Ya sea que corras maratones o camines una cuadra por el barrio todos los días, mientras hagas ejercicio, es el consejo de estos días. Y no solo si eres mayor, también es superimportante para los niños. Porque quienes no hacen mucho ejercicio en su juventud tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares más adelante. Incluso con una tensión arterial normal y un buen peso.
Resulta sorprendente que hacer poco ejercicio y pasar mucho tiempo sentado en los primeros años de vida pueda tener tanta repercusión más adelante, pero eso es lo que demuestra un nuevo estudio: el número de horas que los niños y adolescentes pasan sentados está relacionado con daños en el tejido cardíaco. Esto se observó incluso en personas con un peso normal y no hipertensas cuando eran niños.
“Todas esas horas que los jóvenes pasan mirando una pantalla se acumulan. Con el tiempo, estas personas acaban teniendo, literalmente, el corazón lastrado. Y sabemos por estudios en adultos que esto les hace más propensos a sufrir un infarto de miocardio o un ictus”, explicó el investigador principal, Andrew Agbaje, de la Universidad de Finlandia Oriental. “Es importante que los niños y los jóvenes hagan más ejercicio para que mejore su salud a largo plazo”.
Relación entre inactividad y cardiopatías
Los hallazgos finlandeses forman parte del estudio Children of the 90s. Se trata de uno de los mayores estudios de cohortes del mundo, que comenzó en 1990. En él, se hace un seguimiento de las elecciones de estilo de vida de los participantes desde su nacimiento. Los sujetos llevan relojes inteligentes a horas determinadas, por ejemplo, de modo que se puede estimar con bastante precisión la cantidad de tiempo que pasan en reposo a distintas edades. Así fue bastante fácil establecer un vínculo entre la inactividad física en la infancia y posibles problemas cardíacos más adelante.
A los 11 años, los niños llevaron un reloj inteligente con un monitor de actividad durante siete días consecutivos. Volvieron a hacerlo cuando tenían 15 y 24 años. Los científicos también midieron el peso del ventrículo izquierdo de los participantes a los 17 y 24 años mediante ecocardiograma y lo compararon con su altura. Esto arrojó un determinado número de gramos por metro cuadrado (g/m²), lo que indicaba una relación entre el tiempo de inactividad entre los 11 y los 24 años y las medidas del corazón a los 17 y 24 años. Los investigadores tuvieron en cuenta factores que podían confundir las conclusiones, como la edad, el sexo, la tensión arterial, el porcentaje de grasa corporal, el hábito de fumar, la actividad física y el nivel socioeconómico.
Un total de 766 niños participaron en el estudio, con un número ligeramente superior de niñas que de niños. A los 11 años, los niños pasaban una media de 362 minutos al día sentados. Esta cifra aumentó a 474 minutos al día en la pubertad, a los 15 años, e incluso a 531 minutos al día a los 24 años. Esto significa que, entre la infancia y la edad adulta temprana, los sometidos a la prueba pasaron una media de 2,8 horas más al día sentados.
Doble riesgo de cardiopatías
Cada minuto que estas personas estuvieron más sentadas entre los 11 y los 24 años está relacionado con un aumento del ventrículo izquierdo de 0,004 g/m² entre los 17 y los 24 años. Si multiplicamos esto por los 169 minutos extra de inactividad más tarde en la vida, equivale a un aumento diario de 0,7 g/m², el equivalente a un ventrículo izquierdo 3 g más pesado si suponemos un crecimiento medio de la estatura.
Estudios anteriores entre adultos ya permitían concluir que el mismo aumento del ventrículo izquierdo (1 g/m²) a lo largo de un periodo de siete años está vinculado a una duplicación del riesgo de cardiopatía, accidente cerebrovascular y muerte prematura.
Al menos hay que seguir moviéndose
“Estos niños pasan más de seis horas al día sentados y esta cifra aumenta en casi otras tres horas cuando son adultos jóvenes. Nuestro estudio demuestra que esta acumulación de inactividad física en niños y adolescentes está relacionada con daños en el tejido cardiaco en etapas posteriores de la vida. Lo mismo ocurre en niños y adolescentes que no tienen un peso corporal elevado ni hipertensión”, afirma Agbaje.
Aconseja a los padres que animen a sus hijos a hacer más ejercicio. Es importante salir a la puerta con ellos más a menudo y dar un paseo o ponerse en movimiento de alguna otra forma. Asegúrese de limitar el tiempo que los niños pasan en las redes sociales y los juegos de ordenador. Porque como dijo Martin Luther King Jr: “Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes andar, gatea. Pero al menos muévete”.
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