En Tinder todo el mundo practica pádel o ciclismo, le encanta viajar y le gusta beber vino los fines de semana. Así que la mayoría de los perfiles de citas no son muy emocionantes. Y además, tampoco son muy eficaces, según demuestra una nueva investigación. Hay un detalle que suele faltar, pero que es muy importante.
Se trata de que tu nuevo amor potencial esté deseando conocerte y saber qué te gustaría saber de la otra persona. “La gente quiere que la conozcan, así que busca parejas que quieran conocerla y apoyarla”, explica Juliana Schroeder, investigadora y profesora de la Universidad de California en Berkeley. “Pero como los demás también quieren ser conocidos, todos acaban con estos perfiles no muy atractivos cuando intentan encontrar pareja”.
La investigadora estadounidense lo demuestra en una serie de experimentos. “Por supuesto que la gente dice que quiere conocer y apoyar a su pareja, pero eso no es lo que realmente les hace más felices en su relación. La gente se siente más feliz cuando siente que la apoyan, y para eso su pareja tiene que conocerla bien”, afirma Schroeder.
Todos creen ser únicos y especiales
A Schroeder y a su colega Ayelet Fishbach se les ocurrió la idea de su investigación hace unos 10 años, tras descubrir que los pacientes no quieren que los médicos muestren emociones para poder centrarse por completo en ellos y en su dolor. “Nos preguntamos si se trataba de un fenómeno más general en el que la gente piensa que es más importante lo que los demás saben de ellos que lo que ellos saben de los demás”, afirma Fishbach.
Los investigadores preguntaron a los participantes cómo de bien creían conocer a un familiar, pareja o amigo, en comparación con lo bien que creían conocerlos a ellos. A continuación, tenían que valorar su satisfacción con la relación. Sorprendentemente, todos pensaban que conocían mejor a los demás de lo que los demás les conocían a ellos. “La gente cree que es única, especial y muy compleja, por lo que los demás no conocen su ‘verdadero yo’. Mientras que con los demás piensan después de una sola cosa: te conozco, listo”, dice Schroeder.
Quizá esa sea también la explicación: como rara vez sentimos que alguien nos conoce de verdad, lo valoramos tanto en las relaciones. De hecho, el grado en que alguien conoce a la otra persona importa menos para cómo se siente sobre la relación que el grado en que la otra persona le conoce a él, independientemente de cómo valore la calidad general de la relación.
En otro experimento, a los participantes se les plantearon dos situaciones diferentes: se encontraban con un conocido en una fiesta que había olvidado su nombre o ellos habían olvidado su nombre. “Si te olvidas de su nombre, no es muy bueno para la relación, pero si se olvidan de tu nombre, es mucho peor, la relación se acaba”, dice Schroeder.
Creando el perfil de citas perfecto
Volvamos a los perfiles de citas: al fin y al cabo, solo hace unos días fue San Valentín. Los investigadores llegaron a la conclusión de que, basándose en las afirmaciones contenidas en un gran número de perfiles, el 50 % de quienes los escribían querían que una pareja potencial les conociera, mientras que solo el 20 % mostraba que prefería llegar a conocer a la otra persona. A continuación, pidieron a docenas de participantes en Internet que escribieran sus propios perfiles, haciendo hincapié en el deseo de ser conocidos o de conocer a la otra persona. Por último, más de 250 personas tuvieron que puntuar los perfiles en función de su atractivo. Los resultados coincidieron con el resto del estudio: los participantes preferían los perfiles en los que la gente indicaba que quería conocer a la otra persona.
Así que aprovéchalo: si quieres conseguir el mayor número posible de matches en una web de citas, es mejor que indiques que te interesa la otra persona en lugar de enumerar todas tus aficiones poco especiales. “Lo que estás indicando con eso es: me importas y quiero conocerte y estar a tu lado y escucharte y ser un gran compañero”, explica Schroeder. En todos los estudios, solo había un tipo de relación en la que no importaba y era la de padres e hijos. “En realidad descubrimos lo contrario. Lo que determinaba la satisfacción con la relación no era lo bien que creían que les conocía su hijo, sino lo bien que conocían ellos a su hijo”. Esto tiene sentido, ya que en realidad se trata de apoyo social. “Es la única relación en la que está muy claro que el padre tiene que apoyar al hijo”.
También útil en el trabajo
Los investigadores quieren ver ahora si las personas también pueden utilizar esta forma de pensar para construir mejores relaciones en otras situaciones. En el lugar de trabajo, por ejemplo, sentirse conocido puede no solo mejorar el vínculo con los compañeros, sino también conducir a una mayor satisfacción laboral. “Para desarrollar una buena relación con los compañeros, hay que pensar no solo en la información personal sobre la otra persona, sino también en los hábitos y la forma de trabajar de los demás”, dice Schroeder. “Aunque no lo hemos estudiado, es posible que unas mejores relaciones laborales acaben marcando la diferencia en lo que respecta a la satisfacción laboral”. Así que, no solo en Tinder, sino también en la oficina, hacer que la otra persona sienta que la conoces puede ayudar.
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