El objeto aún bastante misterioso que se esconde en el corazón de nuestra Vía Láctea puede permanecer fácilmente inactivo durante décadas, rozando incluso la invisibilidad durante ese tiempo, solo para escupir de repente enormes nubes de gas.
Los científicos descubrieron este tipo de estrella desconocida para nosotros hasta hace poco durante un largo estudio que se prolongó hasta 10 años, durante el cual observaron casi mil millones de estrellas en luz infrarroja. Para ello utilizaron inicialmente el Visible and Infrared Survey Telescope (VISTA para abreviar). Pero en una fase posterior también recurrieron al Very Large Telescope.
El investigador Philip Lucas, explica: “Casi dos tercios de las estrellas eran fáciles de clasificar. El resto eran un poco más complicadas, así que utilizamos el Very Large Telescope de ESO para obtener espectros individuales de muchas de estas estrellas”. “Un espectro revela cuánta luz emite una estrella en diferentes longitudes de onda, proporcionando una imagen mucho más clara de lo que estamos viendo exactamente”.
Las estrellas rojas
Estas observaciones de seguimiento resultaron necesarias, entre otras cosas, después de que los investigadores detectaran 21 estrellas rojas en el interior de la Vía Láctea, cuyo brillo cambió drásticamente a lo largo de los 10 años en que las observaron. “No sabíamos muy bien si eran protoestrellas explosivas o se estaban recuperando de una disminución de brillo causada por el polvo que pasaba por delante de la estrella”, explican los investigadores. “Una tercera opción era que se tratara de estrellas gigantes más viejas, tan cerca del final de sus vidas, que estaban arrojando materia y expulsando gas como viejos fumadores”.
Viejos fumadores, elementos pesados
Las observaciones de seguimiento de siete de estas estrellas aparentemente misteriosas revelaron que pueden contarse entre una clase de estrellas previamente desconocidas para nosotros, a las que los investigadores se refieren informalmente como “viejas fumadoras”. “Estas estrellas más viejas permanecen en silencio durante años o décadas y, de repente, expulsan nubes de gas de una forma totalmente inesperada”, explica el investigador Dante Minniti. “Entonces son muy tenues y rojas durante varios años seguidos; a veces tanto que no podemos verlas en absoluto”.
Con el descubrimiento de estas “viejas fumadoras”, nuestra imagen de la población estelar de la Vía Láctea vuelve a estar un poco más completa. Pero no solo eso; la investigación también puede aportar más datos sobre cómo se dispersan los elementos (pesados) por el espacio. Por ejemplo, los investigadores señalan que las “viejas fumadoras” se encuentran en las regiones interiores de nuestra Galaxia, donde las estrellas son más ricas en elementos pesados que en otras partes de nuestra galaxia. Y, al parecer, algunos de esos elementos pesados son expulsados por los “viejos fumadores”. Es posible que más adelante se formen nuevas estrellas y planetas a partir de esos elementos pesados. “El descubrimiento de un nuevo tipo de estrella que expulsa materia podría ser importante para nuestra comprensión de la distribución de los elementos pesados”, afirma Lucas.
Además de las “viejas fumadoras”, los investigadores hicieron otros descubrimientos interesantes en su largo estudio. Por ejemplo, también se toparon con docenas de estrellas recién nacidas (también llamadas protoestrellas) en nuestra Vía Láctea que no habían sido observadas anteriormente. La mayoría de estas estrellas están ocultas por el polvo. Pero como la luz infrarroja, a diferencia de la óptica, atraviesa el polvo sin esfuerzo, los investigadores pudieron ver estas estrellas por primera vez. En total, descubrieron 32 de estas protoestrellas todavía rodeadas por un disco de gas cuyo brillo (en infrarrojo) parecía aumentar al menos 40 veces y a veces hasta 300 veces. “Este estallido (aumento del brillo) tiene lugar en el disco de materia que gira lentamente y a partir del cual se forma un nuevo sistema solar”, explica el investigador Zhen Guo. “Estos estallidos ayudan a crecer a la estrella recién nacida en el corazón del disco, pero dificultan la formación de planetas. Todavía no entendemos por qué los discos se vuelven tan inestables”.
Con el descubrimiento de estrellas recién nacidas y muy viejas que ni siquiera pueden clasificarse en ninguna clase existente, los investigadores demuestran una vez más que aún queda mucho por descubrir en nuestra Galaxia. Al mismo tiempo, los descubrimientos también plantean casi automáticamente nuevas preguntas. Así, los investigadores aún no pueden explicar correctamente por qué el disco que rodea a las protoestrellas está perturbado. Tampoco está claro qué es exactamente lo que hace que las viejas fumarolas expulsen grandes nubes de materia.
Más información sobre la Vía Láctea
La Vía Láctea es una inmensa galaxia espiral barrada que abarca aproximadamente 100 000 años luz de diámetro. Contiene entre 100 000 millones y 400 000 millones de estrellas, incluida nuestro sol. El núcleo galáctico alberga un agujero negro supermasivo llamado Sagitario A*. La Vía Láctea también contiene nebulosas, cúmulos estelares y vastas regiones de gas y polvo interestelar, donde nacen nuevas estrellas. La Tierra se encuentra en uno de los brazos espirales, y la galaxia gira lentamente alrededor de su centro, llevando consigo a todo el sistema solar. Este impresionante sistema cósmico ha sido objeto de fascinación y estudio a lo largo de la historia de la astronomía.
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