Los investigadores han llegado a esta conclusión provisional y muy sorprendente, basándose en las observaciones realizadas por el telescopio James Webb. Las observaciones (que exigieron el máximo del potente telescopio) cambian radicalmente nuestra visión de TRAPPIST-1c.
En 2016, los científicos descubrieron que hasta siete planetas orbitan alrededor de la estrella enana TRAPPIST-1. Los siete planetas son aproximadamente comparables en tamaño a la Tierra y orbitan su estrella madre en órbitas muy cercanas; si se pudiera recoger el sistema e instalar TRAPPIST-1 en nuestro sistema solar en la ubicación de nuestro sol, incluso el planeta más externo de TRAPPIST-1 (TRAPPIST-1h) todavía estaría bien dentro de la órbita de Mercurio. Sin embargo, esto no significa automáticamente que los planetas, al estar tan cerca de su estrella madre, sean también muy calientes. Y es que TRAPPIST-1 no es una estrella similar al Sol, sino una estrella enana ultrafría. Como resultado, la estrella emite mucha menos energía que el Sol. Esto significa, por ejemplo, que los planetas TRAPPIST-1c, -d y -f captan tanta energía como Venus, la Tierra y Marte (en ese orden).
A juzgar por la distancia a la estrella madre, se cree que tres de los siete planetas se encuentran en la zona habitable. Se trata de TRAPPIST-1e, -f y -g. Estos planetas reciben suficiente energía de la estrella madre para evitar que se congele el agua de su superficie, pero al mismo tiempo no reciben tanta energía como para que el agua se evapore. En resumen: en teoría, estos planetas podrían albergar agua líquida (un requisito clave para la vida tal y como la conocemos).
Hallazgos del Telescopio James Webb
En los últimos años, se ha investigado mucho sobre TRAPPIST-1 y sus planetas. Pero aún quedan muchos interrogantes. Por ejemplo, sobre TRAPPIST-1c. Se suponía que este planeta era casi idéntico a Venus en tamaño y temperatura y que, por tanto, poseía una gruesa atmósfera. Pero esto no era seguro. Razón suficiente para que los astrónomos examinaran el planeta más de cerca. Para ello, recurrieron al telescopio espacial James Webb, lanzado el año pasado.
Según la revista Nature, estas observaciones arrojan resultados sorprendentes. Por ejemplo, las observaciones de James Webb muestran que TRAPPIST-1c tiene una atmósfera muy fina con una cantidad mínima de dióxido de carbono.
No es hermana de Venus
Esto contradice la expectativa de que TRAPPIST-1c sea una “hermana” de Venus. Porque Venus, por el contrario, tiene una atmósfera muy densa. Además, esa atmósfera es tan rica en dióxido de carbono que el planeta tiene un efecto invernadero que se ha descontrolado, provocando que las temperaturas de la superficie alcancen los 500 grados centígrados.
Las cosas no están tan mal en TRAPPIST-1c; su fina atmósfera, que también es pobre en dióxido de carbono, mantiene la temperatura de la superficie a “solo” 110 grados Celsius, escriben los investigadores. “Podemos descartar definitivamente una atmósfera gruesa y similar a la de Venus”, concluye la investigadora Laura Kreidberg.
Como ya se ha mencionado, los investigadores basan sus conclusiones en las observaciones de James Webb. Pero aunque este es, con diferencia, el telescopio espacial más potente al que pueden recurrir los astrónomos en la actualidad, caracterizar la atmósfera de este exoplaneta situado a 40 años luz de la Tierra exigía el máximo del telescopio. Por ello, los astrónomos se vieron obligados a combinar observaciones con cálculos de modelos. En concreto, utilizaron el instrumento de infrarrojo medio MIRI a bordo del James Webb para comprobar cuánta luz infrarroja emite el planeta. A partir de esas observaciones, pudieron determinar la temperatura del planeta. Mediante modelos, los investigadores examinaron a continuación el tamaño exacto, la presión y la composición de la atmósfera: todos ellos factores que dictan la temperatura del planeta.
Observaciones de seguimiento
Sin embargo, se necesitan más observaciones para afirmar con certeza que TRAPPIST-1c posee una atmósfera enrarecida. A este respecto, los astrónomos también esperan con impaciencia la puesta en servicio del Telescopio Extremadamente Grande, actualmente en construcción en Chile.
Así pues, aunque los investigadores sospechaban desde hace tiempo que TRAPPIST-1c poseía una atmósfera, nunca ha sido evidente. Después de todo, las estrellas enanas frías como TRAPPIST-1 tienden a presentar fuertes vientos estelares e intensa radiación ultravioleta durante un largo periodo de sus vidas, lo que puede dañar y erosionar las atmósferas de sus planetas. “Queríamos averiguar si TRAPPIST-1c podría haber escapado a ese destino y haber conservado una atmósfera sustancial, y tal vez incluso ser similar al planeta Venus en el sistema solar”, dijo el investigador Sebastian Zieba. Los astrónomos tenían la esperanza de que TRAPPIST-1c hubiera logrado conservar una atmósfera porque el planeta tiene una gravedad razonable. Ahora resulta que no hay una atmósfera similar a la de Venus, pero TRAPPIST-1c podría tener una atmósfera delgada. Si las observaciones de seguimiento lo confirman, también podría tener implicaciones para otros planetas rocosos suficientemente pesados alrededor de estrellas frías. Al fin y al cabo, si TRAPPIST-1c consigue mantener una atmósfera durante mucho tiempo a pesar de los caprichos de su estrella madre (TRAPPIST-1 es al menos tan vieja como nuestro Sol), quizá esos planetas también puedan hacerlo.
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