¿Hasta qué punto es importante el sexo para su relación? Esa pregunta no solo mantiene ocupadas a las parejas de enamorados. Los científicos también llevan años dándole vueltas. Investigadores de la Universidad de Texas decidieron aventurarse también en ella y, para ello, analizaron específicamente qué desencadena el sexo en el cerebro de los topillos de las praderas monógamos.
El topillo de las praderas es un pequeño roedor del medio oeste de Estados Unidos y constituye un ejemplo perfecto de relación monógama fructífera. Un día después de que un macho y una hembra se conozcan, la pareja ya puede formar un vínculo íntimo que puede durar toda la vida. Las parejas se cuidan mutuamente, se consuelan, comparten un territorio que defienden juntos y crían juntos a sus cachorros.
Además de ser un magnífico ejemplo de monogamia exitosa, el animal también puede proporcionar una visión de cómo el sexo se relaciona con un vínculo tan duradero. De hecho, los animalitos mantienen relaciones sexuales media hora después de conocerse y luego lo hacen varias veces por hora. Por eso, un equipo de investigadores de la Universidad de Texas decidió observar la actividad cerebral de estos topillos de las praderas durante su apareamiento.
Hasta en 68 regiones cerebrales
Para ello estudiaron los cerebros de más de doscientos topillos de las praderas en múltiples momentos de su apareamiento y momentos de conexión. De este modo, los investigadores pudieron determinar qué células cerebrales estaban activas en esos momentos. A partir de todos esos datos, los investigadores pudieron determinar que hasta 68 regiones cerebrales distintas intervienen en la formación de un vínculo íntimo.
Curiosamente, la mayoría de estas regiones cerebrales no se habían asociado antes con la formación de un vínculo emocional. Por tanto, esto abre nuevas oportunidades para que los investigadores comprendan mejor cómo formamos y mantenemos relaciones íntimas también en los seres humanos.
Tanto en hembras como en machos
Esas regiones cerebrales implicadas en el compromiso emocional estaban activas tanto en machos como en hembras durante tres comportamientos clave: en el apareamiento, durante la formación de un compromiso y durante el fortalecimiento de un vínculo estable y duradero. “Fue una sorpresa”, afirma el profesor e investigador implicado Steven Phelps. De hecho, estudios anteriores demostraron que los cerebros masculino y femenino utilizan a menudo mecanismos diferentes para producir el mismo comportamiento. Por ejemplo, a la hora de aparearse y criar a sus hijos.
“Esto tiene que ver con las hormonas sexuales, testosterona, estrógeno y progesterona”, explica Phelps. “Esas hormonas suelen ser importantes para el comportamiento sexual, agresivo y parental. Así que la hipótesis predominante era que la actividad cerebral durante el apareamiento y la vinculación también sería diferente entre los sexos”. Pero en este estudio, los topillos macho y hembra que formaron un vínculo tenían patrones casi idénticos de actividad cerebral.
Otra de las sorpresas del estudio fue que la eyaculación masculina fue el factor que mejor predijo la actividad de las regiones cerebrales implicadas en la formación de vínculos. Según los investigadores, esto sugiere que, para los topillos de las praderas, hacer el amor no es solo algo funcional para la concepción, sino que también evoca sentimientos emocionales. Por cierto, esto no solo se aplicaba a los machos. Las hembras también tenían más actividad cerebral relacionada con el vínculo cuando los machos eyaculaban. Por cierto, esto no tiene por qué deberse al orgasmo masculino. Es posible que las hembras tengan orgasmos simultáneos que desencadenen sentimientos de vinculación, pero no se sabe nada al respecto por una razón práctica. Esto se debe a que es imposible para los investigadores determinar mediante la observación si la hembra del topillo de las praderas está teniendo un orgasmo.
Por cierto, los investigadores sí sospechan que las hembras de topillo de las praderas los tienen. “Los datos cerebrales y conductuales sugieren que ambos sexos tienen respuestas orgásmicas”, afirma Phelps. “Si es cierto, implicaría que los orgasmos pueden servir como medio para promover la conexión. Como también se ha sugerido desde hace tiempo en los humanos”.
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