El lúpulo, el ingrediente que da a la cerveza su sabor familiar, no prospera con las altas temperaturas y la sequía prolongada. Y con más cosechas escasas en el horizonte, la maravillosa experiencia de saborear una cerveza refrescante podría convertirse en una rareza.
La cerveza es (después del agua y el té) la tercera bebida más consumida del mundo. Además, también es la bebida alcohólica más popular en todo el mundo. “A la gente le gusta beberla por su olor y sabor”, explica el investigador Martin Mozny. Pero, ¿hasta cuándo podemos disfrutarla en masa? En un nuevo estudio, Mozny llega a conclusiones un tanto preocupantes. Porque resulta que ni siquiera la cerveza resiste las presiones del cambio climático.
Los cuatro ingredientes principales de la cerveza
La cerveza suele estar compuesta por cuatro ingredientes principales: agua, cereales, levadura y lúpulo. El agua forma la base de la cerveza y constituye la mayor parte de su contenido. El grano aporta a la cerveza los azúcares necesarios para la fermentación. La levadura es un microorganismo encargado de fermentar los azúcares de la cerveza, produciendo alcohol y dióxido de carbono. Y luego tenemos el lúpulo, que se añade para dar a la cerveza su amargor. Esto se debe en parte a ciertas sustancias del lúpulo llamadas ácidos alfa, que también afectan a la calidad de la cerveza. “De hecho, el lúpulo actúa como la ‘especia’ que da a la cerveza su intrigante sabor y aroma”, explica Mozny.
Y es precisamente con este último ingrediente con el que las cosas no van precisamente bien por el momento. Un estudio publicado en Nature Communications predice que, para 2050, las regiones europeas productoras de cerveza experimentarán una reducción de entre el 4 % y el 18 % en la producción de lúpulo aromático tradicional y de entre el 20 % y el 31 % en la cantidad de ácidos alfa.
“Se trata de un problema enorme”, argumenta Mozny. “Si no se toman medidas de adaptación, habrá escasez de producción de lúpulo aromático. Esta escasez limitará la producción de cervezas artesanales y de alta calidad”.
Estudio: cerveza más rara y menos sabrosa
Para llegar a esta conclusión, Mozny y sus colegas recopilaron datos sobre el rendimiento del lúpulo cervecero y el contenido de ácido alfa entre 1971 y 2018 del 90 % de las regiones europeas productoras de lúpulo cervecero en Alemania, la República Checa y Eslovenia. Descubrieron que, en comparación con el estudio publicado en Nature Communicationperíodo anterior a 1994, el lúpulo comenzó a madurar 20 días antes, la producción anual disminuyó en casi 0,2 toneladas por hectárea y el contenido de ácido alfa en el lúpulo disminuyó en aproximadamente un 0,6 %. Que el lúpulo madure antes puede no parecer un problema, pero lo es. “La fase generativa de la planta del lúpulo comienza cuando los días se alargan”, explica Mozny cuando se le pregunta. “Esto supone, por tanto, un problema importante para el desarrollo de todas las sustancias aromáticas del lúpulo”.
Los investigadores predicen que esta tendencia continuará sin cesar en el futuro, lo que acabará provocando las mencionadas desastrosas disminuciones. Y como el contenido de ácido alfa en el lúpulo disminuye, esto conducirá principalmente a un sabor menos agradable de la cerveza.
Dado que el lúpulo aromático de alta calidad solo se cultiva en determinadas regiones con las condiciones climáticas y medioambientales adecuadas, es casi imposible evitar que el cambio climático afecte a la producción. Los mayores descensos se prevén en las regiones productoras de lúpulo del sur de Europa, como Tettnang, en el sur de Alemania, y Celje, en Eslovenia. Estos descensos previstos se atribuyen al aumento de las temperaturas y a un incremento de los periodos de sequía frecuentes y graves, según muestran los modelos. “El aumento de la frecuencia de las sequías afecta negativamente a los rendimientos, mientras que las temperaturas más altas provocan una disminución del contenido aromático”, señala Mozny.
Ajustes necesarios
Para seguir produciendo cerveza de alta calidad, los autores sostienen que hay que “actualizar” los métodos tradicionales de cultivo del lúpulo para evitar los efectos negativos del cambio climático. “Sin medidas de adaptación, empezaremos a ver nuevos descensos en la producción de lúpulo”, advierte Mozny. “Especialmente en el sur de Europa, el cultivo del lúpulo podría dejar de ser rentable. Esto podría poner en peligro la disponibilidad de cervezas de alta calidad para el consumidor medio”.
Afortunadamente, hay algo que podemos hacer para garantizar el futuro de la cerveza. “Una medida sugerida es construir sistemas de riego para estabilizar la producción durante los periodos secos”, sugiere Mozny. “Otra opción es seleccionar las zonas adecuadas para el cultivo del lúpulo, por ejemplo en valles con capas freáticas más altas o lugares resguardados. También podríamos buscar nuevas variedades de lúpulo más resistentes. Por último, los reguladores del crecimiento y las tecnologías de cultivo más sostenibles podrían ofrecer soluciones”.
Problema mundial
En definitiva, los investigadores demuestran una vez más cómo el cambio climático está afectando a nuestro suministro de alimentos. Aunque ya sabíamos que los cambios de temperatura, los regímenes de precipitaciones y la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos afectan a la agricultura, la ganadería y la pesca, ahora parece que ni siquiera la cerveza amada por muchos escapa a estas amenazas. Y eso tiene implicaciones de gran alcance. “El cambio climático afecta a todos los cultivadores de lúpulo del mundo”, afirma Mozny. “Los cultivadores estadounidenses, por ejemplo, están experimentando los mismos problemas. Esto significa que la escasez de producción no puede solucionarse importando de otros países. Como consecuencia, se reduce la producción de cervezas de alta calidad y aumenta su precio”.
Para los amantes de la cerveza (y no son pocos en todo el mundo), estas conclusiones pueden suponer una desagradable sorpresa. No solo habrá menos posibilidades de pedir una cerveza artesana en la terraza en el futuro, sino que también será menos sabrosa y probablemente bastante más cara. Así que la esperanza es que las medidas propuestas puedan invertir la tendencia. Porque solo así se asegurará el futuro de la tercera bebida más popular del mundo.
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