Los niños de todo el mundo leen cada vez menos y sus habilidades lectoras también se deterioran. Es una pena, porque los que leen mucho a una edad temprana se beneficiarán mucho más adelante.
Un estudio de Cambridge y otros estudios demuestra que los niños que disfrutan leyendo un libro durante horas obtienen mejores resultados en las pruebas cognitivas. El óptimo parece ser unas 12 horas de lectura a la semana. Además de los buenos resultados en los tests, también se observó en los escáneres cerebrales una estructura cerebral muy mejorada en estos ratones de biblioteca. Pero leer demasiado tampoco es bueno, según los escáneres. Los investigadores especulan con que estos niños no tienen suficiente interacción social, ejercicio o deporte y, por tanto, no aprovechan sus efectos positivos.
El impacto de la lectura
Muchos niños disfrutan leyendo un libro. Para algunos, es incluso un pasatiempo que les lleva mucho tiempo. Hablar y comprender un idioma son habilidades que los niños dominan a una edad temprana a través del juego, pero la lectura requiere un entrenamiento activo y, por tanto, solo se consigue más tarde en la vida.
Nuestro cerebro se desarrolla enormemente durante los primeros años. Por eso es tan importante enseñar comportamientos que tengan un impacto positivo en nuestro cerebro. Pero hasta hace poco, el impacto de la lectura a una edad temprana no estaba claro.
Este nuevo estudio cambia esta situación. Los investigadores utilizaron datos de más de 10 000 adultos jóvenes estadounidenses. Para ello se basaron en un gran número de entrevistas clínicas, pruebas cognitivas, investigaciones mentales y conductuales y escáneres cerebrales. Entre ellos había niños que empezaron a leer alrededor de los dos años, otros hasta los nueve y algunos no leían nunca en su tiempo libre. En su análisis, los científicos tuvieron en cuenta en la medida de lo posible, factores importantes, como el origen socioeconómico de los niños.
Menor uso de pantallas, Cerebro más grande y ventaja en el desarrollo
De los niños estudiados, algo menos de la mitad no tenía ninguna o muy poca experiencia con la lectura como pasatiempo, o no cogió un libro por placer hasta mucho más tarde en su desarrollo. El resto leyó un libro con regularidad (durante al menos tres años) antes de cumplir los 12 años. El equipo descubrió una estrecha relación entre el inicio temprano de la lectura como afición y unas puntuaciones más altas en las pruebas cognitivas realizadas en la pubertad sobre aprendizaje verbal, memoria y desarrollo del habla y rendimiento escolar.
Estos niños también se sentían mejor mentalmente, según demostraron varias pruebas y entrevistas con padres y profesores. Sufrían menos estrés, depresión, agresividad y problemas de comportamiento, mientras que su capacidad de atención era mejor. Los niños que leían con regularidad también miraban menos a una pantalla (televisor, smartphone o tableta) en la adolescencia y dormían más tanto entre semana como los fines de semana.
Los cerebros de los niños que empezaron a aficionarse a la lectura a una edad temprana estaban mejor desarrollados. Los escáneres mostraron claramente que el volumen de diversas áreas cerebrales era mayor de media, incluidas partes específicas que desempeñan un papel importante en las funciones cognitivas superiores. Las áreas relacionadas con la salud mental, el comportamiento y la atención también estaban más desarrolladas. “Leer no es solo un pasatiempo placentero. La idea de que coger un libro estimula la creatividad y el pensamiento está muy extendida. También sirve para reducir el estrés y aumentar la empatía. Pero, además, hemos encontrado pruebas fehacientes de que la lectura como pasatiempo en los niños proporciona una ventaja en el desarrollo, mejorando la memoria, la salud mental y la estructura cerebral. Todos ellos son factores cruciales para el bienestar y el aprendizaje futuro”, explica la profesora de Cambridge Bárbara Sahakian.
Demasiado tampoco es bueno
Unas 12 horas de lectura a la semana parecen ser la cantidad óptima. Por encima de este límite, los efectos positivos dejaron de medirse. De hecho, el efecto disminuyó en este grupo. Según los investigadores, esto puede deberse a que estos niños hacen demasiado poco ejercicio y tienen poca interacción social. El deporte y salir con los amigos también son actividades cognitivamente estimulantes, de las que carecen en sus vidas.
“Animamos a los padres a que hagan todo lo posible por inculcar a sus hijos el amor por la lectura desde una edad temprana. Si lo consiguen, no solo disfrutarán leyendo libros, sino que también mejorará su desarrollo cognitivo. Disfrutarán de su afición a la lectura toda la vida y seguirán cosechando sus beneficios cuando sean mayores”, afirma el profesor de Shanghai Jianfeng Feng.
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