Seahenge se erigió durante un periodo de intenso frío, con el objetivo de alargar el verano y traer de vuelta días más cálidos, sospecha ahora un investigador inglés.
En la playa de Norfolk, situada al este de Inglaterra, se descubrió en 1998 un misterioso círculo de madera milenario. El monumento, que consiste en un tocón de árbol volcado rodeado por 55 postes de roble muy próximos entre sí, salió a la luz debido al desplazamiento de las dunas de arena. Desde su descubrimiento, los científicos se han preguntado para qué servía exactamente este monumento en tiempos pasados. Y el investigador David Nance cree saberlo ahora.
Aunque el enigmático monumento se conocía originalmente como Holme I, pronto adquirió el sobrenombre de Seahenge por su parecido con Stonehenge y su ubicación costera. Lo que sabemos del monumento es que tiene unos 4000 años de antigüedad y se remonta a la antigua Edad de Bronce. Parece que se construyó con madera en la primavera del año 2049 a. C. Inicialmente, se construyó en la marisma salobre, lejos de la costa. El entorno pantanoso creó una capa de turba que fue cubriendo las estructuras de madera, protegiéndolas de la descomposición.
Mientras tanto, han circulado muchas especulaciones sobre la función original del monumento. Antes se sospechaba que el círculo se erigía para señalar la muerte de una persona. Algunos creen que se utilizaba en los funerales, donde los difuntos eran depositados en su interior para ser recogidos por los carroñeros. Pero ahora la investigación de Nance propone una idea diferente.
Cambio climático prehistórico
Nance sospecha que Seahenge se construyó en respuesta a un periodo de cambio climático severo hacia finales del tercer milenio antes de Cristo. Así, se habría erigido durante un periodo de frío extremo. Cree que se hizo con el objetivo de realizar rituales destinados a prolongar el verano y traer de vuelta un clima más cálido. “Hace unos 4000 años, cuando se construyó Seahenge, había periodos prolongados de frío, con inviernos duros y primaveras tardías”, explica Nance. “Esto causaba problemas a los habitantes de la costa. Todo parece indicar que este monumento se construyó con el objetivo de detener la grave amenaza del clima frío”.
Para corroborarlo, Nance señala la alineación de Seahenge con la salida del sol durante el solsticio de verano. “El estudio de los postes de madera de Seahenge demostró que fueron cortados en primavera”, explica Nance. “Es plausible que estos postes se colocaran de acuerdo con la salida del sol durante el solsticio de verano”. Cree que Seahenge se erigió para imitar una antigua leyenda según la cual se captura una ave llamada cuco para que el verano dure más. “Según las antiguas historias, el cuco, que se consideraba un símbolo de fertilidad, dejaba de cantar en el solsticio de verano”, explica Nance. “Entonces regresaba al ‘Otro Mundo’, y el verano desaparecía con él”. Al parecer, el monumento imita la forma de dos supuestos cuarteles de invierno del cuco de la leyenda: un árbol hueco o los “arcos del Otro Mundo”, representados por el tocón de roble volcado del centro.
Un segundo círculo, Holme II
Nance también estudió “Holme II”, un segundo círculo adyacente del mismo año, centrado alrededor de dos troncos de roble aplanados. Para Holme II, hace referencia a leyendas sobre “reyes santos” de la Edad de Hierro en Irlanda y el norte de Gran Bretaña. Según estas leyendas, estos reyes eran sacrificados cuando la adversidad se abatía sobre la comunidad. Esto se hacía en un intento de propiciar a la diosa Venus y restablecer así la armonía. “Se les sacrificaba ritualmente cada ocho años durante Samhain (ahora Halloween), de acuerdo con el ciclo de ocho años de Venus”, explica Nance. “Las estructuras de Holme II, que debían albergar un ataúd, estaban orientadas hacia el amanecer durante Samhain en el año 2049, cuando Venus aún era visible”.
En definitiva, Nance cree haber encontrado ahora una explicación concluyente para ambos misteriosos monumentos. “Aunque ambos monumentos fueron erigidos para rituales diferentes, comparten un propósito común: detener el frío extremo”, concluye.
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