Para los niños suele ser muy intenso perder a uno de sus padres. Incluso en edades más avanzadas, pueden seguir sufriendo por ello. Los chicos, en particular, son más propensos a tener problemas de salud mental y a encontrarse en peor situación económica que sus compañeros, que solo experimentan una pérdida tan grande cuando son adultos.
Así se desprende de una investigación realizada entre casi un millón de finlandeses. Curiosamente, las consecuencias negativas de la pérdida son mayores para los hijos que para las hijas. Pero también ambos tienen más probabilidades de ser hospitalizados por abuso de alcohol o drogas o autolesiones deliberadas.
Por ejemplo, van menos tiempo a la escuela, tienen menos posibilidades de tener un trabajo estable y ganan menos que sus compañeros cuyos padres siguen vivos después de los 21 años.
Rentabilidad fiscal
Investigaciones anteriores apuntaban a una relación entre la muerte prematura de uno de los progenitores y la salud y prosperidad en la vida posterior del hijo. Pero, aparte de que esos datos eran mucho peores, nunca se había estudiado bien la diferencia entre hombres y mujeres, afirman los científicos. Y así es, resulta tras analizar los datos de los finlandeses nacidos entre 1971 y 1986. Se fijaron, entre otras cosas, en el nivel educativo, las bajas por enfermedad y la declaración de la renta.
Los padres son mucho más propensos a morir
Aproximadamente uno de cada seis participantes había perdido a uno o ambos progenitores antes de los 31 años. Menos del 5 % perdió a su madre, mientras que casi el 12 % perdió a su padre. Lógicamente, es mucho más probable que un progenitor muera más tarde en la vida: un niño de 6 años en Finlandia tenía apenas un 1 % de posibilidades de no tener ya padre o madre, mientras que el 5 % de los participantes había perdido a uno de sus progenitores cuando tenían entre 26 y 30 años. Se descubrió que los padres tenían tres veces más probabilidades de morir que las madres antes de que el niño cumpliera 21 años.
Y las consecuencias de la pérdida resultaron ser enormes: los hombres o niños que perdieron a uno de sus progenitores antes de los 21 años tenían un 70 % más de probabilidades de acabar hospitalizados por enfermedad mental que el grupo de control. Entre las mujeres, el riesgo era un 52 % mayor.
El motivo más frecuente de ingreso fue el abuso de alcohol o drogas y las autolesiones deliberadas (incluidos los intentos de suicidio). Los varones que perdieron pronto a su madre tenían incluso 2,5 veces más probabilidades de acabar en el hospital por autolesiones deliberadas. Las niñas que perdieron pronto a su padre tenían el doble de probabilidades de sufrir el mismo tipo de hospitalización. Las mujeres que perdieron a sus madres jóvenes tenían un 88 % más de probabilidades de sufrir trastornos por estrés.
Menos educación, trabajo e ingresos
Quienes habían perdido a uno de sus padres a una edad temprana también tenían un tercio más de probabilidades de tomar medicación para problemas de salud mental. Además, las bajas por enfermedad eran más frecuentes entre ellos. Se descubrió que ganaban menos a los veinte años, estaban más a menudo sin trabajo y tenían menos estudios. Por ejemplo, los científicos contabilizaron un 4 % menos de escolarización, equivalente a más de medio curso académico, en las niñas que perdieron a sus madres a una edad temprana.
Los hombres que perdieron a sus padres prematuramente ganan, de media, un 16,5 % menos al año y tienen un 6 % menos de probabilidades de tener un trabajo estable. Entre las mujeres, estos porcentajes son del 11 % y del 4 %, respectivamente.
El punto fuerte del estudio radica en su utilización de la enorme base de datos nacional, que incluye, entre otros, datos exhaustivos de los servicios de salud mental. Los investigadores también señalan que se trata de un estudio observacional, en el que no se han eliminado todas las variables potencialmente confusoras, como los rasgos de personalidad y otras cuestiones en las que pueden intervenir factores hereditarios y ambientales. Tampoco se incluyeron los problemas leves de salud mental, ya que estaban prácticamente ausentes de los datos.
Los niños sufren más que las niñas
A pesar de estas advertencias, los investigadores concluyen: “La muerte prematura de uno de los progenitores está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de problemas de salud mental en etapas posteriores de la vida. Esto es cierto tanto para hombres como para mujeres, pero, por término medio, los hijos sufren más que las hijas. Del mismo modo, perder a uno de los padres prematuramente está relacionado con consecuencias negativas para la vida laboral. Y estas desventajas también son más comunes entre los hombres”.
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