A los elefantes les gusta charlar entre ellos. Se comunican de muchas maneras: agitando las orejas o la cola, pero prefieren gruñir por lo bajo. Así, por ejemplo, dejan claro que es hora de irse, según demuestra una nueva investigación.
Científicos de la Universidad de Stanford observaron en el famoso Parque Nacional de Etoshja, en Namibia, cómo los elefantes macho se reunían al atardecer en una charca para beber. Al cabo de un rato, un elefante macho de más edad levantó la cabeza y emitió un gruñido grave y profundo agitando las orejas. La respuesta no se hizo esperar: uno a uno, los demás respondieron con un gruñido sonoro, señal de que era hora de seguir adelante.
No solo las hembras
Es la primera vez que los científicos demuestran que los elefantes macho tienen un gruñido específico para señalar que todo el grupo debe marcharse. Suelen ser los machos más sociables y dominantes los que inician el gruñido. Durante mucho tiempo se pensó que solo las hembras lo hacían dentro de sus familias.
“Nos sorprendió que estos elefantes macho, de los que siempre se pensó que solo tenían lazos sociales laxos, utilizaran una coordinación vocal tan sofisticada para actuar”, afirma la investigadora principal, Caitlin O'Connell-Rodwell, de Harvard. “Estas llamadas nos muestran que a través de su comunicación vocal ocurre mucho más de lo que se sabía hasta ahora”.
Un gruñido con significado ¡Vamos!
La investigadora grabó por primera vez el gruñido “vamos” en 2004, cuando salió a la sabana por la noche para aprender cómo se mueven los sonidos de los elefantes a través el suelo. “Me emocioné mucho cuando lo grabé”, recuerda. “Me encantó que estos machos utilizaran vocalizaciones complejas igual que las hembras”.
De 2005 a 2017, los investigadores recopilaron datos en la charca de Mushara, en Namibia. Utilizaron micrófonos enterrados en el suelo y cámaras de visión nocturna, para registrar los sonidos infrasónicos, inaudibles para el oído humano, y el comportamiento de los elefantes macho. Por ejemplo, anotaron qué elefantes empezaban a gruñir, cómo reaccionaban los demás y qué secuencia de gestos y sonidos provocaba la marcha de todo el grupo.
Aprendieron de su madre
Los gruñidos que dejaban claro que era hora de marcharse eran muy parecidos a los de las hembras cuando llegaba el momento de irse. Así que es de suponer que los machos aprendieron este comportamiento de sus madres cuando eran pequeños.
“Crecieron en una familia en la que todas las jefas realizaban este ritual”, explica O'Connell-Rodwell. “Creemos que a medida que maduran y forman sus propios grupos, adaptan este comportamiento aprendido y lo utilizan para comunicarse con otros machos”.
Cadena de sonidos
Tanto en los elefantes machos como en las hembras, la llamada del iniciador va seguida del gruñido del siguiente elefante. Cada elefante espera hasta que la llamada de su predecesor está a punto de terminar antes de emitir su propia voz. Así se crea un patrón armonioso. “Es muy sincronizado y ritual. Cuando uno sube, el otro baja, y coordinan el sonido”, explica la investigadora.
Este estudio sigue a otro, sobre el que ya hemos escrito, que demostró que los elefantes salvajes tienen nombres únicos entre ellos. Esto indica el uso de sustantivos en su comunicación. “En nuestro estudio, demostramos que los elefantes utilizan verbos en forma de este gruñido de ‘vamos’. Cuando utilizan sustantivos y verbos juntos, eso es lenguaje”, afirma O'Connell-Rodwell.
Un viejo y sabio mentor
Lo que también descubrieron los investigadores es que algunos machos dominantes asumen una especie de papel de mentor dentro de su grupo social. Ayudan a reforzar la cohesión entre ellos y a mantener la estabilidad. “Estos elefantes asumen papeles de mentores. Se preocupan por los machos jóvenes, que quieren todo tipo de cosas y siempre necesitan contacto físico. Los machos mayores están dispuestos a tomarlos bajo su protección, guiarlos, compartir recursos con ellos y tolerar sus altibajos emocionales”.
Por eso, en los países donde se permite la caza, hay que tener especial cuidado con los elefantes macho más viejos y sociables, ya que su muerte puede alterar las estructuras sociales del grupo. “Nuestros hallazgos no solo ponen de relieve la complejidad y riqueza de la vida social de los elefantes macho, sino que también muestran cómo los elefantes utilizan los sonidos vocales en rituales y para coordinarse, y realmente nos acercan a la idea de un lenguaje elefantiásico”, concluye la investigadora.
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