En 2023, ya se han registrado 38 días en los que la temperatura media mundial se sitúa 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales. Y mientras tanto, a nivel mundial, las subvenciones a los combustibles fósiles se han duplicado solo un año antes.
Estas son solo algunas cifras del nuevo informe sobre el clima publicado por un equipo internacional de científicos en la revista BioScience. Pero son cifras reveladoras. Por un lado, el cambio climático es cada vez más visible. Y por otro, estamos haciendo demasiado poco para combatir el calentamiento global.
Las advertencias se hacen realidad: mucho CO₂ y calor
“Durante varias décadas, los científicos han advertido sistemáticamente de un futuro caracterizado por condiciones climáticas extremas causadas por el aumento de las temperaturas que, a su vez, están provocadas por las actividades humanas que liberan gases de efecto invernadero nocivos a la atmósfera”, escriben los investigadores. “Desgraciadamente, ahora se nos acaba el tiempo”. Porque esas advertencias se han hecho realidad. “Estamos entrando ahora (en lo que se refiere a la crisis climática) en territorio desconocido, porque nos encontramos en una situación nunca vista en la historia de la humanidad”.
Los investigadores llegan a esa conclusión tras enumerar, entre otras cosas, el estado de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, el aumento del nivel del mar, la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y las temperaturas medias. Y las cifras dejan poco a la imaginación. Por ejemplo, parece que nos dirigimos a un récord de emisiones de CO₂ en 2023. También parece que este año pasará a los libros como uno de los más cálidos jamás registrados, y ya van 38 días en 2023 en los que la temperatura media mundial ha sido más de 1,5 grados superior a la temperatura media preindustrial. La temperatura media global más alta jamás registrada también se midió en 2023, en julio, y podría ser incluso la temperatura media global más alta que la Tierra haya experimentado en los últimos 100 000 años.
Mientras tanto, los efectos del cambio climático también son cada vez más visibles. No solo en forma de récords de calor. Sino también en forma de mayor frecuencia y/o intensidad de otros fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo, precipitaciones), inundaciones e incendios forestales. Este mismo año, por ejemplo, Canadá sufrió intensos incendios forestales que también liberaron más de 1 gigatonelada de CO₂ (o casi tanto CO₂ como el que emitió el país en total en 2021).
Muy preocupante: aún no es demaciado tarde
“Como científicos, estamos muy preocupados por el repentino aumento de la frecuencia y la gravedad de los desastres relacionados con el clima”, afirma el investigador Christopher Wolf. “A finales del siglo XXI, es muy posible que muchas zonas se enfrenten a un calor intenso, una disponibilidad limitada de alimentos y un aumento de las tasas de mortalidad”. Su colega William Ripple coincide. “La vida en nuestro planeta está claramente amenazada”.
Esto es realmente preocupante. Pero quizás aún más preocupante, es que también se está avanzando poco en la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, las subvenciones a los combustibles fósiles parecen haberse casi duplicado a nivel mundial entre 2021 y 2022, pasando de 531 000 millones de dólares a algo más de un billón.
El coraje casi te puede. Pero aún no es demasiado tarde para pasar a la acción, subrayan los investigadores. Y en su estudio proponen enseguida una serie de recomendaciones. Por ejemplo, es obviamente importante reducir nuestras emisiones. Y para ello, por supuesto, también hay que eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles. Además, los investigadores abogan por una mayor protección de los bosques (que absorben CO₂) y por acuerdos internacionales para eliminar progresivamente el uso del carbón. Además, ya es hora de que analicemos críticamente otra causa subyacente del problema en que nos encontramos: el uso excesivo y ansioso que hacemos constantemente de los recursos de la Tierra. De hecho, esto no solo conduce a una crisis climática, sino que también subyace a otras crisis a las que nos enfrentamos actualmente, como la crisis de la biodiversidad.
La captura de CO₂ requiere más investigación
En su estudio, los investigadores también piden cierta cautela respecto a la captura de CO₂. A veces se sigue presentando como una posible solución al problema climático. Pero la tecnología está aún en pañales y, por tanto, no deberíamos confiar demasiado en ella en este momento, según los investigadores. Según los científicos, también es necesario investigar más sobre los llamados bucles de retroalimentación. Se trata de procesos que son consecuencia del calentamiento, pero que a su vez contribuyen a él. Un ejemplo bien conocido es el deshielo del permafrost a causa del aumento de las temperaturas. Cuando el permafrost se derrite, libera metano y CO₂ que contribuyen a un mayor calentamiento global. A pesar de la importancia de estos bucles de retroalimentación, los investigadores aún no los comprenden del todo, lo que también hace más difícil predecir qué papel desempeñarán en el futuro. “Debido a esta incertidumbre, hacemos un llamamiento al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para que elabore un informe especial centrado en los peligrosos bucles de retroalimentación climática, los puntos de inflexión y (como precaución) también en el posible pero improbable escenario de un cambio climático apocalíptico”.
Queda mucho trabajo por hacer. Más trabajo, también, del que tendríamos si hubiéramos actuado con rapidez ante las advertencias de las últimas décadas, subrayan los investigadores, que sin duda saben que una vez más corren el riesgo de ser ignorados. No obstante, siguen desempeñando con fervor su tarea de posibles llamadores en el desierto. “Nuestro objetivo es comunicar los hechos climáticos y hacer recomendaciones políticas”, argumenta Ripple. “Es deber moral de los científicos y de nuestros institutos advertir a la humanidad de cualquier amenaza potencialmente existencial”.
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