Si te gusta echarte una siesta a la hora de comer, tienes toda la razón. De hecho, los investigadores han descubierto una relación entre las siestas cortas y un mayor volumen cerebral, un sello distintivo de la buena salud del cerebro.
En los países cálidos y meridionales, una siestecita después de comer ya es un hecho. Y quizá deberíamos planteárnoslo también nosotros. Al fin y al cabo, una siesta durante el día puede ayudar a mantener sano el cerebro e incluso contrarrestar trastornos cerebrales como la demencia, sostienen los investigadores en un nuevo estudio.
El estudio descubre algo interesante
En el estudio, los científicos analizaron datos de casi 380 000 personas. En primer lugar, analizaron 97 fragmentos de ADN para determinar si dormir la siesta “está en los genes” de una persona. “Al fijarnos en los genes, dejamos fuera factores perturbadores que pueden afectar al vínculo entre las siestas y la salud a lo largo de la vida”, explica Valentina Paz, líder de la investigación.
A continuación, el equipo comparó la salud cerebral y la cognición de más de 35 000 personas de entre 40 y 69 años que, efectivamente, estaban “programadas” para dormir la siesta, con las que no tenían estas variantes genéticas.
El estudio conduce a un descubrimiento interesante. Las personas que dormían la siesta con regularidad tenían un mayor volumen cerebral. “Nuestro estudio apunta a una relación causal entre las siestas vespertinas y un mayor volumen cerebral”, afirma Paz. Tener un gran volumen cerebral es muy beneficioso. De hecho, se asocia a una buena salud cerebral. Además, está relacionado con un menor riesgo de demencia y otras enfermedades. El equipo calcula que la diferencia media entre el volumen cerebral de las personas que duermen la siesta y las que no lo hacen equivale a un envejecimiento de entre 2,6 y 6,5 años.
La demencia
Esto significa que una siesta por la tarde puede ayudar a reducir el riesgo de demencia. Y eso es una buena noticia. Al fin y al cabo, la demencia es una enfermedad debilitante que afecta cada vez a más personas. El envejecimiento de la población en muchos países hará que el número de personas con demencia se multiplique para 2040, según predicen los científicos. Pero, afortunadamente, hay varias cosas que se pueden hacer para reducir las probabilidades de contraer esta desagradable enfermedad. A saber: además de una siesta por la tarde, una vida social ajetreada, suficiente ejercicio y una dieta sana también pueden ayudar mucho.
En resumen, los investigadores sostienen que una siesta por la tarde puede ayudar a mantener sano el cerebro. Esto se debe a que ralentiza el ritmo al que se encogen nuestros cerebros a medida que envejecemos. “Nuestros hallazgos sugieren que las siestas cortas por la tarde pueden ofrecer alivio a algunas personas”, afirma la investigadora Victoria Garfield. “Puede proporcionar una mejor salud cerebral a medida que envejecemos”.
Los hallazgos, por cierto, no son una completa sorpresa. Investigaciones anteriores también han demostrado que las siestas aportan beneficios cognitivos. Por ejemplo, ya se ha demostrado que las personas rinden mejor en pruebas cognitivas en las horas posteriores a la siesta.
Duración de la siesta
¿Cuánto tiempo hay que cerrar los ojos exactamente? Por desgracia, los investigadores no recogieron información sobre la duración de la siesta vespertina, por lo que no sabemos realmente la respuesta a esa pregunta. Sin embargo, estudios anteriores han sugerido que una siesta corta de menos de 30 minutos ya hace maravillas. Además, el consejo es dormir la siesta un poco antes a lo largo del día. Así, al fin y al cabo, no perturbará tu sueño.
En definitiva, los investigadores han demostrado que no hay por qué sentirse agobiado si se echa una siesta corta en la cama después de comer. De hecho, ¡es muy bueno! “Espero que este estudio, que demuestra claros beneficios para la salud de las siestas cortas, ayude a reducir el estigma que aún existe en torno a las siestas vespertinas”, concluye Garfield.
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