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La ganadería intensiva aumenta el peligro de futuras pandemias, advierten los científicos
sábado, julio 20, 2024

La ganadería intensiva aumenta el peligro de futuras pandemias, advierten los científicos

¿Miedo a una nueva pandemia? Es hora de hacer frente a la bioindustria

La pandemia de la gripe aviar quedó atrás hace algún tiempo, pero aún no hemos olvidado cómo un pequeño salto vírico de los animales a los humanos puede causar tanta miseria. Y podría repetirse fácilmente. Es más, la bioindustria no hace sino aumentar esa posibilidad.

A menudo se alaba la producción ganadera intensiva (especialmente por parte de la propia industria) como método para reducir el riesgo de zoonosis al tener un mayor control y separar el ganado de otros animales. Pero un nuevo estudio demuestra algo muy distinto. El impacto de la intensificación de la agricultura en la probabilidad de una nueva pandemia es “incierto en el mejor de los casos, y en el peor aumenta el riesgo”, afirman los investigadores.

Las granjas no están aisladas

Por primera vez se ha analizado la influencia de los factores sociales y económicos, que hasta ahora a menudo se habían pasado por alto. El investigador principal, el profesor Steve Hinchliffe, de la Universidad británica de Exeter, explica: “La pandemia del COVID-19 ha reavivado el interés por las enfermedades infecciosas y, en especial, por los virus zoonóticos. Los riesgos de aparición y transmisión de virus dependen de varios factores, como el contacto entre humanos y animales y el uso que hacemos de la tierra. La ganadería desempeña un papel potencial en la medida en que los animales de granja se encuentran entre los hospedadores de un virus y pueden servir como fuentes o amplificadores de patógenos emergentes”.

El mito de la ganadería intensiva

Las enfermedades, según el profesor, son siempre algo más que una mera cuestión de transmisión de virus, contacto humano-animal e infección. “El mito fundamental de la ganadería intensiva es que separamos el ganado de los animales salvajes, eliminando así el riesgo de transmisión de enfermedades. Pero estas granjas existen en el mundo real: los edificios y las vallas pueden sufrir daños, pueden entrar animales salvajes como ratas o pájaros, y los trabajadores también se desplazan. En resumen, siempre pueden ocurrir accidentes. Si tenemos en cuenta este tipo de factores, el riesgo de pandemia de la ganadería intensiva es preocupante”, afirma el científico.

Y no hace más que empeorar. La expansión de la ganadería intensiva y la consiguiente contaminación ambiental pueden aumentar aún más el riesgo de brotes de enfermedades. Esta intensificación también conduce a un “paisaje mixto” con una gran variedad de actividades agrícolas, lo que aumenta el riesgo.

Actividades segregadas

Se supone que las explotaciones mantienen sus actividades separadas del mundo exterior precisamente para evitar estos problemas. Pero para muchos agricultores los costes son elevados y en Europa, por ejemplo, muchas granjas son viejas y caras de mantener, mientras que en Estados Unidos, de nuevo, suelen ser estructuras al aire libre donde las redes tienen que hacer su trabajo de protección. Por otra parte, en las regiones subtropicales, la protección se contrapone a la necesidad de evitar el sobrecalentamiento de los animales. En resumen, en casi todo el mundo hay razones que dificultan que las granjas creen un entorno biológicamente cerrado.

Un fuerte lobby

Los estrechos vínculos entre las grandes empresas agrícolas y las autoridades nacionales también impiden que se aborden estas cuestiones. E incluso así, no es suficiente. El investigador Kin Wing (Ray) Chan subraya: “La mejora de la bioseguridad en las granjas y la normalización de la producción animal no son la solución para conseguir un entorno libre de enfermedades. Más bien hay que examinar los factores socioculturales de la intensificación ganadera y sus efectos en el planeta, el medio ambiente y el bienestar animal”.

Por supuesto, hace tiempo que sabemos que muchas enfermedades animales están causadas por la ganadería intensiva. Pensemos en la peste porcina, la fiebre Q o la gripe aviar. Muchos millones de animales ya han tenido que ser sacrificados como consecuencia de ello, y las personas también han enfermado, por ejemplo, por la bacteria que causa la fiebre Q.

Casi se podría pensar que sería una buena idea detener la bioindustria, preferiblemente antes de que una nueva pandemia haga estragos en el mundo.

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