A menudo pensamos que la ira es una emoción negativa, que no sirve para nada. Pero eso no es cierto. En realidad, puede motivarte para afrontar retos y alcanzar objetivos. Por eso, enfadarse de vez en cuando es muy útil.
Y no solo el enfado, otras emociones aparentemente negativas tampoco están mal. “La gente suele pensar que ser feliz es el estado emocional ideal y la mayoría de la población considera que la búsqueda de la felicidad es un objetivo importante en la vida”, afirma la investigadora principal, Heather Lench, de la Universidad A&M de Texas.
“La idea de que las emociones positivas son lo mejor para una buena salud mental está muy extendida. Pero investigaciones psicológicas anteriores han demostrado que una mezcla de sentimientos, incluidas las emociones negativas como la ira, conduce a los mejores resultados”.
La ira es un don
La teoría funcional de la emoción, objeto de investigación desde hace décadas, afirma que todas las emociones (buenas y malas) son reacciones a acontecimientos del entorno personal. Las emociones son útiles porque alertan a las personas para que actúen en situaciones importantes, afirma Lench. Cada emoción evoca un tipo distinto de respuesta. Por ejemplo, la tristeza puede indicar que una persona necesita buscar ayuda o apoyo emocional, mientras que la ira puede desencadenar la acción para superar un obstáculo.
Para comprender mejor el papel de la ira en la consecución de objetivos, los investigadores estadounidenses realizaron una serie de experimentos con más de mil participantes. También analizaron los resultados de encuestas realizadas a más de 1400 encuestados en torno a las elecciones presidenciales estadounidenses. En cada experimento, los científicos provocaron una respuesta emocional en los sujetos (por ejemplo, ira, tristeza, deseo o diversión) o, alternativamente, los pusieron en un estado emocional neutro, tras lo cual se les fijó un objetivo desafiante.
Las emociones ayudan, la utilidad de la ira
En uno de los experimentos, se mostraban a los participantes, imágenes que provocaban respuestas emocionales específicas o neutras, tras lo cual se les presentaba una serie de sopas de letras. En otro experimento, el objetivo era conseguir el mayor número de puntos posible en un videojuego de esquí, distinguiendo entre una versión difícil (esquivar banderas en un eslalon) y una versión sencilla (hacer un salto).
En todos los experimentos, los participantes enfadados obtuvieron mejores resultados que los emocionalmente neutros. El enfado les ayudó a conseguir sus objetivos en distintos escenarios. De media, la emoción “negativa” dio como resultado mejores puntuaciones y tiempos de reacción más bajos. También hubo un experimento en el que los participantes enfadados hacían trampas más a menudo, lo que les llevaba a obtener mejores resultados.
Los investigadores también analizaron los resultados de cuestionarios administrados tras las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y 2020. Antes de las elecciones, se preguntó a las personas cómo de enfadadas estarían si su candidato favorito no ganaba. Después de las elecciones, se les preguntó si habían votado y, en caso afirmativo, por quién.
Los encuestados que habían indicado que se enfadarían si su candidato no ganaba tenían muchas más probabilidades de votar. Sin embargo, el enfado no influyó en la elección de uno de los candidatos. “Estos resultados demuestran que el enfado hace que la gente se esfuerce más por conseguir el objetivo deseado, y a menudo tiene más éxito”, afirma Lench.
Solo útil en tareas difíciles
Según la investigadora, el efecto de la ira solo se observa en situaciones en las que los objetivos son difíciles. No se encontró ninguna relación entre la ira y la consecución de objetivos demasiado fáciles, como el salto de esquí en el videojuego. Otras emociones, como el deseo y el entretenimiento, también conducían a veces a una mejor consecución de objetivos, pero la ira se sitúa por encima de ellas como emoción.
“Los resultados demuestran que las emociones que a menudo se consideran negativas, como la ira, el aburrimiento o la tristeza, pueden ser en realidad muy útiles”, afirma Lench. “La gente normalmente prefiere utilizar emociones positivas para alcanzar sus objetivos. Consideran que las emociones negativas son indeseables e inapropiadas. Pero nuestra investigación ha aportado nuevas e importantes pruebas (que se suman a las de estudios anteriores) de que una mezcla de emociones positivas y negativas es lo que más mejora el bienestar”. “El uso de emociones negativas ha demostrado ser extremadamente eficaz, especialmente en las situaciones más difíciles”, concluye la profesora de psicología de Texas.
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