Nuevas investigaciones revelan que la deriva del viento del oeste (una corriente oceánica que corre hacia el este alrededor de la Antártida) ha ido ganando impulso en las últimas décadas. Y una nueva investigación revela ahora que esto tiene todo que ver con el calentamiento global y está provocando un calentamiento acelerado (y, por tanto, el deshielo) de la capa de hielo de la Antártida.
Así se recoge en la revista Nature. Los investigadores basan sus conclusiones en sedimentos recogidos en el Pacífico Sur, que se depositaron allí hace hasta 5,3 millones de años. El análisis de estos sedimentos revela que la deriva de los vientos del oeste se ralentizó en el pasado durante los periodos glaciares (cuando hacía mucho frío) y se aceleró durante los periodos interglaciares (cuando subían las temperaturas). Los investigadores concluyen que la aceleración observada en las últimas décadas tiene mucho que ver con el calentamiento global inducido por el hombre.
La deriva del viento del oeste
La investigación de los científicos se centra en la deriva del viento del oeste, también conocida como corriente circumpolar antártica. Esta corriente marina corre hacia el este alrededor de la Antártida, conectando los océanos Índico, Atlántico y Pacífico. La corriente marina mueve 100 veces más agua que todos los ríos de la Tierra juntos. “Se trata de la corriente más potente y rápida del planeta”, afirma la investigadora Gisela Winckler. “Y puede que incluso sea la corriente más importante del sistema climático”. Esto a su vez tiene que ver con el hecho de que este flujo desempeña un papel importante en el intercambio de calor y CO₂ que tiene lugar entre los océanos y la atmósfera. “La corriente circumpolar antártica tiene un enorme impacto en la distribución del calor y el almacenamiento de CO₂ en el océano”, confirma el investigador Frank Lamy. “Pero hasta hace poco no estaba claro cómo responde esta corriente marina a las fluctuaciones climáticas y si los cambios en su interior amplifican o debilitan los efectos del calentamiento”.
Y eso (en un momento en que la Tierra se está calentando) es sin duda una cuestión relevante. Motivo suficiente para que Lamy y sus colegas se lanzaran a esa pregunta. Para ello, viajaron al Pacífico Sur, donde perforaron hasta 3600 metros bajo el nivel del mar y sedimentos de hasta 5,3 millones de años de antigüedad en dos lugares. “Los lugares que perforamos se encuentran cerca de Point Nemo: el punto de la Tierra más alejado de cualquier masa de tierra o isla, donde la corriente marina circumpolar antártica no se ve afectada por masas de tierra continentales”, explica el investigador Helge Arz. “Utilizando los depósitos de sedimentos de esta zona, pudimos reconstruir la velocidad media de la corriente que la corriente marina circumpolar antártica tuvo en el pasado”. Para ello, los investigadores se fijaron, entre otras cosas, en el tamaño de los sedimentos depositados en el pasado. Esto se debe a que durante los periodos en los que la corriente marina se precipita, se depositan partículas de sedimento más gruesas que durante los periodos en los que la corriente marina se mueve más lentamente.
Una imagen clara: más deshielo
El estudio ofrece un panorama bastante claro. Por ejemplo, la corriente marina se mueve hasta un 50% más despacio en los periodos fríos que en la actualidad, mientras que en los periodos históricos en los que hacía más calor, se movía casi el doble de rápido que ahora.
Pero, ¿qué efecto tuvo esto en el hielo antártico? Los investigadores también lo analizaron y descubrieron que la capa de hielo de la Antártida Occidental crecía cuando la corriente marina se ralentizaba y se reducía cuando se aceleraba. “Esta pérdida de hielo puede atribuirse a que la corriente marina transporta más calor hacia el sur”, explica Lamy. “Una corriente marina circumpolar antártica más potente significa que llega más agua cálida y profunda a las plataformas de hielo frente a la Antártida”. Esa agua caliente afecta a las plataformas de hielo desde abajo, haciéndolas más delgadas y rompiéndose más rápidamente. Y cuando las plataformas de hielo se pulverizan, ya no pueden contrarrestar tanto los glaciares que hay detrás de ellas y en tierra. Estos empiezan entonces a fluir más deprisa, llevando más hielo al mar y haciendo que la capa de hielo pierda masa.
Además, está demostrado que los vientos del oeste, que fluyen más rápido, son menos capaces de almacenar CO₂. Por tanto, esto deja más CO₂ en la atmósfera, donde contribuye a un mayor calentamiento global.
Basándose en su estudio, los investigadores predicen que la corriente marina circumpolar antártica seguirá acelerándose en un futuro próximo, a medida que la Tierra continúe calentándose. Y es probable que ello contribuya al deshielo de la capa de hielo antártica y a la subida del nivel del mar. También parece afectar negativamente al grado en que las aguas que rodean la Antártida son capaces de extraer CO₂ de la atmósfera y almacenarlo de forma segura. “La investigación sugiere que el retroceso o colapso de la capa de hielo antártica está vinculado a una corriente marina circumpolar antártica más potente, y ese es un escenario que se está desarrollando ante nuestros ojos hoy en día debido al calentamiento global”, concluye Winckler.
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