Los investigadores llegan a esa sorprendente conclusión tras realizar experimentos en los que tocaron plantas con diminutas varillas de cristal.
Que las plantas responden al tacto no es nada nuevo. Pero en un nuevo estudio (publicado en la revista Nature Plants) los investigadores demuestran que las plantas también responden cuando se deja de tocarlas.
Sin embargo, esa respuesta es diferente de la que se produce cuando se inicia el contacto, lo que sugiere que las plantas pueden distinguir entre el momento en que se inicia y el momento en que finaliza el contacto.
El estudio
Los científicos basaron su conclusión en un experimento realizado con plantas de tabaco modificadas y cohetes de arena (una especie de planta anual utilizada con frecuencia en la investigación científica). Las plantas utilizadas habían sido modificadas para incluir sensores de calcio en sus células. A continuación, se colocaron partes de la planta bajo un microscopio y se tocaron con una varilla de cristal muy pequeña que era aproximadamente tan ancha como un cabello humano.
Hallazgos sorprendentes
A continuación, los investigadores observaron que en las células de las plantas se producían varias reacciones complejas, dependiendo en parte de la fuerza con la que la varilla empujaba la planta y del tiempo durante el que se aplicaba esa fuerza. Pero lo que llamó especialmente la atención fue la reacción claramente distinguible que se produjo en cuanto comenzó el toque y la reacción que se produjo en cuanto terminó el toque.
A los 30 segundos de iniciarse el toque, los investigadores observaron (por cortesía de los sensores de calcio) la formación de ondas lentas de iones de calcio que viajaban de la célula tocada a las células vegetales adyacentes y persistían de tres a cinco minutos. Pero en cuanto cesó el toque, se formaron casi de inmediato ondas mucho más rápidas de iones de calcio, que volvieron a desaparecer al cabo de un minuto.
Los investigadores sospechaban que las ondas se debían a cambios de presión creados (por el tacto) en el interior de la célula. Señalan que las células vegetales (a diferencia de las animales, por ejemplo) no tienen membranas celulares permeables, sino que están dotadas de fuertes paredes celulares difíciles de atravesar. Por eso, incluso un ligero roce hace que la presión en una célula vegetal aumente temporalmente.
Hipótesis confirmada
Esta hipótesis se ve corroborada por un experimento en el que los investigadores no tocaron las células vegetales, sino que aumentaron o disminuyeron la presión en su interior. Esto produjo las mismas ondas de iones de calcio que cuando se tocaban las células vegetales o se dejaba de tocarlas, respectivamente.
Todas las células pueden hacerlo
“Los humanos y los animales experimentan el tacto a través de células sensoriales”, explica el investigador Michael Knoblauch. “Pero en las plantas, parece ser a través de un aumento o disminución de la presión dentro de las células. Y no importa qué tipo de células sean. Puede que los humanos necesitemos células nerviosas para ello, pero en las plantas, cualquier célula de la superficie puede hacerlo”.
Los hallazgos son sorprendentes, opina Knoblauch. “Es sorprendente lo sensibles que son las células vegetales”, afirma. Y que esta sensibilidad sea el resultado de mecanismos muy diferentes a los que vemos en los animales, por ejemplo. “Es sorprendente que las plantas lo hagan de una forma completamente distinta, sin células nerviosas”, afirma.
Las plantas son más activas de lo que se cree
En los últimos años, se han ido acumulando pruebas de que las plantas pueden darse cuenta de lo que ocurre en su entorno y reaccionar ante ello. Ya se ha demostrado, por ejemplo, que cuando una oruga muerde una hoja, algunas plantas se ponen en modo defensivo y producen sustancias químicas que hacen que sus hojas sean menos sabrosas o incluso venenosas. Y algunas plantas incluso producen sustancias que hacen que las orugas se coman unas a otras, ¡en vez de a las plantas!
Además, como ya se ha mencionado, investigaciones anteriores ya habían demostrado que las plantas también pueden notar toques menos agresivos. Por ejemplo, un estudio anterior demostró que al acariciar una planta se producían ondas de calcio que activaban distintos genes vegetales. El nuevo estudio arroja una luz ligeramente distinta sobre esta investigación. Porque ahora que está claro que las plantas responden tanto a tocar como a dejar de tocar, surge la pregunta de qué vieron exactamente los investigadores en ese estudio anterior. ¿Era la activación de genes una respuesta al tacto, o más bien su terminación? Se necesitan más investigaciones para averiguarlo.
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