¿Quién iba a pensar que una papas normal y corriente volvería a ser considerada un superalimento? La papa (especialmente la piel) está repleta de potasio, incluso más que en un plátano. Si la asas o la fríes, casi todas las vitaminas y minerales útiles van a parar a tu plato.
La papa es un cultivo de la familia de las solanáceas, como el tomate, el pimiento, la berenjena y el tabaco. Es una planta que almacena energía en tubérculos subterráneos en forma de almidón. Durante generaciones, hemos trabajado con gusto estos tubérculos subterráneos en todas las formas y tamaños. En rodajas, gajos o cubos, con o sin piel, hervidos, al horno, en puré, salteados y fritos. La papa es el cultivo alimentario más importante del mundo después del arroz, el trigo y el maíz.
El sorprendente aliado contra la diabetes
Investigadores de la Universidad de Nevada en Las Vegas (UNLV) escriben sobre los poderes especiales del tubérculo en un estudio publicado esta semana en las revistas científicas. La buena y vieja papa resulta ser un aliado inesperado en la lucha contra la obesidad y la hiperglucemia en adultos con diabetes. Aunque las papas (especialmente la piel) están llenas de nutrientes beneficiosos para la salud, suelen tener mala fama en el país de las dietas. Pero eso puede cambiar pronto gracias a este nuevo estudio.
“Me gusta investigar alimentos estigmatizados en el mundo de la dieta”, explica la científica Neda Akhavan. “La mayoría de la gente asocia la papa con los fritos o con algo rico en grasas. Queríamos demostrar que una papa (si se prepara adecuadamente) es funcional y saludable”.
Para demostrarlo, Akhavan reunió a 24 participantes con diabetes tipo 2 bien controlada. Durante 12 semanas, se les entregó diariamente una papa precocinada con piel de unos 100 gramos, que contenía unos 20 gramos de hidratos de carbono. Esta papa sirvió como tentempié o guarnición para los participantes. Mientras tanto, al grupo de control se le dio una ración diaria de arroz blanco con un número similar de calorías y carbohidratos. Los participantes podían condimentar sus papas con hierbas, especias o media cucharada de mantequilla, pero no podían freírlas.
Resultados alentadores
Los resultados tras las 84 papas por persona fueron alentadores. Los participantes que comieron papas mostraron un ligero descenso de sus niveles de azúcar en sangre. También disminuyó el perímetro de la cintura, se redujo la frecuencia cardiaca en reposo y mejoró la composición corporal, es decir, la distribución de los distintos tipos de tejido del cuerpo, como la masa grasa, la masa magra, la masa muscular, el agua y la densidad ósea.
“Nuestro estudio demuestra que podemos incluir las papas blancas en la dieta de las personas con diabetes de forma saludable, sobre todo como sustituto de otros alimentos con alto índice glucémico, como el arroz blanco”, aclara Akhavan. “No medimos efectos adversos para la salud, y algunos beneficios para la salud cardiometabólica coincidían con lo que pensábamos de antemano. Así que, desde luego, los diabéticos no necesitan hacer una reverencia a las papas”.
Moderación y preparación adecuada
Como con cualquier otro alimento, las papas son cuestión de moderación y preparación adecuada. “Las papas son muy versátiles y encajan en platos de todas las clases sociales, pero es importante que formen parte de una dieta equilibrada”, dice la científica de la alimentación. “Si tienes poco tiempo, prepara de una vez una gran cantidad de papas asadas o al horno. Así tendrás suministro para varios días. También se pueden cocer, pero el objetivo es retener la mayor cantidad posible de potasio de la piel. Lamentablemente, parte de este se pierde en la cocción”.
El poder de la piel
Las papas son una de las mayores fuentes de potasio de la dieta occidental. Una dieta rica en potasio puede prevenir la hipertensión y el desarrollo de diabetes. Además, la piel de las papas contiene un tipo de fibra llamada almidón resistente, que contribuye a una mejor regulación de la glucosa, un perfil lipídico más saludable (espectro lipídico) y una mayor sensación de saciedad. Por todas estas razones, Akhavan recomienda comer papas con piel. Sin embargo, es importante limpiar bien la papa sin pelar antes de que acabe en la sartén.
Así que la próxima vez que quiera coger un plátano, piense también en la papa. “Mucha gente se sorprende cuando oye que una papa contiene más potasio que un plátano”, dice Akhavan. “Lo creas o no, una papa asada es uno de los alimentos más saciantes de la dieta occidental. Cuando una papa se come asada, nos ayuda a mantener una sensación de saciedad durante todo el día”.
Futuras investigaciones
Akhavan planea ampliar su investigación a un grupo más amplio y diverso de participantes en los próximos meses. También tiene previsto integrar las papas en una dieta mediterránea y estudiar cómo afecta el consumo de papas a los patrones dietéticos y los beneficios para la salud asociados.
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