A nuestro cerebro le encanta divagar. Pero también necesitamos reaccionar bruscamente ante acontecimientos inesperados, como el claxon de un coche o una pregunta. El cerebro regula activamente esa interacción entre estar ausente y presente, según demuestra una nueva investigación del Hospital Infantil de Boston.
Algunas personas lo experimentan con más frecuencia que otras, pero todo el mundo se encuentra a veces soñando despierto. Ya sea en la oficina durante una reunión aburrida, en el tren cuando se mira por la ventanilla o cuando se está en la carretera y se encuentra de camino a casa. Es como una especie de piloto automático, y no está dormido. De hecho, los pensamientos que sigues y los acontecimientos que vives en tu cabeza se parecen sospechosamente a los sueños.
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Despertar un cerebro ausente
Para ello, los investigadores observaron la actividad cerebral de los ratones. Y descubrieron un patrón específico en esta durante los momentos de “ausencia”. En concreto, que se producían picos sincronizados de actividad en el “giro dentado”, una parte del hipocampo que nos hace concentrarnos en lo que ocurre en nuestro entorno. Estos picos de actividad parecen producirse cuando se despierta un cerebro ausente, lo que hace que procese nueva información y se oriente a su entorno con gran rapidez. “Este mecanismo cerebral garantiza la interrupción de las ensoñaciones y devuelve la atención a la realidad”, afirma Jordan Farrell, líder de la investigación.
Pero los científicos descubrieron algo más. Concretamente, durante el sueño o la ensoñación, el cerebro revive acontecimientos anteriores mediante un patrón de ondas cerebrales llamado ondulación de ondas agudas. Este proceso ayuda a almacenar recuerdos. Parece que los “picos dentarios” (que ayudan a centrar la atención en algo) cooperan con esas ondas agudas. De hecho, los picos dentarios estimulan la memoria asociativa. Esto significa que un estímulo sensorial, como una serie de pitidos fuertes, se almacena en la memoria. Así, incluso cuando no estamos atentos, podemos asociar este sonido a una alarma de incendios y a la necesidad de evacuar. Lo que, por tanto, nos saca de nuestro mundo onírico. “Así que las ondas agudas y los picos de la circunvolución dentada posiblemente se complementen”, dice Farrell. “El cerebro alterna así entre dos estados”.
El papel de los picos en la epilepsia
Estos nuevos conocimientos no solo permiten comprender cómo nuestro cerebro se mantiene alerta cuando, por lo demás, está “apagado”, sino que también pueden decir algo sobre ciertas afecciones neuropsiquiátricas. Los investigadores especulan, por ejemplo, con la posibilidad de que estos picos desempeñen un papel en los problemas de atención e hiperactividad, el trastorno de estrés postraumático o incluso la enfermedad de Alzheimer.
Farrell está especialmente interesado en el papel de los picos en la epilepsia. “En las personas epilépticas, estos picos podrían poner al cerebro en un estado patológico”, opina. “Los picos sincronizados dan entonces un golpe extra a su sistema interno, por así decirlo”. Por eso quiere investigarlo más a fondo manipulando las redes neuronales que controlan estos picos en cerebros de ratones con epilepsia. Con el tiempo, espera ampliar esta investigación para ayudar a los niños con epilepsia.
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