Darle un par de veces al botón de “posponer alarma” por las mañanas es para muchos algo habitual cuando suena el despertador. Siempre ha parecido un hábito poco saludable. Sería mejor saltar de la cama en seguida. Afortunadamente, para los dormilones hay buenas noticias: dormitar no es malo en absoluto. Incluso puede ser beneficioso.
Así lo afirma una investigación sueca realizada entre más de 1730 adultos. Casi el 70 % de ellos afirmó que al menos “a veces” utilizaba el botón de repetición o ponía varios despertadores seguidos. Los que dormitaban lo hacían una media de 22 minutos, aunque había grandes diferencias: algunos lo hacían solo 1 minuto, pero también habían los que lo hacían durante 3 horas.
Por lo general, muchos de los que se quedaban dormidos eran los más jóvenes y los más noctámbulos. También eran más propensos a dormir durante periodos más cortos y a sufrir somnolencia matutina.
Dos estudios realizados
La investigadora principal, Tina Sundelin, de la Universidad de Estocolmo, explica cómo llegó a sus conclusiones. “Hicimos dos estudios. En primer lugar, realizamos un cuestionario en el que preguntábamos a la gente por sus hábitos de sueño y vigilia para averiguar en qué se diferenciaban los que dormitaban de los que no. También queríamos saber con qué frecuencia y durante cuánto tiempo dormitaba la gente y por qué”.
En un segundo estudio, realizó un experimento con 31 personas que posponían su alarma. “Comparamos despertarse dormitando con despertarse inmediatamente cuando suena el despertador. Después de que los participantes estuvieran bien despiertos, les hicimos hacer pruebas cognitivas y tuvieron que responder a preguntas sobre su somnolencia y estado de ánimo. También se midieron sus niveles de cortisol”.
Resultados sorprendentes
Y entonces llegaron los resultados que sorprendieron al propio investigador. Treinta minutos de cabezada condujeron a un mejor rendimiento en las pruebas cognitivas para algunos, mientras que para otros la puntuación se mantuvo igual, en comparación con si se les despertaba bruscamente. Las pruebas se realizaron inmediatamente después de despertarse. Los participantes que dormitaron perdieron 6 minutos de sueño, pero a cambio no se despertaron en mitad de su sueño profundo. Por último, dormir la siesta no influyó en el nivel de estrés, la somnolencia matutina, el estado de ánimo ni la estructura del sueño.
Entonces, ¿por qué hemos pensado durante tanto tiempo que dormir un poco más es malo? “Creo que en parte se debe a que, en general, sabemos que dormir es bueno para nosotros, así que cualquier cosa que interrumpa nuestro sueño es mala”, explica Sundelin. “Además, se cree que las personas que echan una cabezada tienen más probabilidades de sentirse somnolientas durante la mañana”. También existe el mito de que echar una cabezadita reinicia de algún modo el ciclo del sueño, lo que te devolvería a un sueño profundo y haría que te despertaras aún más cansado.
Pero resulta que nada de eso es cierto. No está claro si importa cuánto tiempo se eche una cabezada en el proceso. “Solo analizamos el efecto de echar una cabezadita de media hora, ya que eso correspondía al tiempo que la gente del primer estudio decía echar una cabezadita por la mañana. Sin embargo, nuestros resultados demuestran que dormir la siesta acorta el sueño durante la noche. Así que, si se hace durante más tiempo, se perderá más horas de sueño. En algún momento, los beneficios de despertarse despacio (sin apresurarse) superan los efectos negativos del sueño fragmentado, donde se despierta apurado con la hora encima”, afirma la investigadora sueca.
No hay razón para parar
Sundelin se mostró gratamente sorprendido de que las siestas tuvieran algún efecto positivo. “Los resultados dejan claro que no hay razón para dejar de echar una cabezadita si se disfruta con ello, al menos si se limita a media hora. De hecho, puede ayudar a quienes tienen somnolencia matutina a estar un poco más despiertos nada más levantarse”, afirma Sundelin.
Sin comentarios