como en niños.

El papel de la orexina

“A pesar de estas estadísticas, muchas personas consiguen resistir las tentaciones constantes y hacer suficiente ejercicio”, afirma Denis Burdakov, profesor de neurociencia de la ETH de Zúrich. “Queríamos saber exactamente qué ocurre en su cerebro que les ayuda a tomar estas decisiones”.

En sus experimentos con ratones, los investigadores demostraron que la sustancia mensajera orexina desempeña un papel crucial. La orexina es uno de los más de 100 neurotransmisores activos en el cerebro. Otras sustancias químicas de señalización, como la serotonina y la dopamina, se descubrieron hace mucho tiempo. Son mucho más conocidas por el gran público y su función se ha descifrado en gran medida. La situación es diferente en el caso de la orexina: esta sustancia se describió por primera vez hace solo 25 años y los científicos trabajan ahora paso a paso para desentrañar sus funciones.

La dopamina no lo explica todo

“En neurociencia, la dopamina es una explicación popular de por qué hacemos unas cosas y evitamos otras”, explica Burdakov. Esta sustancia es esencial para nuestra motivación general. “Sin embargo, nuestros conocimientos actuales sobre la dopamina no explican por qué decidimos hacer ejercicio en lugar de comer”, prosigue. “Nuestro cerebro libera dopamina cuando comemos, pero también cuando hacemos ejercicio. No hay una explicación clara de por qué preferimos una cosa a la otra”.

Para averiguar exactamente qué impulsa estas decisiones, los investigadores idearon un ingenioso experimento conductual con ratones. Los ratones podían elegir entre ocho opciones diferentes durante las pruebas de 10 minutos, entre ellas una rueda para correr y un “bar de batidos” donde podían tomar un sabroso batido de fresa. “A los ratones les gustan los batidos tanto como a los humanos: están llenos de azúcar y grasa, y tienen un sabor excelente”, dice Burdakov.

Cinta de correr o barra de batidos

En el experimento, los científicos compararon distintos grupos de ratones: uno con un sistema de orexina intacto y otro en el que el sistema se había bloqueado con un fármaco o mediante modificación genética. Los ratones con el sistema de orexina intacto pasaron el doble de tiempo en la rueda de correr y solo la mitad en la barra de batidos, en comparación con los ratones con el sistema de orexina bloqueado.

Curiosamente, no hubo diferencias de comportamiento entre los grupos en los experimentos en los que los ratones no tenían elección: se dedicaban con igual fanatismo a la rueda de correr o a la barra de batidos. “Esto significa que la función principal del sistema de orexina no es controlar cuánto se mueven o comen los ratones”, aclara Burdakov. “Más bien, parece ser importante para tomar la decisión entre las dos, si ambas opciones están disponibles”. Sin orexina, la decisión se decantó en gran medida a favor del batido y los ratones renunciaron a hacer ejercicio en favor de comer.

Narcolepsia

Los investigadores esperan que la orexina también sea responsable de esta decisión en los humanos. Esto se debe a que las funciones cerebrales implicadas son prácticamente las mismas. “La tarea ahora es verificar nuestros resultados en humanos”, dice la investigadora Daria Peleg-Raibstein. Esto puede hacerse examinando a pacientes que tienen un sistema de orexina restringido debido a sus antecedentes genéticos. Es el caso de aproximadamente una de cada dos mil personas que padecen narcolepsia, un trastorno del sueño. Otra posibilidad es observar a personas a las que se administra un fármaco que bloquea la orexina. Tales fármacos están aprobados para pacientes con insomnio.

“Si comprendemos cómo nuestro cerebro elige entre el consumo de alimentos y la actividad física, podremos desarrollar estrategias más eficaces para atajar la epidemia mundial de obesidad y los trastornos metabólicos relacionados”, afirma Peleg-Raibstein. En este sentido, Burdakov se alegra de ceder el testigo a los científicos dedicados a la investigación clínica en humanos. Su próximo paso es investigar cómo interactúan las neuronas de orexina con el resto del cerebro a la hora de tomar “decisiones de deporte o merienda”.

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