Varios delfines han sido sorprendidos pidiendo pescado a los barcos pesqueros. Y esto no está exento de peligro, advierten los investigadores.
Cuando un perro te mira con ojos de cachorro y te suplica un trocito de tu comida, puede ser bastante difícil apartarlo. No digamos cuando un delfín salvaje se acerca a tu barco y hace lo mismo. A pesar de que no está permitido alimentar a los delfines salvajes, algunos pescadores arrojan sus sobras al mar. Y eso tiene consecuencias de largo alcance, advierten los investigadores. Porque, al parecer, los delfines se enseñan unos a otros a “mendigar” comida, lo que podría tener graves consecuencias a largo plazo.
Delfines mendigos con heridas
La investigadora Léonie Huijser llegó a este sorprendente descubrimiento cuando, para su tesis doctoral, investigó la estructura social de la población de delfines mulares del Indopacífico en la bahía de Moreton, situada frente a la costa de la ciudad australiana de Brisbane.
“Encontré un grupo de delfines que se acercaba constantemente a los barcos, esperando a que los pescadores les arrojaran cebos o capturas ilegales desechadas”, recuerda Huijser. “La pesca es una actividad popular en la bahía. Y parece que algunos delfines han aprendido a aprovecharse de ello”.
Según el investigador, no es en absoluto deseable que los delfines hayan aprendido a mendigar. Esto se debe en parte a que pueden lesionarse gravemente de esta forma. “Algunos delfines que se acercan audazmente a los barcos tienen heridas que indican que han tenido una colisión con una hélice o han quedado atrapados en un sedal”, dice Huijser. “Durante uno de mis primeros días de trabajo de campo, un delfín salió a la superficie junto a nuestro barco, pero desapareció cuando se dio cuenta de que no íbamos a darle de comer. Su aleta estaba muy mutilada, lo que indicaba que podría haberse enredado antes en un sedal”.
La aleta herida de un delfín mular en la bahía de Moreton, posiblemente causada por una colisión con un barco mientras pedía pescado. Imagen: Jake Linsky |
Comida basura: aprenden de otros delfines
Además, los delfines corren el riesgo de volverse dependientes del pescado arrojado. Y eso también es peligroso. “Para ellos es comida basura”, explica el investigador Michael Noad. “Rápida y fácil, pero poco saludable. Puede incluso provocarles una intoxicación alimentaria”.
Los delfines son animales muy inteligentes, capaces de aprender no solo de sus madres, sino también entre ellos. Y, según los investigadores, ya parece firmemente que varios delfines han enseñado a otros a mendigar. Por ello, Huijser teme que pronto toda la población se dedique a mendigar. “Los delfines aprenden de sus congéneres”, explica. “Si un delfín mendigo entra en contacto con otro que aún no lo hace, el comportamiento puede extenderse rápidamente y acabar convirtiéndose en un problema generalizado”. Si un delfín no mendigo ve a su par mendigar, puede imitar ese comportamiento. Sobre todo si el delfín mendigo consigue pescar. Mientras tanto, ya se han visto varios grupos de delfines mendigando, no solo cerca de la bahía de Moreton, sino también cerca de la isla de Bribie y la isla de North Stradbroke.
Vigilancia en lugares de mendicidad
El equipo defiende la importancia de una mejor supervisión, con controles más estrictos de la alimentación ilegal de delfines. “No todos los ajustes son positivos”, dice Noad. “Y la mendicidad es un ejemplo de estrategia adaptativa que puede ser rentable a corto plazo, pero conlleva grandes riesgos a largo plazo”. Según los investigadores, las conclusiones de este estudio son especialmente importantes para los conservacionistas. “Esperamos que puedan concienciar mediante un programa educativo a gran escala sobre los posibles efectos negativos de alimentar a los delfines”, afirma Noad.
Mientras tanto, Huijser sigue investigando. Actualmente, está cartografiando los principales “lugares de mendicidad”, lo que es muy importante para mejorar la vigilancia en estas zonas.
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