Las ratas no entran en torpor (una especie de hibernación en la que los animales reducen sus funciones corporales para ahorrar energía y sobrevivir en condiciones difíciles). Sin embargo, los investigadores han conseguido que los roedores entren en letargo. Y esto puede ser el preludio de algo más.
El frío extremo o la falta de alimento podrían llegar a ser fatales para los animales. Pero algunos organismos tienen una táctica inteligente para hacer frente a esas condiciones potencialmente mortales: entran en letargo.
“Esto implica poner en pausa el metabolismo, bajar la temperatura corporal y también ralentizar otros procesos importantes del cuerpo”, explica la investigadora Hong Chen. “Permite a los animales conservar energía para superar esas difíciles condiciones”.
La importancia del torpor
Pero el torpor no es para todos. “Entre las especies que entran en torpor o hibernación están los osos, los murciélagos y algunas aves”, explica Chen. Los humanos somos ajenos al modo torpor. Pero a algunos investigadores les gustaría que eso cambiara. “Permitir que los humanos entren en torpor podría reportar importantes beneficios”, afirma Chen. “Al ralentizar el metabolismo y otros procesos vitales, se podría conseguir algo más de tiempo para tratar afecciones potencialmente mortales, como infartos o derrames cerebrales. Al prolongar el poco tiempo que a veces hay para intervenir médicamente, podrían aumentar las posibilidades de supervivencia de los pacientes”.
La industria espacial también está interesada en el torpor, que podría resultar útil en los largos viajes espaciales a Marte, por ejemplo. En ese caso, los astronautas que entraran en torpor necesitarían menos comida, entre otras cosas.
Por ahora, se trata de un futuro lejano. Pero que los escenarios antes descritos puedan hacerse realidad algún día parece haber vuelto a ser algo más plausible. Porque en la revista Nature Metabolism, Chen y sus colegas escriben ahora que han conseguido hacer entrar en torpor a una rata, un animal que tampoco entra en torpor de forma natural.
Enfoque en ratones
En su estudio, los investigadores se centraron inicialmente en los ratones, que pueden entrar en torpor de forma natural. Utilizaron ultrasonidos para estimular la zona preóptica del hipotálamo (una región del cerebro). “Recientes descubrimientos científicos han demostrado que el área preóptica del hipotálamo desempeña un papel crucial en el control del letargo”, explica Chen. “Es una especie de ‘botón’ central que se puede pulsar para que los ratones entren en letargo”. Y efectivamente, la estimulación de esta región del cerebro provocó que los ratones entraran en torpor; su temperatura corporal descendió tres grados centígrados, su frecuencia cardiaca se redujo un 47 % y su metabolismo cambió: en lugar de carbohidratos y grasas, los ratones empezaron a convertir solo la grasa en energía. Según los investigadores, esta última es una característica importante del letargo en ratones.
Experimento en ratas
Tras el éxito del experimento con los ratones, los científicos dieron un paso más. Estimularon el área preóptica del hipotálamo de una especie que no entra en letargo de forma natural: la rata. Y al hacerlo, la temperatura corporal de la rata descendió, según los investigadores. Esto sugiere que consiguieron que este animal también entrara en un modo similar al torpor.
Una forma no invasiva
Que hayan conseguido que una rata entre en letargo es extraordinario. Pero quizá sea aún más sorprendente el cómo. Como ya se ha dicho, los investigadores lo consiguieron estimulando una parte específica del cerebro. Según los investigadores, es la primera forma no invasiva y segura de hacer que los organismos entren en letargo. “Existen otros métodos para hacer que los animales entren en un estado similar al torpor, como inyectar sistemáticamente determinadas sustancias químicas en el cuerpo”, explica Chen. “O inyectando quirúrgicamente medicamentos en el cerebro o haciendo modificaciones genéticas en las redes neuronales. Pero todos estos métodos son bastante invasivos y poco prácticos para su uso en humanos”.
Esto no quiere decir, por cierto, que el nuevo método presentado por los investigadores en su estudio allane el camino para empezar a sumir a la gente en el letargo. “De hecho, aún no se ha demostrado que el método funcione en humanos”, subraya Chen. “El siguiente paso es investigar la viabilidad y seguridad de ampliar esta técnica para que pueda aplicarse también entre animales más grandes”.
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