Científicos del ámbito de la neurociencia han realizado un descubrimiento revelador: los impactantes reveses de la vida tienen la capacidad de alterar de manera perdurable tanto la estructura como el funcionamiento intrínseco del cerebro humano.
Nuestro cerebro no es un órgano estático; cambia constantemente. Por ejemplo, cuando aprendes algo nuevo. “Cuando aprendes una nueva habilidad (por ejemplo, cuando aprendes a hacer malabares), eso se nota en el cerebro”, dice el investigador Andre Marquand. Y el cambio resultante en el cerebro también es permanente. Pero Marquand y sus colegas demuestran ahora en la revista Nature Neuroscience que los contratiempos también dejan huellas visibles en el cerebro Y que esas huellas también son permanentes.
Los investigadores basan su conclusión en un estudio de 170 personas. Se disponía de una gran cantidad de datos sobre estas personas, ya que se habían recogido todo tipo de datos sobre ellas a lo largo de su vida. Por ejemplo, los investigadores sabían que algunas personas habían tenido grandes contratiempos en la vida, que se sabe que tienen un efecto negativo en el desarrollo. Hay que pensar en complicaciones durante su nacimiento, malos tratos o un accidente grave, por ejemplo.
El estudio
Los investigadores determinaron (con ayuda de escáneres) la estructura cerebral de todas estas personas. Lo hicieron en dos momentos: cuando los sujetos tenían 25 y 35 años. Después, con ayuda de la inteligencia artificial, buscaron una relación entre los patrones (anormales) del cerebro y las desgracias que habían sufrido las personas.
“Hay diferencias sutiles en el cerebro que son muy específicas de cada persona, como una huella dactilar”, explica Marquand. “Utilizamos técnicas de IA para trazar un mapa de cómo afectan los reveses pasados a este tipo de diferencias en la estructura cerebral. Y acabamos encontrando un patrón que en realidad está bastante extendido por todo el cerebro. Veo ese patrón como una respuesta normal a los reveses”. Y esa reacción es permanente. Porque los investigadores la vieron reflejada en el cerebro a ambas edades. “Es muy sorprendente que podamos ver señales en el cerebro que son el resultado de sucesos que ocurrieron décadas atrás”, opina Marquand.
La investigación no solo pone de relieve (una vez más) lo plástico que es nuestro cerebro, sino que también podría permitir a los científicos predecir en el futuro qué personas tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas psiquiátricos. De hecho, este estudio ha identificado cómo es una respuesta cerebral “normal” a la adversidad. Eso significa que ahora los investigadores también pueden identificar cuándo una respuesta a la adversidad es anormal. “Y vimos que ese patrón aberrante estaba relacionado con síntomas de ansiedad”, afirma. “Y puesto que los síntomas de ansiedad a su vez suelen desempeñar un papel importante en los trastornos psiquiátricos, una respuesta anormal a la adversidad puede indicar que las personas tienen más probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos. Y si se sabe eso, se puede ofrecer antes a esas personas una atención (preventiva)”.
Investigación de seguimiento
“Todavía no hemos llegado a ese punto”, subraya Marquand sobre esta interesante aplicación. “Pero es cierto que si tienes información sobre cómo reacciona el cerebro de una persona concreta ante los contratiempos, en realidad también tienes información sobre lo que podría ocurrir en el futuro”. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para averiguar exactamente cuál es el valor predictivo de esa respuesta anómala a la adversidad. Con este fin, los científicos estudian ahora, entre otras cosas, la estructura cerebral de las personas con trastornos psiquiátricos.
Pero quedan más preguntas por responder antes de que los científicos puedan empezar a utilizar las estructuras cerebrales para predecir si las personas tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos psiquiátricos, argumenta Marquand. “Por ejemplo, si tuvieras una predicción de un mal resultado, ¿realmente querrías saberlo?”.
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