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Así seleccionan pareja las moscas de la fruta ¿El más guapo o el que más le conviene?
sábado, octubre 07, 2023

Así seleccionan pareja las moscas de la fruta ¿El más guapo o el que más le conviene?

La estrategia de elección de pareja en las moscas de la fruta: ¿genes de calidad o compatibilidad genética influyen en la reproducción de drosophila melanogaster?

¿Intentas encontrar al padre o la madre más guapos para tus hijos o te conformas con la persona que más te conviene? En el caso de las moscas de la fruta, no se trata de una cosa o la otra, sino de ambas. Investigadores de Zúrich demuestran que tanto la calidad genética como la coincidencia genética con un macho son importantes para la hembra.

Las moscas hembra adoptan incluso una estrategia intencionada en la selección de pareja para asegurarse de que su descendencia será lo más sana y fuerte posible. Y eso no es tan fácil, ya que las hembras se enfrentan a una cuestión peliaguda: ¿quieren al macho con los mejores genes o con los genes que mejor se adapten a los suyos?.

Biólogos evolutivos de la Universidad de Zúrich decidieron echar una mano a las hembras de las moscas de fruta y explorar esa cuestión. También porque, como explica el profesor Stefan Lüpold, “los procesos subyacentes de la elección de pareja afectan a la evolución de los rasgos sexuales masculinos y, por tanto, a la variación en una población, y no solo en las moscas de la fruta”.

Esperma fluorescente

La Drosophila melanogaster, cuyo nombre probablemente le diga poco, es una mosca modelo muy utilizada para estudiar la selección sexual y la evolución. Los machos son extremadamente perezosos: las hembras de la mosca de la fruta necesitan su esperma, pero por lo demás no hacen nada. No proporcionan alimento ni cuidados. Sin embargo, la elección del macho es importante porque afecta a la calidad de la descendencia, en términos de tasa de supervivencia, tamaño y reproducción.

Para averiguar cómo encuentran las hembras al macho perfecto, los investigadores imitaron el proceso de selección. Los machos se diferenciaban entre sí por la calidad de sus genes y la coincidencia genética con la hembra. Empleando espermatozoides fluorescentes, los investigadores pudieron seguir exactamente lo que ocurría a lo largo del proceso reproductivo, desde que el espermatozoide entraba en la hembra hasta el nacimiento de la cría.

Primero la preselección y luego la selección final

Las hembras son muy listas. Tienen en cuenta tanto la calidad genética de los machos como el grado en que son compatibles con ellas. Esto varía según la fase del proceso reproductivo. Los machos con muy buenos genes, por ejemplo, tienen más probabilidades de ser elegidos. Pero eso no es todo. 

Las hembras, que se aparean habitualmente con muchos machos, pueden influir en las reservas de esperma de sus cuerpos y, por tanto, en las posibilidades de fecundación. Para ello, vuelven a expulsar parte del esperma después del apareamiento.

Si un macho tiene mejores genes o es más compatible con la hembra que su predecesor, ella espera un tiempo antes de realizar esa expulsión de esperma. Así, el esperma preferido tiene más tiempo para llegar a los órganos de almacenamiento de la hembra y desplazar al esperma rival que ya está allí. En última instancia, esto afecta a la paternidad.

Complicada interacción de calidad y compatibilidad

Pero, ¿en qué se basan las hembras para decidir que prefieren el esperma de uno al del otro? “Nuestros resultados demuestran que las moscas hembra utilizan criterios diferentes en las distintas fases del proceso reproductivo para influir en el resultado de su actividad de apareamiento”, afirma el investigador Stefan Lüpold.

“Cuando eligen pareja por primera vez, preseleccionan machos con una calidad genética superior, pero luego influyen en el almacenamiento de esperma para asegurarse de que los espermatozoides más adecuados fecunden sus óvulos. Así obtienen lo mejor de ambos mundos”.

Esto es interesante, y no solo porque ahora sepamos más sobre los mecanismos y consecuencias de esa selección de pareja. “También nos ayuda a comprender mejor cómo se transmiten los genes, cómo se mantiene la variación genética dentro de las especies y cómo pueden surgir nuevas especies”, concluye Lüpold.

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