Las cosas no van bien para los lobos marinos de la Antártida. Mientras que su población acababa de recuperarse tras haber sido casi aniquilada por los cazadores, su supervivencia se ve amenazada de nuevo. Esta vez por falta de alimento. Los lobos marinos antárticos, antaño muy apreciados por su piel, viven principalmente en Georgia del Sur, un archipiélago cercano a la Antártida. Tras siglos de cazarlas, estaban prácticamente extinguidas. Pero se recuperaron: en 2009 había de nuevo unos 3,5 millones de lobos marinos, una cifra saludable. Se podría pensar que eran buenas noticias. Hasta que los investigadores del British Antarctic Survey (BAS) empezaron a analizar con más detalle el número de animales en la isla Bird, parte de Georgia del Sur. Esto demostró que a las focas les resultaba cada vez más difícil conseguir krill , unas pequeñas criaturas marinas parecidas a los camarones. Como resultado, la población de focas peleteras ha vuelto a colapsarse en la última década. Jaume Forcad
viernes, octubre 20, 2023
Lobos marinos al borde del colapso: esta es la inquietante razón detrás de su declive
Las cosas no van bien para los lobos marinos de la Antártida. Mientras que su población acababa de recuperarse tras haber sido casi aniquilada por los cazadores, su supervivencia se ve amenazada de nuevo. Esta vez por falta de alimento. Los lobos marinos antárticos, antaño muy apreciados por su piel, viven principalmente en Georgia del Sur, un archipiélago cercano a la Antártida. Tras siglos de cazarlas, estaban prácticamente extinguidas. Pero se recuperaron: en 2009 había de nuevo unos 3,5 millones de lobos marinos, una cifra saludable. Se podría pensar que eran buenas noticias. Hasta que los investigadores del British Antarctic Survey (BAS) empezaron a analizar con más detalle el número de animales en la isla Bird, parte de Georgia del Sur. Esto demostró que a las focas les resultaba cada vez más difícil conseguir krill , unas pequeñas criaturas marinas parecidas a los camarones. Como resultado, la población de focas peleteras ha vuelto a colapsarse en la última década. Jaume Forcad
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