Tenemos muchas ideas preconcebidas sobre las personas sin hogar. “Es mejor no darles nada, igual todo lo gastarán en alcohol y drogas”, siempre se dice eso. Pero nada más lejos de la realidad: un simpático experimento demuestra que las personas sin hogar no gastan en absoluto dinero extra en estimulantes.
Parece haber un gran contraste entre la opinión pública sobre los sin techo y la realidad en lo que se refiere a cómo manejan el dinero estas personas, concluyen investigadores canadienses de la Universidad de Columbia Británica. Su experimento partió de una encuesta realizada a más de 1100 personas, que predijeron que las personas sin hogar a las que les dieras 7500 dólares gastarían un 81 % más en alcohol, drogas y tabaco que si tuvieran un hogar.
Los investigadores de la UBC decidieron comprobarlo en la práctica. Dieron esta cantidad a 50 personas sin hogar de Vancouver (Canadá) y compararon su gasto al año siguiente con el de un grupo de control de 65 personas sin hogar permanente, que no recibieron el dinero.
Los beneficios para los sin techo fueron numerosos: pasaron 99 días menos en la calle, ingresaron parte del dinero en sus cuentas de ahorro y ahorraron 777 dólares a la sociedad al pasar menos tiempo en albergues. Y NO gastaron, como casi todo el mundo pensaba, más dinero en estimulantes que el grupo de control. Así que el dinero gratis fue un gasto útil, pero el prejuicio permanece.
Gente como tú y como yo
“El impacto de estos prejuicios es enorme”, afirma la investigadora principal, Jiaying Zhao, de la UBC. “Las personas que recibieron el dinero lo gastaron en cosas en las que tú y yo también lo gastaríamos (vivienda, ropa, comida, transporte) y no en drogas y alcohol”.
Por cierto, en el estudio no participaron personas muy adictas ni con enfermedades mentales, pero Zhao señala que la mayoría de las personas sin hogar tampoco encajan en absoluto en estos estereotipos. En realidad son bastante invisibles. Duermen en coches o en sofás de amigos y no consumen drogas ni alcohol en absoluto, afirma el investigador.
Como la prestación tuvo tanto éxito, los científicos buscaron formas de cambiar la opinión pública al respecto. Dicen que el mensaje más eficaz es explicar simplemente en qué gastan realmente su dinero los sin techo y hacer hincapié en lo útiles que eran las prestaciones y en que incluso suponían un ahorro para la sociedad.
Renta básica al fin y al cabo
La prestación de 7500 dólares en metálico en un año es una forma de renta básica que muchos países llevan tiempo considerando. En Canadá la tienen muy avanzada. Allí están estudiando introducir una ley que garantice a los mayores de 17 años una renta básica para pagar sus necesidades básicas.
Sin embargo, sigue habiendo un intenso debate sobre la utilidad de la renta básica. Sus defensores sostienen que ayuda a reducir la pobreza y da a la gente estabilidad financiera en tiempos difíciles. También deja más tiempo para hacer trabajo voluntario junto con el remunerado, por ejemplo, algo que puede ser necesario en una población que envejece. Los detractores afirman que la renta básica es demasiado cara y que el dinero gratis se utiliza mal o desanima a la gente a realizar cualquier trabajo remunerado.
Salir de la miseria
Sea como fuere, para las personas sin hogar, que no tienen dónde reclamar, podría ser un regalo del cielo y una forma de salir de la miseria. “Sabemos que la gente tiende a deshumanizar a las personas sin hogar. Lo que me sorprendió fue la magnitud de este prejuicio”, afirma Zhao. “La falta de vivienda es un problema muy grave en Norteamérica. Es extremadamente costoso en términos de PIB, pero también en términos de vidas humanas. Y el planteamiento actual para combatirlo no funciona. Por eso creo que también tenemos que buscar otros métodos”. Una renta básica podría ser una solución.
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