En 2019, el vehículo explorador Curiosity de la NASA descubrió metano en Marte. Pero no estaba claro cómo llega allí ni por qué se comporta de forma tan extraña. Ahora se sabe más al respecto.
En la Tierra, casi todo el metano es producido por seres vivos, vacas, por ejemplo. Pero en Marte, que sepamos, apenas se han encontrado seres vivos, y menos aún que también puedan producir metano. Por eso fue bastante sorprendente que, a pesar de todo, se encontrara metano en el cráter Gale del planeta rojo, donde el Curiosity puso el pie hace más de una década. Los investigadores de la NASA supusieron que debían de existir ciertos mecanismos en los que intervenían el agua y las rocas del subsuelo que podían liberar metano.
Pero esa no es toda la historia. De hecho, el explorador de Marte descubrió que el metano se comporta de una manera extraña. Aparece por la noche y desaparece durante el día. También fluctúa estacionalmente, alcanzando a veces niveles 40 veces superiores a los normales. Además, el metano no se acumula en la atmósfera como ocurre en la Tierra.
Una probable explicación
Los científicos se afanan por encontrar una explicación al peculiar comportamiento del gas y a por qué solo se produce en el cráter Gale. Recientemente, se les ha ocurrido una idea interesante. Posiblemente, el metano esté atrapado bajo la sal endurecida que se forma en el regolito de Marte. Se trata del subsuelo, formado por rocas sueltas, polvo y otras arenillas. Cuando las temperaturas suben en las estaciones más cálidas o a determinadas horas del día, la sal se ablanda y el metano puede filtrarse a través de ella.
El gas también puede liberarse a través de grietas en el suelo, creadas bajo la presión de un vehículo explorador de Marte, por ejemplo. Eso explicaría también por qué solo se ha detectado gas en el cráter Gale. Es uno de los dos lugares de Marte donde un robot perfora la superficie. Lo mismo ocurre en el cráter Jezero, pero ese rover no lleva a bordo ningún instrumento para detectar metano.
Un experimento antiguo
La teoría parte de un experimento de 2017 en el que los científicos cultivaron microorganismos en un permafrost marciano simulado al que se había añadido sal, como ocurre en el propio Marte. Después se comprobó si ciertas bacterias que viven en agua salada en la Tierra también podían existir en Marte. El resultado seguía sin estar claro, pero los investigadores sí descubrieron algo más: la capa superficial formaba una costra de sal, ya que la sal sublima el hielo, o sea, pasa de sólido a gaseoso, dejando sal tras de sí.
“En ese momento, no le dimos mucha importancia”, dice Alexander Pavlov, de la NASA, pero cuando el explorador de Marte detectó una erupción de metano en 2019 que nadie podía explicar, tuvo que volver a pensar en ello. A partir de ahí, él y su equipo comenzaron a probar las condiciones que podrían formar y agrietar costras de sal dura. Añadieron cantidades variables de perclorato, una sal común en Marte, al permafrost.
Diferentes concentraciones de sal
Hoy en día no hay permafrost en el cráter Gale, pero la costra de sal puede haberse formado hace mucho tiempo, cuando era más frío y helado. A continuación, los científicos expusieron las muestras a diferentes temperaturas y presión atmosférica para ver qué ocurría. Periódicamente, los científicos inyectaron neón, un análogo del metano, bajo la corteza y midieron la presión del gas por encima y por debajo. Una mayor presión por debajo de la muestra implicaba que el gas estaba atrapado. Y ocurrió lo que los investigadores esperaban: en condiciones similares a las de Marte, se formó una costra de sal en un plazo de entre tres y trece días, pero solo en las muestras con entre un 5 % y un 10 % de perclorato.
Se trata de una concentración de sal mucho mayor que la medida por Curiosity en el cráter Gale. Pero el suelo allí es rico en un tipo diferente de minerales salinos llamados sulfatos. Así que los investigadores quieren comprobar ahora si los sulfatos también pueden formar esas costras de sal.
A la espera de un futuro con mejor tecnología
Pero además de estos ejercicios teóricos, también es necesaria la investigación de campo. Sin embargo, Curiosity solo busca metano específicamente dos veces al año, porque el resto del tiempo está ocupado perforando la superficie de Marte para analizar su composición química. “Los experimentos con metano son muy intensivos, así que tenemos que pensar bien cuándo queremos hacerlos”, respondió un investigador.
Además, la tecnología aún no está lo suficientemente desarrollada. Por ejemplo, para comprobar con qué frecuencia los niveles de metano alcanzan su punto máximo, necesitamos una nueva generación de instrumentos que puedan medir continuamente el metano en múltiples lugares de Marte. “Parte del trabajo sobre el metano es para futuras naves espaciales que estén más centradas en responder a estas preguntas específicas”, suena.
Sin comentarios