Son las vacaciones de verano, y por eso viajamos en masa a lugares bañados por el sol. Pero cuidado, porque un exceso de sol puede alterar la composición de las bacterias que viven en la piel y provocar infecciones e irritaciones.
Probablemente, no haga falta que le digamos que debe aplicarse un buen protector solar para protegerse contra el envejecimiento prematuro de la piel, la inflamación o incluso el cáncer de piel. Pero lo que quizá no sepas es que el exceso de sol también provoca la huida de cierta bacteria cutánea, que luego puede provocar molestas dolencias.
El microbioma cutáneo: proteobacterias
En nuestra piel viven miles de millones de microorganismos, como bacterias, hongos, virus y levaduras. Junto con la epidermis, forman una barrera natural contra los invasores extraños y nos protegen de los agentes patógenos. “Nuestra piel está colonizada por una población diversa de microbios que desempeñan una labor esencial”, explica la investigadora Abigail Langton. “El microbioma de la piel se crea al nacer y su composición viene determinada por diversos factores. Piensa, por ejemplo, en tu estilo de vida, tu higiene y los productos cosméticos que utilizas, pero también influyen el clima y tu ubicación geográfica. El microbioma de un adulto sano permanece en gran medida estable a lo largo del tiempo”.
Nuestra piel, por tanto, está repleta de microbios. El microbioma se compone en gran parte de tres comunidades bacterianas: Actinobacterias, Proteobacterias y Firmicutes. El estudio se ocupa de la segunda en particular. “Las proteobacterias son bacterias gramnegativas”, explica Langton. “Se encuentran en gran número en la piel sana. La alteración de este grupo de bacterias se ha relacionado anteriormente con diversas afecciones cutáneas, como la psoriasis, el eccema y las úlceras de los pies”.
Impacto negativo de la radiación UV en las proteobacterias
Se sabe que la radiación UV del sol tiene un impacto negativo en nuestra piel. En el nuevo estudio, sin embargo, los investigadores querían saber si los viajes (cortos) a destinos soleados también afectan a la composición bacteriana. Para estudiarlo, reclutaron a varios veraneantes que se marcharon a lugares soleados durante al menos una semana. Algunos de ellos se broncearon durante el viaje, mientras que otros evitaron el sol en la medida de lo posible. Antes y después de las vacaciones, los investigadores estudiaron el microbioma de su piel.
Tras analizar todos los datos, los investigadores llegaron a un descubrimiento sorprendente. “Hemos demostrado que broncearse inmediatamente después de las vacaciones se asocia con una disminución de las Proteobacterias”, afirma Langton. Dado que el estudio se llevó a cabo con veraneantes reales, aporta nuevos e importantes datos sobre cómo la exposición al sol puede provocar una reducción aguda de las Proteobacterias incluso en un periodo de tiempo relativamente corto. “Esto afecta a la diversidad y composición de la microbiota cutánea”, afirma Langton.
Los resultados sugieren que la exposición a la radiación UV del sol tiene un efecto agudo en el microbioma de la piel, alterándolo. “Que el sol afecte a la microbiota cutánea de forma tan aguda fue una sorpresa”, afirma Langton. Afortunadamente, la disminución observada en las proteobacterias fue relativamente efímera. “La piel se recupera con bastante rapidez una vez que la persona regresa a un clima menos soleado”, prosigue Langton. “Unos 28 días después de las vacaciones, el microbioma de la piel se había recuperado”.
Aun así, la efímera disminución de Proteobacterias puede tener algunos efectos adversos. “Durante el periodo de recuperación de 28 días, la piel está menos sana”, explica Langton. “Como resultado, es más susceptible a infecciones o irritaciones. Esto es especialmente cierto para las personas que ya tienen una afección cutánea subyacente, como eczema o psoriasis”. “Por cierto, el riesgo de infección es bajo y no es grave para las personas sanas. Sin embargo, sí observamos un cambio general en el equilibrio de la microbiota cutánea”.
Estudio de seguimiento
En futuros estudios, Langton planea estudiar más a fondo por qué las proteobacterias parecen especialmente sensibles a la radiación UV. “Ya se ha sugerido que la radiación UV puede afectar a las cepas bacterianas, siendo los organismos grampositivos más resistentes a los daños que los gramnegativos”, afirma la investigadora. “En la investigación de seguimiento, queremos estudiar esto más a fondo. También queremos entender cómo afecta el cambio en la diversidad a la salud a largo plazo de la piel humana”.
Los resultados del estudio demuestran una vez más lo mucho que hay que cuidarse del sol. La radiación UV nociva puede hacer más daño del que somos conscientes. Por eso Langton reitera una vez más lo importante que es protegerse de los caprichos del sol. “Es realmente esencial aplicarse correctamente la protección solar”, afirma. “Además, hay que buscar la sombra siempre que sea posible, sobre todo en las horas centrales del día (entre las 11 y las 15 horas), cuando el sol está más fuerte. De hecho, en nuestro estudio, las personas que más habían evitado el sol eran las que seguían teniendo una microbiota cutánea diversa después de sus vacaciones”.
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