Los habitantes de la costa, los veraneantes e incluso los médicos lo sospechaban desde hace tiempo, pero ahora también se ha demostrado científicamente: vivir (y sobre todo permanecer temporalmente) cerca de la costa puede asociarse en general a una mejor salud.
Así lo afirman investigadores en la revista Communications Earth & Environment. Basan sus conclusiones en un estudio a gran escala en el que participaron más de 15 000 personas de 14 países. Entre otras cosas, se preguntó a los participantes
“Luego les preguntamos por la proximidad al mar y la frecuencia con que lo habían visitado en los últimos 12 meses. También les hicimos muchas más preguntas sobre sus actividades en la costa y las oportunidades y riesgos que veían en ello”. Adicionalmente, se recogió información demográfica (piense: edad, ingresos, estado civil, educación, etc.) de todos los participantes. Y el estudio pinta un cuadro bastante claro. “Descubrimos que, en todos los países, las personas declaraban tener mejor salud cuando vivían cerca del mar o pasaban más tiempo junto a él”.
Estudio de correlación
Hay que señalar que se trata de un estudio correlacional; los investigadores encontraron un vínculo entre la salud de las personas y el tiempo que pasaban cerca de la costa. “Así pues, a juzgar por nuestro estudio, podemos concluir que las personas que viven cerca del mar o lo visitan más a menudo están más sanas. Pero no podemos concluir de nuestro estudio que el mar haga a la gente más sana”. Dicho esto, Geiger señala que anteriormente ya habían aparecido estudios que insinuaban esa relación causal. Por ejemplo, cita un estudio de 2013 que mostraba que los británicos declaraban tener mejor salud en los años en que vivían a poca distancia (menos de cinco kilómetros) del mar.
El consejo del viejo doctor
En parte, por esas investigaciones publicadas anteriormente, la conclusión de que vivir o recrearse con frecuencia junto a la costa puede asociarse a una mejor salud no fue una sorpresa. “La idea (de que vivir cerca de la costa se asocia a una mejor salud) no es nueva”, afirma Geiger. Entre otras cosas, señala que los médicos británicos, por ejemplo, ya aconsejaban a sus clientes ricos y enfermos que se quedaran junto al mar hace siglos. “Pero lo que sí nos sorprendió fue la consistencia de nuestros resultados: en los 15 países, descubrimos que vivir cerca del mar o frecuentarlo puede asociarse a menudo con una mejor salud”.
Declaración
El estudio plantea naturalmente la cuestión de por qué vivir cerca del mar (a corto o largo plazo) puede asociarse a una mejor salud. Geiger no puede hacer comentarios al respecto basándose en los datos de su estudio. “Pero otros estudios demuestran que visitar la costa o pasar más tiempo en ella puede estar asociado a mejores resultados de salud, porque el aire junto al mar suele estar menos contaminado. Y eso puede tener un efecto positivo en nuestra salud.
Además, pasar tiempo junto al mar anima a la gente a ser más activa físicamente: practicar deportes acuáticos, caminar o montar en bicicleta. Y en tercer lugar, el agua tiene un efecto reconstituyente psicológico: mejora el estado de ánimo y reduce el estrés, en mayor medida incluso que los espacios verdes (como los parques). Además, la gente suele ir al mar con otras personas. Esa interacción social también puede tener un efecto positivo, sobre todo en la salud mental”.
Al mismo tiempo, Geiger reitera que su estudio es correlacional y, por tanto, no prueba que el mar haga a la gente más sana. De hecho, al tratarse de un estudio correlacional, ni siquiera puede descartarse que la asociación entre frecuentar el mar y una mejor salud tenga una explicación muy distinta. Y que, por ejemplo, se deba a que las personas con mala salud (por ejemplo, debido a una enfermedad crónica que limita la movilidad) visitan la costa con menos frecuencia. En resumen, en ese escenario hay más gente sana en la costa porque la gente poco sana se mantiene alejada, por lo que la población más sana de la costa no puede atribuirse a los efectos de esa zona costera en sí. Es una hipótesis que no puede descartarse basándose únicamente en el estudio de Geiger y sus colegas, pero que en combinación con estudios anteriores no parece muy plausible, subraya Geiger. “Si tuviera que adivinar, creo que ambos procesos desempeñan un papel aquí. Una peor salud hace que la gente visite la costa con menos frecuencia Y visitar la costa conduce a una mejor salud”.
La asociación entre una estancia (de larga o corta duración) en la costa y una mejor salud puede contribuir en gran medida a alimentar el deseo de pasar las vacaciones o tener una vivienda permanente en la costa. Pero no es para todos, reconoce Geiger, que vive en una Austria sin salida al mar. Afortunadamente, hay pruebas de que en el interior también se obtienen algunos beneficios para la salud.
“Pasar tiempo junto a un río, un lago u otras aguas interiores también puede tener un efecto reconstituyente y hacer que uno sea más activo físicamente, por ejemplo”, explica Geiger. “Aunque en esto pueden influir las preferencias personales. Pero hay estudios que demuestran, por ejemplo, que los sonidos naturales pueden mejorar el estado de ánimo y aumentar los sentimientos positivos. Por ejemplo, los sonidos del agua en particular se asocian a menores niveles de estrés y mayores sentimientos de felicidad”.
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