SN 1987A es una de las supernovas más conocidas y estudiadas. Sin embargo, el potente telescopio Webb ha descubierto ahora unas peculiares “medias lunas” que no se habían observado antes.
A solo 168 000 años luz de distancia, situada en nuestra vecina galáctica, la Gran Nube de Magallanes, encontramos una de las supernovas más famosas: SN 1987A. Esta supernova fue descubierta en 1987 y desde entonces figura en la lista de favoritas de los astrónomos. Por ello, es uno de los objetos más famosos y más estudiados del cielo nocturno.
Aunque la supernova ya ha sido observada con numerosos telescopios e instrumentos, ahora le tocaba el turno a James Webb. Y no sería el mejor telescopio si no se las arreglara para descubrir algo nuevo.
Más información sobre SN 1987A
El 23 de febrero de 1987, la luz de la supernova SN 1987A llegó a la Tierra. La explosión tuvo lugar a una distancia de 168 000 años luz en la llamada Gran Nube de Magallanes. Fue una explosión de supernova extraordinaria, sobre todo porque se trataba de la supernova más cercana en casi 400 años (desde la supernova de Kepler en el año 1604). En el caso de SN 1987A, explotó una supergigante blanca azulada. La estrella tenía un diámetro 40 veces mayor que el del Sol. SN 1987A alcanzó una magnitud de 2,8, lo que hizo que el cuerpo celeste fuera visible a simple vista en el hemisferio sur.
La nueva imagen puede admirarse en la parte superior. El corazón de SN 1987A, la región azulada que los investigadores han bautizado como el “ojo de la cerradura”, está lleno de gas y polvo grumoso que fue expulsado violentamente por la explosión. El polvo es tan denso que ni siquiera Webb puede penetrarlo con su cámara infrarroja. Esto crea el “agujero” oscuro observable en el centro.
Cadena de perlas: medialunas
Una brillante “cadena de perlas” rodea la región azul. Se encuentra junto a dos tenues brazos que se extienden hacia el exterior en forma de reloj de arena. El anillo se formó a partir de material expulsado decenas de miles de años antes de la explosión. El anillo contiene puntos brillantes y calientes (las “perlas”) creados cuando la onda de choque de la supernova atravesó el anillo. Curiosamente, estos puntos también se han encontrado fuera del anillo, acompañados de una emisión difusa. En estos puntos, las ondas de choque de la supernova entran en contacto con material externo.
Hasta aquí, nada nuevo. De hecho, varios telescopios (como los espaciales Hubble y Spitzer) ya han observado las estructuras descritas anteriormente. Sin embargo, gracias a la incomparable sensibilidad de Webb, los investigadores han descubierto ahora una nueva y sorprendente característica de SN 1987A: la presencia de pequeñas “medias lunas”.
Se supone que estas medias lunas forman parte de las capas exteriores de gas expulsadas por la explosión de la supernova. Aunque los astrónomos aún no saben muy bien qué es lo que están viendo. En cualquier caso, sospechan que nuestro ángulo de visión crea la ilusión de que dentro de estas regiones en forma de media luna hay más material del que realmente hay.
Claridad y detalle
Las nuevas observaciones de Webb ofrecen nuevas e interesantes pistas sobre cómo evolucionan las supernovas a lo largo del tiempo. Y esto se debe principalmente a su alta resolución sin precedentes. El telescopio Spitzer, ya retirado, observó SN 1987A en infrarrojo durante casi toda su vida útil, proporcionando importantes datos, pero nunca consiguió igualar el nivel de precisión y detalle de Webb.
A pesar de décadas de investigación, aún no se han desvelado todos los misterios de SN 1987A. Por ejemplo, todavía existen varios aspectos desconcertantes, entre ellos algunos relacionados con la estrella de neutrones que se supone se formó tras la explosión. Al igual que Spitzer, Webb seguirá estudiando la emblemática supernova. Entonces, con suerte, también se arrojará más luz sobre las peculiares medias lunas recién descubiertas que alberga la supernova.
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