Pobreza e inflamación, resulta ser una combinación mortal. Según una nueva investigación estadounidense, duplica el riesgo de morir de enfermedades cardiovasculares, al tiempo que incluso triplica las probabilidades de morir de cáncer.
Uno y uno son tres cuando se trata de inflamación crónica y pobreza. Se sabe que ambos factores por separado aumentan el riesgo de muerte, pero juntos son, por tanto, peores que la suma de sus partes. Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores de la Universidad de Florida basándose en los datos de más de 95 millones de estadounidenses mayores de 40 años.
“Ya hay muchas pruebas de que la inflamación crónica puede causar enfermedades”, afirma el investigador principal, Arch Mainous III. “Pero queríamos saber más sobre la posible interacción de esta inflamación y la pobreza, que a su vez puede exacerbar los niveles de inflamación a través del estrés crónico, por ejemplo”. Las conclusiones son bastante impactantes. “Descubrimos que la pobreza y los altos niveles de inflamación actúan de forma sinérgica. Las personas que padecen ambas sufren un doble golpe. Les hace mucho más propensos a morir y además en un periodo bastante corto de solo 15 años”.
El valor de la CRP
La inflamación crónica es un término un tanto vago. Con la inflamación aguda, todos podemos imaginar algo. Pensemos en una garganta o una neumonía que se acaba en pocas semanas, pero la inflamación crónica es diferente. Se trata de una respuesta inflamatoria persistente y a largo plazo del organismo que puede durar meses o, a veces, años. Aumenta el riesgo de padecer todo tipo de enfermedades, como cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades renales. Un nivel elevado de CRP en sangre indica inflamación crónica. CRP significa Proteína C Reactiva y es una proteína producida por el hígado durante la inflamación.
Según otro estudio de Mainous, nada menos que el 35 % de los adultos estadounidenses padecen inflamación sistémica, como también se denomina. Este tipo de inflamación se debe sobre todo a factores relacionados con el estilo de vida, como una alimentación poco sana, el estrés, la falta de ejercicio, el tabaquismo, la obesidad y la exposición a sustancias químicas ambientales.
Es hora de hacerse pruebas
Parece, pues, una causa de muerte evitable. Razón de más para que los investigadores hagan un llamamiento al cribado de la inflamación crónica en poblaciones vulnerables. “Los investigadores llevan 25 años estudiando la inflamación crónica y tenemos muchos datos sobre su papel en las enfermedades y la mortalidad”, dice Mainous. “Sabemos que es un problema, pero no hacemos nada al respecto. Por eso necesitamos trasladar urgentemente los conocimientos básicos sobre la inflamación crónica a la práctica médica, elaborando directrices de detección para que los médicos puedan reconocer la inflamación crónica en los pacientes y trabajar para tratar sus causas subyacentes”.
El profesor de Florida llegó a sus conclusiones utilizando los datos de un gran estudio a largo plazo sobre decenas de millones de estadounidenses, en el que se combinaron cuestionarios con pruebas de laboratorio. Se fijó en los adultos de 40 años o más cuyos ingresos estaban por debajo del umbral de pobreza de EE. UU. y cuyas pruebas de laboratorio mostraban niveles elevados de CRP, un indicador de inflamación crónica. Los datos se relacionaron con datos de mortalidad durante un periodo de 15 años.
Las personas que vivían por debajo del umbral de pobreza Y sufrían inflamación crónica tenían un 127 % más de probabilidades de morir de cardiopatía y casi un 200 % más de probabilidades de morir de cáncer. Las personas que padecían inflamación crónica o eran pobres, pero no ambas cosas, tenían un 50 % más de probabilidades de morir en los 15 años estudiados. “Es hora no solo de poner nombre a los problemas de salud que pueden causar inflamación, sino también de solucionar los problemas”, afirmó Mainous. En otras palabras, después de examinar a las personas, es hora de ayudarles a llevar una vida más sana para que los niveles de inflamación puedan bajar.
Más información sobre la inflamación crónica o sistémica
La inflamación sistémica es un proceso biológico complejo que implica la activación del sistema inmunológico en todo el cuerpo. Este fenómeno se manifiesta a través de la liberación de citoquinas proinflamatorias y otros mediadores que, cuando persisten a niveles elevados, pueden dar lugar a una serie de consecuencias para la salud.
Uno de los marcadores clave utilizados para evaluar la inflamación sistémica es la Proteína C Reactiva (CRP), producida por el hígado en respuesta a la inflamación. Investigaciones sugieren que aproximadamente el 35% de los adultos estadounidenses experimentan inflamación sistémica, siendo esta prevalencia asociada a una variedad de factores de estilo de vida.
Entre estos factores, se destacan las elecciones dietéticas, donde una alimentación rica en grasas saturadas y azúcares refinados puede contribuir al desarrollo y mantenimiento de la inflamación sistémica. Además, el estrés crónico, la falta de actividad física regular, el tabaquismo y la exposición a sustancias químicas ambientales también han sido identificados como desencadenantes potenciales.
La inflamación sistémica no solo es un fenómeno aislado; está estrechamente vinculada a un mayor riesgo de enfermedades crónicas. Investigaciones han establecido conexiones entre la inflamación sistémica y enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas y varios tipos de cáncer.
Abordar la inflamación sistémica implica una aproximación integral que incluya cambios en el estilo de vida. Esto podría incluir la adopción de una dieta antiinflamatoria, la gestión del estrés a través de técnicas como la meditación y el ejercicio regular. Además, dejar de fumar y reducir la exposición a toxinas ambientales puede contribuir significativamente a la reducción de la inflamación sistémica.
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