Cuanto más tiempo pasan los astronautas en el espacio, más se dilatan sus ventrículos. ¿Se desmoronan ahora todos los planes descabellados para abrir el espacio?
La ingravidez del espacio tiene un gran impacto en el cuerpo humano. Por ejemplo, ya sabemos que nuestros ojos se deterioran con ella y los músculos y huesos se debilitan. Nuestro cuerpo también destruye muchos más glóbulos rojos en el espacio. Ahora podemos añadir otra dolencia más. Porque los investigadores han descubierto que la microgravedad tampoco deja intacto nuestro cerebro.
Ventrículos en expansión
En las profundidades de nuestro cerebro hay un sistema de cuatro cavidades de forma irregular. Estas cavidades también se llaman ventrículos y están llenas de un fluido. El líquido que fluye por los ventrículos “lava” y sostiene el cerebro y ayuda a mantener la temperatura adecuada.
Pero cuando los astronautas se mueven durante largos periodos en la microgravedad del espacio, les ocurre algo curioso a estos ventrículos. En un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports, los investigadores analizaron los escáneres cerebrales de 30 astronautas. Ocho de ellos habían estado en una misión de dos semanas, 18 en una de seis meses y cuatro habían pasado un año en el espacio. “Cuanto más tiempo habían pasado estos astronautas en el espacio, más grandes eran sus ventrículos”, afirma la investigadora Rachael Seidler.
¿Por qué se dilatan los ventrículos en el espacio? “En la Tierra, la gravedad arrastra los fluidos corporales hacia los pies”, explicó Seidler cuando se le preguntó. “Para evitarlo, tenemos válvulas y sistemas vasculares especializados que empujan los fluidos hacia arriba. Pero en ausencia de gravedad, los fluidos se desplazan hacia la cabeza. Y probablemente como resultado, los ventrículos se dilatan”.
Duración de la misión
Es importante destacar que el volumen ventricular aumenta de forma diferente según la duración del vuelo espacial, subraya Seidler. “Las personas que pasan solo unas semanas en el espacio muestran poco o ningún agrandamiento de sus ventrículos. Así que esta es una buena noticia para quienes solo emprenden viajes espaciales cortos”. Pero entre una misión de dos semanas y otra de seis meses, sí ocurren cosas en el cerebro. Por ejemplo, parece que los viajes espaciales largos afectan significativamente al cerebro de los astronautas. “El volumen ventricular aumenta en los astronautas que han estado en el espacio durante seis meses o incluso casi un año”, subraya Seidler.
Esto puede parecer una mala noticia para las futuras misiones tripuladas a la Luna y Marte. Varias organizaciones espaciales llevan tiempo acariciando la idea de habitar estos cuerpos celestes. Y esos planes son cada vez más concretos. ¿Acaso este estudio va a suponer un obstáculo? No, según Seidler. “Los astronautas que habían estado un año en el espacio no tenían un volumen ventricular mayor que los que habían pasado seis meses en el espacio”, afirma. En resumen, la expansión ventricular se aplana después de unos seis meses. “Esto me sorprendió bastante”, prosigue Seidler. “Nos alegra ver que los cambios no aumentan exponencialmente, ya que el plan es que los seres humanos lleguen a estar en el espacio durante periodos de tiempo más largos. Por tanto, es una buena noticia para los futuros viajeros a Marte, que podrían pasar hasta dos años en microgravedad”.
Los investigadores no estudiaron los efectos sobre la salud de los cambios descubiertos en el volumen ventricular durante su estudio. Pero se sabe que cuando los ventrículos se dilatan, puede producirse una afección llamada hidrocefalia. Si no se trata, puede incluso provocar daños cerebrales o la muerte prematura. También se sabe que el aumento de líquido cefalorraquídeo en los ventrículos dilatados aumenta la presión cerebral. Esto, a su vez, puede afectar a los nervios ópticos. Pero actualmente es imposible saber con certeza si todo esto también se aplica a los astronautas. De hecho, una vez de vuelta en la Tierra, la cantidad de líquido cefalorraquídeo vuelve a las proporciones normales. Por lo tanto, todavía no se sabe hasta qué punto es grave la dilatación de los ventrículos en los astronautas. “Aún no conocemos las consecuencias para la salud a largo plazo, por lo que es necesario seguir investigando”, afirma Seidler.
Tres años de recuperación
Lo que sí sabemos es que muchos astronautas viajan al espacio más de una vez en su vida. Por tanto, dar al cerebro tiempo suficiente para recuperarse parece una buena idea. “Nuestra investigación demuestra que los ventrículos tardan al menos tres años en recuperarse por completo”, señala Seidler. “Y eso es bastante tiempo”. De momento, pues, la cuestión es hasta qué punto es realmente necesario esperar tres años. “Los astronautas tienen habilidades muy especializadas y, de todos modos, puede haber una razón para enviarlos de vuelta a una misión antes de esa fecha”, opina Seidler. Entonces habrá que sopesar cuidadosamente hasta qué punto un astronauta es físicamente capaz de ir, o si es mejor esperar hasta que los ventrículos se hayan normalizado completamente de nuevo.
Una gran carga para el cuerpo
En resumen, el estudio de los investigadores demuestra, una vez más, lo agotador que es para el organismo viajar al espacio. Los resultados del estudio, financiado por la NASA, podrían influir en la toma de decisiones sobre los vuelos espaciales tripulados y la planificación de misiones. Además, es muy importante conocer cómo responde el cuerpo humano, incluido el cerebro, a los viajes espaciales largos, sobre todo teniendo en cuenta que es probable que los vuelos espaciales futuros sean más frecuentes y de mayor duración.
Mientras tanto, se buscan soluciones con diligencia. Porque el hecho de que la humanidad vaya a abrir aún más el universo parece haber dejado hace tiempo de ser una incógnita. “Actualmente, se están estudiando numerosas contramedidas para prevenir los efectos fisiológicos no deseados de los vuelos espaciales”, afirma Seidler. “Estas intervenciones incluyen nutrición, ejercicio, gravedad artificial, etc.”. Así que se está trabajando a fondo en el tema. Y es de esperar que los científicos den con algo que facilite a los futuros astronautas la entrada
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