Mientras que las mujeres embarazadas sufren sobre todo de falta de memoria, los peces parecen tener más problemas para tomar decisiones.
Durante el embarazo ocurren muchas cosas en el cuerpo. En el proceso, muchas mujeres también experimentan lo que se conoce como “cerebro de embarazada”. Esto puede manifestarse en dificultad para concentrarse, olvidos, pérdida de cosas, dificultad para encontrar las palabras adecuadas y otras formas de trastornos mentales. Pero, al parecer, el cerebro del embarazo no es algo que solo padezcan los humanos. Porque incluso los peces parecen experimentar algo parecido.
Hasta ahora se han realizado muchos estudios sobre cómo afecta el embarazo al cerebro de las personas. Estos estudios han demostrado cómo las alteraciones en los procesos neurológicos, como la neurogénesis (la creación de nuevas neuronas), pueden afectar al aprendizaje y la memoria. Un nuevo estudio investiga ahora este fenómeno por primera vez en peces.
Peces vivíparos
Aunque la mayoría de los peces se reproducen poniendo huevos, hay algunas especies que son vivíparas. Es el caso, por ejemplo, de peces de acuario tan populares como los guppys, los mollies y los platys de la familia Poeciliidae. “Nuestro objetivo era investigar si cambios similares relacionados con el embarazo en la cognición y la neurogénesis también se producen en otros grupos evolutivos vivíparos, especialmente en especies que no tienen placenta”, dice la investigadora Tiffany Ernst. “En los mamíferos, se cree que la placenta desempeña un papel en la regulación de los cambios cerebrales maternos relacionados con el embarazo”.
Superfetación, el experimento
Para estudiarlo, Ernst y su equipo examinaron una especie concreta de pez, concretamente el Poeciliopsis gracilis. “Esta especie de peces es especialmente interesante porque presentan superfetación”, explica Ernst. “Esto significa que pueden estar preñadas simultáneamente de múltiples crías con edades solapadas. De hecho, mis peces están casi constantemente preñados durante toda su vida adulta. Esto significa que cualquier efecto negativo sobre la cognición podría ser más notable en esta especie”. Los investigadores esperaban comprender cómo el embarazo puede provocar cambios en el cerebro de una especie vivípara que no es un mamífero. “Esto nos ayudaría a entender si los animales vivíparos han desarrollado adaptaciones evolutivas en sus cerebros para permitir embarazos sanos”, dijo Ernst.
Para investigar cómo afecta el embarazo a la forma de pensar de los peces, los investigadores entrenaron a peces preñados y no preñados para que asociaran un disco verde con la comida. A continuación se les encomendó una tarea en la que se mostraban dos discos en lugares diferentes. Los investigadores comprobaron la flexibilidad de los peces cambiando los puntos de los discos recompensados y no recompensados. De este modo, querían ver hasta qué punto los peces podían adaptarse a la nueva ubicación de la comida.
Ernst y su equipo descubrieron que tanto los peces preñados como los no preñados realizaban igual de bien las tareas de pensamiento. Pero, sorprendentemente, los peces preñados se mostraban mucho más indecisos a la hora de elegir a qué disco acercarse. “No encontramos diferencias en el crecimiento celular de las regiones cerebrales responsables del aprendizaje y la memoria”, explica Ernst. “Lo que nos sorprendió, sin embargo, fue que las hembras preñadas mostraban en realidad un menor crecimiento celular en las áreas implicadas en el reconocimiento de olores”. Este descubrimiento inesperado sugiere que el embarazo de los peces puede afectar a su capacidad para interpretar los olores en el agua. Y esto, a su vez, puede contribuir a su reticencia a tomar decisiones durante las pruebas cognitivas. “En el caso de P. gracilis, esta vacilación puede ser una estrategia de adaptación”, sospecha Ernst. “Como resultado, las hembras pueden evitar el riesgo de buscar comida cuando la recompensa es incierta. De este modo, conservan energía”.
En resumen, mientras que el cerebro preñado en los humanos afecta principalmente al aprendizaje y la memoria, la toma de decisiones y la percepción sensorial parecen verse afectadas sobre todo en los peces. “Nuestra investigación sugiere que el embarazo en los peces puede afectar a la cognición materna y alterar el crecimiento de las células cerebrales, pero no de la misma manera que en los mamíferos”, concluye Ernst. “Esto significa que el embarazo puede tener efectos diferentes en el cerebro de las distintas especies. Y esto, a su vez, puede afectar a la forma en que las madres se adaptan a los retos de la reproducción, tanto mental como físicamente”.
Sin comentarios