Nuestros antepasados demostraron ser excelentes artesanos de la madera hace 300 000 años. Sabían dar forma ergonómica y aerodinámica a grandes y pequeñas lanzas de abeto. Las cepillaban cuidadosamente, las incrustaban y las lijaban hasta dejarlas lisas para la caza.
Hace unos 30 años se recuperaron del suelo varios varas para arrojar muy antiguos cerca de la ciudad alemana de Schöningen. Pero ahora que existen nuevas técnicas para estudiarlos, un grupo de arqueólogos británicos decidió volver a examinar una de las varas, uno más pequeño de unos 77 centímetros.
De este modo, se han adquirido nuevos conocimientos sobre el uso de este tipo de proyectiles por parte de los Homo heidelbergensis, o primeros neandertales, que vivieron en la zona hace mucho tiempo.
Cazadores de hace 300 000 años
Además de la vara para lanzar, se han descubierto muchas otras cosas interesantes. “En las excavaciones de Schöningen se encontraron al menos otras diez lanzas más largas, que también estaban hechas de picea, o de madera de pícea”, explicó la investigadora británica Annemieke Milks. “Aún no estamos seguros de si se utilizaban para lanzar desde lejos o simplemente para ensartar a los animales a corta distancia”.
Experimentos anteriores con réplicas de estas antiguas lanzas demuestran que pueden volar fuertemente por el aire y dar en el blanco a una distancia mínima de 20 metros”.
Vara arrojadiza de madera. Imagen: Volker Minkus |
El descubrimiento de los utensilios de madera revolucionó el comportamiento de los primeros humanos. Estos pueblos sabían planificar bien y eran expertos en el trabajo de la madera.
“El uso de la vara para lanzar demuestra una vez más que nuestros antepasados eran buenos cazando a distancia. También podemos deducir que tenían los conocimientos y la comprensión necesarios para fabricar diferentes tipos de armas, cada una con su propia función. El hecho de que las lanzas sean tan ligeras también facilita que los niños se unan a la caza y aprendan así el oficio”, afirma Milks.
Abeto duro como una roca
Hacer algo bello y útil con madera dura europea no era tan fácil hace 300 000 años. Muchas de las sofisticadas técnicas desarrolladas por los primeros humanos se siguen utilizando hoy en día. “Trabajar la madera es un oficio. Y si en el proceso solo se pueden utilizar herramientas de piedra primitivas, es aún más difícil conseguir un producto final bello. La madera que eligieron los habitantes de Schöningen es un tipo de abeto de crecimiento muy lento, con una densidad y una dureza muy superiores a las del abeto que crece hoy en día. Dar forma a una lanza de forma tan maravillosa, paso a paso, probablemente utilizando todo tipo de herramientas diferentes, es un proceso excepcionalmente sofisticado”, suena admirativo.
Ergonómico y aerodinámico
Con la superficie ergonómica, las puntas afiladas y el aspecto pulido de las varas arrojadizas, está claro que no eran objetos abandonados en algún lugar del campo de batalla después de un solo lanzamiento. No, eran objetos personales, que una y otra vez demostraban su utilidad a sus dueños.
“Ya sabíamos que los habitantes de Schöningen fabricaban armas de madera muy sofisticadas y experimentos anteriores ya demostraron que probablemente utilizaban proyectiles. Nuestra investigación deja claro cuán grande era su conocimiento del trabajo de la madera”, afirma la investigadora.
“La fabricación de las varas arrojadizas requería una planificación considerable y el dominio de técnicas artesanales. La selección de materiales básicos con una forma específica (en este caso una rama torcida, las lanzas más largas se hicieron con el tronco de una pícea), la preparación de la madera para que no se agriete, parta o deforme y, por último, el refinado acabado”, enumera la investigadora.
Como un bumerán
Así que aquellos primitivos sabían muy bien lo que hacían. “La elección de la curva natural combinada con el diseño preciso de la herramienta indica que el fabricante sabía muy bien lo que hace que el arma sea un éxito”, afirma. “Una de las razones por las que la vara para lanzar prehistórica volaba tan bien es que los extremos se prolongan en punta y el centro de gravedad está algo descentrado (como un bumerán). Esto hace que la lanza gire sobre su eje en el aire y sea muy aerodinámica. De este modo, conseguía golpear a un animal a 30 metros de distancia”, explica Milks.
La vara, en buen estado de conservación, está expuesto en el Forschungsmuseum de Schöningen. “A primera vista, parece un utensilio tan simple, pero es fascinante ver cuántos detalles salen a la luz gracias a las nuevas técnicas de imagen de última generación”.varas para arrojar muy antiguos
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