Todos conocemos el dicho: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Puede sonar lógico, pero nunca se había demostrado. Investigadores estadounidenses lo han conseguido por fin con la ayuda de un nuevo modelo matemático.
Decidieron volver a probar la teoría del equilibrio social, ideada en los años 40 por el psicólogo austriaco Fritz Heider. Esta teoría explica cómo las personas buscan de forma natural la armonía en su círculo social. Según Heider, cuatro reglas conducen a ello: un enemigo de un enemigo es un amigo, un amigo de un amigo es un amigo, un amigo de un enemigo es un enemigo y un enemigo de un amigo es un enemigo.
Modelos demasiado simples
Numerosos estudios han intentado confirmar esta teoría, pero han fracasado porque las redes sociales reales se desvían de los modelos. La mayoría de los modelos de redes eran demasiado simplificados para captar realmente la complejidad de las relaciones humanas de forma adecuada.
Pero los investigadores de la Universidad Northwestern consiguieron integrar las dos piezas clave que hacen que el marco social de Heider se cumpla: en la vida real, no todo el mundo se conoce y algunas personas son más positivas que otras. Los investigadores saben desde hace tiempo que esos dos factores afectan a las relaciones sociales, pero los modelos existentes solo podían tener en cuenta un factor a la vez. El nuevo estudio encontró una solución a eso. Permitió a los investigadores confirmar por fin la famosa teoría de Heider, ochenta años después de haber sido concebida.
Intuición social y polarización
El nuevo modelo es mucho más que un bonito ejercicio de reflexión. También puede utilizarse en la práctica para comprender mejor la dinámica social. Pensemos en las relaciones internacionales, pero también en la polarización política interna. En realidad, resulta útil para cualquier sistema con una mezcla de interacciones positivas y negativas, como incluso la combinación de drogas.
“Siempre pensamos que esta intuición social era correcta, pero no sabíamos por qué”, afirma el investigador István Kovács. “Durante décadas, nos equivocamos. Eso es porque la vida real es complicada. Nos dimos cuenta de que teníamos que tener en cuenta ambos factores a la vez: quién conoce a quién y algunas personas simplemente son más simpáticas que otras”.
Al observar grupos de tres personas, Heider sigue partiendo de la base de que la gente se esfuerza por mantener relaciones agradables y armoniosas. En las relaciones sociales equilibradas, todas las personas caen bien. O si a una persona no le gustan las otras dos, las dos son amigas. En una relación desequilibrada, las tres personas no se caen bien, o a una persona le caen bien otras dos, que no se caen bien, pero eso provocaría grandes tensiones.
“Eso parece muy acorde con nuestra intuición social”, responde Kovács. “Se puede ver cómo esto lleva a una polarización extrema, por ejemplo, en política. Si a todo el mundo que te cae bien también le cae mal toda la gente que te cae mal, el resultado son dos grupos que se odian”.
Para probar la teoría, los investigadores utilizaron cuatro conjuntos de datos consistentes en comentarios en el sitio de noticias sociales Slashdot, contactos entre congresistas estadounidenses, interacciones entre comerciantes de bitcoin y reseñas de productos en un sitio de consumidores.
La vida real y aplicaciones prácticas
Lo que los estadounidenses hacen mejor que los investigadores anteriores es tener en cuenta la vida real, donde no todo el mundo se conoce dentro de una red social. Puede ocurrir simplemente que nunca hayas conocido al novio de una amiga. También tuvieron en cuenta que algunas personas simplemente son más amigables. Es más probable que tengan interacciones positivas y tendrán menos enemigos.
Y entonces pudo ocurrir el milagro: las grandes redes sociales resultaron de repente estar en consonancia con la teoría del equilibrio social de Heider. “Ahora sabemos que hay que tener en cuenta estos dos factores”, afirma Kovács. “Si no lo haces, no llegas a los mecanismos adecuados. Parece complicado, pero en realidad son matemáticas bastante sencillas”.
El investigador quiere ahora ponerse a trabajar en las aplicaciones prácticas de sus hallazgos, por ejemplo, desarrollando políticas para combatir la polarización política, pero el nuevo modelo puede aplicarse incluso de forma más amplia que solo a los grupos sociales. “También podemos estudiar las conexiones excitatorias e inhibitorias entre neuronas del cerebro o las interacciones de distintas combinaciones de fármacos”, afirma. “El estudio de las redes sociales era un campo de investigación ideal, pero nuestro principal objetivo es ir más allá de las interacciones entre amigos y estudiar otras redes complejas”.
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