La gallina no es el animal más imaginativo, sin embargo, el ave puede expresar hasta siete emociones diferentes. En el proceso, levantan las plumas e incluso pueden sonrojarse.
Se sabe que las aves mueven las plumas de la cabeza y se decoloran la piel, lo que les confiere una expresión facial diferente, pero hasta ahora no estaba claro si (al igual que los humanos) expresan emociones de este modo. Para averiguarlo, los investigadores filmaron a 18 pollos mansos de dos razas mientras correteaban por una granja de Francia. También filmaron a los pollos mientras alguien los agarraba y los sujetaba y cuando eran recompensados con un sabroso bocado.
Gallinas satisfechas
Para ello, los investigadores observaron la posición de las plumas de la cabeza y el color de la piel de sus caras en siete situaciones que diferían en emoción y nivel de excitación. Por ejemplo, las aves se cepillan las plumas cuando están relajadas y satisfechas. Si se les da de comer, suelen sentirse excitadas y felices. Si son capturadas, su nivel de estrés aumenta y se sienten ansiosas.
Por eso, la posición de las plumas en la cabeza y el color de la piel varían según el contexto. Las plumas levantadas indican principalmente satisfacción, mientras que los pollos con rubor muestran que están asustados o, por el contrario, felices y excitados. Su piel se decolora ligeramente en situaciones que provocan tanto excitación como emoción positiva. Así que el grado en que un pollo se sonroja refleja cambios emocionales sutiles.
Reacciones sutiles a su entorno
La investigadora Aline Bertin, de la Universidad de Tours, explica los resultados. “Al principio pensé que lo más notable era su capacidad para ponerse muy rojas en cuestión de segundos cuando algo las perturba, pero en retrospectiva creo que es aún más notable ver cómo su piel se aclara cuando están muy tranquilas. Mucha gente que tiene gallinas puede ver cómo se ponen más o menos rojas, pero realmente hay que tomarse su tiempo y establecer una relación de confianza para ver cómo ocurre cuando están descansando a tu lado o cuando las acaricias”.
En cuanto a las plumas, los resultados coinciden con los de investigaciones anteriores sobre loros. “Las plumas levantadas de la cabeza son más frecuentes en situaciones positivas”, explica Bertin. “Nuestro trabajo demuestra que los pollos pueden expresar sus emociones con una complejidad similar a la de los loros. Es decir, hay tanto una respuesta fisiológica en forma de rubor como una respuesta conductual a través de los movimientos de las plumas”. “Desde hace tiempo se sabe que el color de la piel indica la salud del pollo. Los pollos enfermos tienen una piel pálida o incluso azulada que apenas cambia de color. Nuestro trabajo demuestra que en los animales sanos, los cambios de color se producen en cuestión de segundos. Esto significa que el color de la piel de los pollos puede cambiar constantemente en función de sus actividades o de los estímulos ambientales”.
Pero lo más sorprendente fue ver con qué intensidad reaccionan los pollos al menor acontecimiento de su entorno. “Reaccionan al sobrevuelo de aviones, a la llamada de los halcones, a las mariposas que pasan volando por delante de sus picos… Esto no se describe en el estudio, pero también observamos diferencias significativas entre cada pollo dentro del grupo. Algunos pollos se sobresaltan muy fácilmente al menor ruido, mientras que otros reaccionan con mucha menos violencia”, afirma la investigadora.
Al igual que los humanos
Es la primera vez que se estudian las expresiones faciales de un pollo. Así, los pollos parecen mostrar sus emociones a través de distintas expresiones, al igual que los humanos y otros mamíferos. Según los investigadores, esta información puede servir para mejorar el bienestar de las aves de corral en las granjas. “El rubor de la piel del pollo doméstico proporciona una ventana a sus emociones”, afirman. “En el caso de los pollos domésticos, creemos que este estudio puede ayudarles a evaluar mejor cómo perciben su entorno, por ejemplo, la presencia de un humano. También es importante conocer su estado de calma y satisfacción para conocer su bienestar. En última instancia, los resultados pueden ayudar a diseñar mejor su espacio vital y favorecer su bienestar”, afirma Bertin.
En busca de un pollo sonrojado
Las personas que están en casa también pueden darse cuenta de las emociones de un pollo si hacen un pequeño esfuerzo. “Quienes interactúan mucho con gallinas ya pueden hacerse una idea de su nivel de excitación observando su comportamiento y el ruido que producen. Pero si primero se toman el tiempo de observar a los animales sin movimiento y en un estado de calma, creo que también pueden detectar los cambios de color con bastante facilidad”, concluye la investigadora.
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