La violencia armada es un problema enorme en Estados Unidos. Se cobra muchas vidas cada año. Las mujeres tienen menos probabilidades de ser víctimas que los hombres, pero una nueva y sorprendente investigación demuestra que si ellas son tiroteadas tienen más probabilidades de sobrevivir, incluso si tienen heridas igual de graves.
Los científicos han analizado siete años de datos procedentes de una base de datos médicos estadounidense. Además de tener menos probabilidades de morir cuando son alcanzadas por una o más balas, las mujeres también tienen menos probabilidades de sufrir complicaciones médicas tras su hospitalización. En general, salen mejor paradas si son víctimas de la violencia armada.
Sorprendentes diferencias de género
Estados Unidos encabeza una trágica estadística: en comparación con otros países desarrollados, hay muchas más víctimas de armas de fuego. Y las cifras no han mejorado en los últimos años. De hecho, cada año mueren más personas por tiroteos en Estados Unidos que el año anterior. Las mujeres estadounidenses tienen hasta 21 veces más probabilidades de morir por violencia armada que las de cualquier otro país occidental. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro si la gravedad de las lesiones o los resultados médicos diferían entre hombres y mujeres. Y tampoco se sabía mucho sobre las posibles diferencias en los factores de fondo, afirman los investigadores.
Para arrojar más luz sobre esto, los estadísticos estudiaron todos los detalles posibles de la Base Nacional de Datos de Trauma de Estados Unidos, que contiene datos médicos sobre todas las víctimas adultas de armas de fuego entre 2013 y 2019. El equipo comparó a hombres y mujeres por antecedentes, salud similar, naturaleza y gravedad de las lesiones y seguro médico para encontrar diferencias en la probabilidad de muerte y los resultados médicos tras la hospitalización.
Durante el estudio, casi 200 000 personas fueron hospitalizadas por violencia con armas de fuego. Casi el 90 % de ellas eran hombres. Casi todas las 23 379 mujeres pudieron ser emparejadas con un varón para el estudio. En general, las mujeres eran mayores: tenían una edad media de 32 años, mientras que los hombres tenían una media de 29 años. También era más probable que fueran blancas (45 frente al 33 %) y menos probable que tuvieran seguro médico (24 frente al 33 %). También llamaba la atención que tenían al menos la misma probabilidad de padecer problemas de salud subyacentes, como hipertensión, diabetes y problemas respiratorios (EPOC).
Menos probabilidades de complicaciones, coagulación sanguínea y hormonas sexuales
Los datos de hombres y mujeres se compararon uno a uno. Se comprobó que las mujeres tenían menos probabilidades de morir a causa de sus lesiones que los hombres: un 18,5 % frente a un 20 %. También eran menos propensas a sufrir complicaciones médicas, como trombosis o síndrome de abstinencia, y las mujeres tenían menos probabilidades de necesitar un respirador artificial.
Incluso cuando los analistas se fijaron solo en determinados grupos de edad o se centraron en un tipo concreto de lesión, las diferencias entre hombres y mujeres se mantuvieron. Esto significa que existe una “ventaja de supervivencia estadísticamente significativa para las mujeres víctimas de violencia con armas de fuego en comparación con los hombres, a pesar de una situación médica similar”, afirman los investigadores.
Según el equipo, existen varias explicaciones plausibles. La sangre de las mujeres suele coagularse más rápidamente y la hormona sexual femenina estrógeno probablemente potencia la respuesta inmunitaria del organismo, mientras que la hormona masculina testosterona parece inhibir en cierta medida el sistema inmunitario. Los efectos positivos del estrógeno en la cicatrización de heridas son mayores en las mujeres que aún no han llegado a la menopausia. Así pues, es de suponer que la cantidad de hormonas sexuales en las víctimas desempeña un papel importante en la diferencia entre hombres y mujeres.
Los investigadores advierten de que los criterios de vinculación del estudio no incluían algunos factores potencialmente relevantes. Tampoco había información sobre la causa de la muerte ni sobre el número de víctimas de armas de fuego que habían fallecido antes de ser ingresadas en el hospital. No obstante, el equipo concluye: “A pesar de las deficiencias, podemos afirmar claramente que las mujeres estadounidenses hospitalizadas por lesiones causadas por violencia con armas de fuego tienen menos probabilidades de morir y se encuentran en mejor estado de media tras el ingreso que los hombres”.
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