Aunque a lo largo del tiempo se han implementado diversas estrategias para controlar la transmisión del dengue, los desafíos persisten debido a la inmunidad de la población y la falta de vacunas efectivas que puedan ofrecer una protección adecuada contra la enfermedad.
En lo que va del año, América ha enfrentado una alarmante cifra de más de tres millones de casos de dengue, lo que sitúa al 2023 como el año con la segunda incidencia anual más alta de esta enfermedad desde que se comenzaron a recopilar datos en 1980. ¿Qué factores están impulsando este aumento sin precedentes? Los investigadores han estado estudiando esta situación con atención.
“Observamos un aumento de casos superior al esperado para este periodo”, afirma Cláudia Codeço, epidemióloga de la Fundación Oswaldo Cruz, Brasil. El récord de 3,2 millones de casos registrado en 2019 podría ser superado este año, dependiendo de cómo se propague la enfermedad en América Central y del Norte, ya que se cree que la temporada de dengue en América del Sur ha alcanzado su punto máximo.
Clima y dengue: conexión compleja
El dengue está causado por cuatro serotipos de virus relacionados entre sí, lo que dificulta identificar la causa exacta del repunte. “Hay una interacción entre estos serotipos, y la inmunidad contra uno interfiere con los otros. Si juntamos todo esto, se puede producir una dinámica impredecible”, afirma Codeço.
Sin embargo, los investigadores señalan que el aumento de las temperaturas y los cambios en el régimen de lluvias podrían ser factores importantes en esta tendencia. El mosquito Aedes aegypti, vector principal del dengue, prospera en temperaturas alrededor de los 30 °C y en condiciones húmedas, que han aumentado debido al calor récord y fenómenos meteorológicos extremos en los últimos años.
Expansión geográfica del dengue
El dengue ha estado avanzando hacia regiones que antes eran inmunes a A. aegypti. Brasil, con casi 2,4 millones de casos registrados este año, ha visto cómo la enfermedad se extiende a estados del sur que solían ser demasiado fríos para el mosquito. En los últimos cinco años, 481 municipios brasileños han reportado por primera vez una transmisión local sostenida del dengue.
Además, la Ciudad de México, a 2240 metros de altitud, experimentó su primera invasión de A. aegypti en 2015. “Si lees libros sobre la biología del Aedes aegypti, dicen que el mosquito no se reproduce a altitudes superiores a los 1200 metros”, dice José Ramos-Castañeda, virólogo del Instituto Nacional de Salud Pública de México en Cuernavaca. “En ese aspecto, el calentamiento global está afectando a la distribución del vector y, por tanto, a la posible distribución de los casos”.
Impacto del cambio climático
Investigadores de la Universidad de Michigan han estudiado cómo el aumento de las temperaturas en Brasil podría afectar el potencial epidémico del dengue hacia finales de la década de 2040. “Descubrimos que, independientemente del escenario específico de cambio climático, el potencial epidémico era superior al actual”, afirma el epidemiólogo computacional Andrew Brouwer, uno de los autores del estudio. “En la mayoría de los lugares, hemos observado un aumento del 10-20 % en el potencial epidémico”.
Esta tendencia no se limita a Sudamérica. Tanto en el hemisferio sur como en el norte, las regiones donde el mosquito y el patógeno pueden mantenerse aumentarán. Estados Unidos ya ha registrado casos de transmisión local del dengue en Florida, Texas y Arizona.
El dengue suele ser estacional, con un aumento de casos en verano o estación lluviosa, y una disminución en invierno o estación seca. Sin embargo, el aumento global de la temperatura podría alargar las temporadas de dengue. Proyecciones indican que las temporadas de transmisión podrían alargarse alrededor de un mes en cada extremo.
El Niño: posibles consecuencias
A corto plazo, el actual fenómeno meteorológico de El Niño podría tener implicaciones en la transmisión del dengue. Se espera que El Niño traiga inundaciones, sequías y temperaturas récord, lo que podría aumentar la transmisión del dengue y otros arbovirus como el Zika y el chikungunya, según el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Desafíos para frenar el dengue
Diversas estrategias se han utilizado para controlar la transmisión del dengue, incluyendo el uso de trampas e insecticidas para matar al mosquito huésped y la eliminación de recipientes con agua estancada. También se investiga el desarrollo de mosquitos modificados que no puedan transmitir la enfermedad. Sin embargo, el experto Ramos-Castañeda destaca que la inmunidad de la población podría tener un impacto significativo en la transmisión. Aunque se han aprobado dos vacunas contra el dengue en algunos lugares desde 2015, su eficacia, seguridad y costos han limitado su amplia adopción. Superar estos desafíos es crucial para frenar la propagación del dengue.
El camino hacia el control efectivo
A pesar de los desafíos, es esencial mantener una lucha continua contra el dengue. La colaboración entre países, gobiernos, organizaciones de salud y comunidades es clave para implementar estrategias integrales y efectivas. La vigilancia epidemiológica y el monitoreo constante son fundamentales para identificar brotes tempranos y tomar medidas preventivas.
La educación pública también desempeña un papel vital. Concientizar a la población sobre las medidas de prevención, como la eliminación de criaderos de mosquitos y el uso de repelentes, puede reducir significativamente la propagación del virus.
En cuanto a las vacunas, continuar la investigación y el desarrollo de opciones más eficaces y seguras es crucial para lograr una inmunización efectiva a gran escala. Además, es importante garantizar el acceso equitativo a estas vacunas para que las poblaciones vulnerables también puedan beneficiarse de la protección.
El llamado a la acción
El récord de casos de dengue en 2023 es una llamada de atención para todos los actores involucrados en la salud pública. El aumento de las temperaturas, el cambio climático y la expansión geográfica del virus son desafíos urgentes que requieren una respuesta coordinada y decidida.
Los esfuerzos para controlar el dengue no solo benefician a las comunidades locales, sino que también contribuyen a la prevención de otras enfermedades transmitidas por mosquitos, como el Zika y el chikungunya. Asimismo, abordan la amenaza creciente de futuras pandemias relacionadas con enfermedades transmitidas por vectores.
En resumen, el récord de casos de dengue en 2023 es una señal de alerta sobre la urgente necesidad de abordar el impacto del cambio climático en la propagación de enfermedades. La colaboración global, la investigación científica y la adopción de estrategias de control efectivas son fundamentales para enfrentar este desafío y proteger la salud pública en las Américas y más allá.
La batalla contra el dengue está lejos de terminar, pero con una acción coordinada y decidida, es posible reducir su impacto y proteger a millones de personas de esta enfermedad devastadora. El tiempo para actuar es, ahora, antes de que la propagación del dengue alcance proporciones aún mayores y cause un costo humano y económico aún más significativo. La salud de nuestras comunidades y el bienestar de futuras generaciones dependen de ello.
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