En cualquier librería hay estanterías enteras dedicadas a libros de dietética. Según un experto, hay que comer menos hidratos de carbono, mientras que otro aconseja más proteínas. Lo curioso es que, en realidad, todo se reduce a lo mismo, explica una destacada científica especializada en alimentación.
Joyce Patterson, investigadora de la Universidad de Michigan, desmonta algunos mitos dietéticos y explica a qué debes prestar atención. “Vivimos en un mundo lleno de consejos para comer menos, rápido o dejar de tomar ciertos productos”, empieza diciendo. “Piensa en la guerra entre grasas e hidratos de carbono que no cesa o en los huevos, que pueden o no estar de moda cada pocos años”.
Se trata en gran medida de una industria lucrativa, pero también de una en la que la gente quiere saber cómo es realmente. “El gran número de productos y programas que afirman ‘restablecer el metabolismo’ o ‘desintoxicar’ el sistema deja claro que mucha gente está realmente interesada en la ciencia que hay detrás, pero pocos tienen acceso a conocimientos fiables. Como resultado, muchas personas no pueden distinguir entre el marketing y la buena ciencia. Toman decisiones alimentarias basadas en información engañosa”, afirma Patterson.
Ayuno o dieta cetogénica
En su nuevo libro Think Like A Dietitian (Piense como un dietista), Patterson muestra qué es cierto y qué no lo es, y cómo se puede conseguir y mantener el peso deseado de forma saludable. Explica que muchas dietas populares apenas tienen base científica, excepto dos: la dieta cetogénica y el ayuno intermitente, que han sido ampliamente investigados. Por ejemplo, la dieta cetogénica (en la que se eliminan casi todos los hidratos de carbono) hace perder mucho peso rápidamente a corto plazo. Sin embargo, según los científicos, todavía hay pocas pruebas de que sea una forma segura de comer a largo plazo.
Lo mismo ocurre con el ayuno periódico, en el que solo se come entre el mediodía y las 8 de la tarde, por ejemplo, o incluso mejor: solo en días alternos. Es de suponer que funciona bastante bien contra la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, pero, de nuevo, se necesitan más investigaciones para demostrar que también es saludable a largo plazo.
“Cuando algunas dietas resultan prometedoras según las investigaciones, enseguida son muchos los expertos que las recomiendan. Desde las bajas en grasas o carbohidratos hasta el ayuno, las dietas más populares son irónicamente también las más restrictivas. No es de extrañar que también sean las más difíciles de cumplir”, afirma Patterson.
Y entonces la científica llega a uno de los hallazgos científicos más importantes: “La investigación sigue demostrando que hay poca diferencia entre las diversas dietas cuando se trata de la pérdida de peso a largo plazo”. Así que concluye: “Mi experiencia es que muchas tendencias dietéticas son efectivas no porque sean innovadoras, sino porque son todas iguales”.
Equilibrio y variedad, la regla del 80/20
Los estudios demuestran que la mayoría de las dietas funcionan, ya restrinjan calorías, hidratos de carbono, grasas o proteínas. Suelen seguir algunas reglas básicas: limitar los azúcares añadidos y los productos ultraprocesados, comer más alimentos vegetales y raciones más pequeñas.
“Con cada nuevo estudio, hay un nuevo libro de dietas, lo que genera una gran confusión entre pacientes y profesionales de la salud”, explica Patterson. “Por eso es mejor apostar por el equilibrio y la variedad, para no necesitar todos estos consejos tramposos”.
Patterson sugiere la conocida regla 80/20, porque no se puede mantener una dieta perfecta. “Esta regla empírica significa que la gente se ciñe a una dieta sana el 80 % del tiempo y no se preocupa del otro 20 %. Así se tiene en cuenta la comodidad, el disfrute y el contacto social”.
Para concluir, añade: “Una de las experiencias más importantes que puede compartir un dietista es que la perfección no solo es inalcanzable, sino innecesaria. Incluso las personas de más de 100 años suelen ceder a algunas tentaciones de por vida. Una dieta sana no tiene por qué ser todo o nada. Un capricho ocasional no es gran cosa. Pero si se toman decisiones poco saludables una y otra vez, se empieza a sumar y aumentan las probabilidades de padecer ciertas enfermedades”.
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